sábado, 26 de febrero de 2022

TITANE (2021), DE JULIA DOCOURNAU.

Titane comienza de manera incómoda para el espectador: un vehículo circulando con un padre y una hija - aunque en realidad luego sabremos que es niña, porque en ese momento es difícil determinar su sexo - que va a sufrir un aparatoso accidente. El accidente ha sido provocado de manera indirecta por la niña que iba en el asiento de atrás dando molestas patadas al agobiado padre, que parece no sentir mucha estima por su hija. En cualquier caso este es el origen del personaje de Alexia: veremos a la niña martirizada como una santa cristiana después de que le hayan colocado una prótesis de titanio en su cráneo. Luego la veremos ya como una joven mujer teniendo relaciones sexuales muy placenteras con un vehículo, del cual queda embarazada. Porque el gran tema de Titane es el cuerpo, el cuerpo castigado de Alexia, que parece querer vengarse del resto de la humanidad y el castigo corporal autoinfligido por el maduro jefe de bomberos que va a acoger a la protagonista como si fuera su propio hijo perdido hace años. Porque Alexia ha aprovechado el conocimiento de esta desaparición para - en una de las escenas más desagradables de la película - partirse la nariz y recortar su pelo para engañar a Vincent, como medio de burlar a la policía, que la busca como sospechosa de ser una asesina en serie. Vincent es un hombre atormentado, no solo por la pérdida que sufrió, sino porque no acepta volverse viejo y se pincha continuamente esteroides. Se encuentra tan necesitado de afecto que acepta la llegada de Alexia, a sabiendas de que le están engañando de manera bastante burda. Aunque es una película muy bien dirigida y con una fotografía muy llamativa, Titane se ve lastrada por su continuo deseo de provocar al espectador, algo muy de nuestro tiempo, abundando las escenas de violencia o castigos corporales no aptas para ojos sensibles. Por lo tanto, por mucho que algunos la hayan saludado como una obra maestra del cine, mi opinión es que se trata de un artefacto narrativo que no llega nunca a encontrar su camino y se queda en tierra de nadie. Si de lo que trata el film de Docournau es de la búsqueda de identidad y de la ambigua relación con nuestros cuerpos, su discurso se descompone ante tanta violencia y radicalismo mal entendido. 

P: 5 

martes, 22 de febrero de 2022

HISTORIAS DEL MUNDO DE LAS HORMIGAS (2020), DE EDWARD O. WILSON. LAS REINAS DEL MUNDO.

Dejo aquí enlace a la última reseña que he publicado para El placer de la lectura:

https://elplacerdelalectura.com/2022/02/historias-del-mundo-de-las-hormigas-de-edward-o-wilson.html

EDUCANDO A RITA (1983), DE LEWIS GILBERT.

El profesor Frank Bryan es la viva imagen del desencanto. Es un hombre de vuelta de todo, al que no le importa llegar borracho a impartir una clase de literatura y que sus alumnos se den cuenta. Quizá esté un poco harto de visión académica de su campo universitario y quizá influya también que la mujer le ponga los cuernos delante de sus narices y no sienta nada al respecto. La llegada de una nueva alumna, a la que deberá tutorizar individualmente, creará una relación muy especial entre dos almas que en principio podrían parecer antagónicas: el profesor culto en decadencia y una joven de ambiente casi marginal que quiere educarse y ser mejor a través de la literatura. La película deviene así en una historia un poco tópica puesto que, como no podía ser de otra manera, después de una serie de malentendidos, ambos terminan apreciándose mutuamente y aprendiendo mutuamente del otro. Quizá el más beneficiado sea Frank, que parece espabilar un poco de su espiral autodestructiva y apreciar una visión mucho más espontánea - y por lo tanto más auténtica - de los libros que amó una vez. Magnífico Michael Caine y correcta Julie Walters en una película muy entretenida en la que echo en falta quizá un poco más de química entre los protagonistas.

P: 6 

sábado, 19 de febrero de 2022

DESPUÉS DE MAYO (2012), DE OLIVER ASSAYAS.

