Inspirándose en Frankenstein, de Mary Shelley, Lanthimos entrega esta película sobre un ser femenino amoral nacido de un experimento muy singular. Se trata de una mujer joven recién fallecida a la que se le coloca el cerebro de la hija que llevaba en su vientre y se la revive. A partir de ahí Bella va a comenzar un aprendizaje muy singular, instigado por su creador, el doctor Baxter, un hombre maduro con la apariencia del monstruo de Frankenstein. Un punto de inflexión en el aprendizaje de Bella va a ser el descubrimiento de la sexualidad como un poderoso instrumento de placer y escándalo que va a ser utilizado a partir de ahora por la protagonista de una manera absolutamente amoral, propia de un ser que no atiende a convenciones sociales. Habrá hombres que creerán aprovecharse de ella, pero será ella la que utilice su radical libertad para estar o no con ellos según sus apetencias. Su inmoralidad llega a tal punto que no le importa prostituirse en un burdel parisino, todo ello en búsqueda de una identidad femenina y a la vez liberadora. Una película que hace de la transgresión creativa un verdadero lema y que destaca por su singular estética, que se mueve entre Terry Gilliam y Tim Burton. Una película muy original y a la vez muy propia de estos tiempos, que debe mucho a la soberbia interpretación de una entregada Emma Stone.
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