Después de mayo es un magnífico retrato de las secuelas que dejó el fallido mayo del 68 en los hijos de la burguesía acomodada francesa. Unos jóvenes que partían de una gran confusión ideológica cuya única certeza se encontraba en la demonización del Estado y del orden establecido, algo que, dicho sea de paso, era estimulado por la violenta represión policial de sus manifestaciones. La película sigue los pasos de Gilles, un joven estudiante en plena formación vital e intelectual cuyo sueño es llegar a ser pintor y contribuir con su arte a la lucha revolucionaria y sus amigos y amigas, todos comprometidos con el cambio social, signifique eso lo que signifique. Una de las características de estos jóvenes es su irresponsabilidad: su lucha lo justifica todo: vandalizar el centro donde estudian o, muchísimo peor, dejar malherido a uno de los vigilantes que lo custodian sin sentirse demasiado culpables. Ellos siempre van a tener una salida ideológica y gente que los respalde, hasta el punto de poder irse una temporada al extranjero hasta que las aguas se calmen. ¿Y cuál es el secreto de poder llevar esta vida? Pues el dinero de los padres, que nunca falta. Ellos viven la gran contradicción de anhelar una sociedad nueva pero no desaprovechar las comodidades que les ofrece la existencia burguesa de sus padres. Así es fácil ser libre: viajar dónde se quiera, participar en asambleas en las que se debate sobre las virtudes de la China de Mao, hacer cine revolucionario, acostarse con quien apetece, abortar sin ningún problema de conciencia, probar drogas e incluso pasar temporadas en Asia buscando aprender danza sagrada y cosas así. Aunque no creo que Assayas pretenda dar lecciones de nada, la conclusión que saco viendo Después de mayo es que las revoluciones perdidas también engendran monstruos. Monstruos inconscientes de que lo son, a la vez poseedores de la verdad absoluta y cambiando sus ideas al ritmo de las circunstancias. Monstruos que en muchos casos acaban traspasando la última frontera hacia la clandestinidad para apoyar causas terroristas. Si alguno cree que la vida actual está demasiado politizada - y lo está, en efecto - solo hay que asomarse a esta película para descubrir una época en la que política lo impregnaba todo de una manera aún más intensa, hasta el punto de que sus protagonistas no hubieran sido nada sin ella.

P: 7

jueves, 17 de febrero de 2022

EL BUSCAVIDAS (1961), DE ROBERT ROSSEN.

El juego del billar es la gran excusa - no se han realizado muchas películas sobre este juego y ninguna mejor que ésta - para presentar una gran reflexión sobre los estadounidenses y su relación con el éxito y el fracaso. Porque Eddie Felson lo arriesga todo por ser el mejor: parece ser que no le importan tanto las ganancias económicas que le pueda reportar su victoria sino más bien el saberse triunfador. Su contendiente en la primera parte de la película es un magnífico Jackie Gleason que no puede estar mejor en su papel de el Gordo de Minnesota. Aquí se enfrentan la pasión, el genio y el exceso de confianza de Felson contra la frialdad y carácter de el Gordo. Gana el primero, pero eso no hace sino estimular el deseo del protagonista, que acaba cayendo en las garras de un patrocinador que lo explota. En cualquier caso, el principal enemigo de Felson es su propio interior. No quiere ser un perdedor, pero no puede evitar serlo. Y algo parecido le sucede en la relación que establece con una peculiar mujer que encuentra alcoholizándose en una sórdida estación de autobuses. Para la mujer es la última oportunidad de encontrar el amor o, más bien, de agarrarse a algo que evite su definitivo naufragio vital. La relación de esta pareja es otro de los ejes de la película, que entronca perfectamente con los conflictos internos del protagonista. Magnífica fotografía en blanco y negro, magnífico cinemacospe, inolvidable sonido de las bolas chocando y entrando en los agujeros en una obra sencillamente apasionante y compleja y a la que uno siempre quiere volver. 

P: 10

martes, 15 de febrero de 2022

SIEMPRE ESTOY SOLA (1964), DE JACK CLAYTON.

Con guion del Nobel Harold Pinter, esta película británica nos presenta un tema poco convencional: la relación de una mujer que ya ha tenido varios maridos y bastantes hijos con la última de sus parejas. Anne Bancroft sostiene sobre sus hombros una historia en la que tiene que realizar una interpretación muy aferrada a la psicología de su personaje: Jo jamás parece llegar a comprender que su insatisfacción vital es consecuencia directa de las discutibles decisiones que tomó en el pasado, sobre todo respecto a la numerosa prole de la que ha de responsabilizarse. Así pues la protagonista no deja de tropezar numerosas veces con la misma piedra. Como todavía es joven y atractiva, cree que la relación con su nuevo marido, que al principio se muestra muy enamorado va a ser la definitiva, para llevarse pronto el correspondiente desengaño. Pero tampoco la posibilidad de aborto y esterilización que le propone su marido le va a servir para liberarse, sino para hundirse todavía más, sobre todo cuando el personaje interpretado por un magnífico James Mason le ofrezca una brutal dosis de realidad. Interesante película, bastante adelantada a su época.

P: 6

sábado, 12 de febrero de 2022

EL OCASO DE LA DEMOCRACIA (2020), DE ANNE APPLEBAUM. LA SEDUCCIÓN DEL AUTORITARISMO.

Aunque demos por sentado que los éxitos cosechados hasta ahora por el sistema democrático - el menos imperfecto de los existentes, a decir de Churchill - garantizan que se va a quedar con nosotros para siempre, es indudable que los últimos años se ha producido la confluencia de diversos factores que lo están poniendo en serio peligro, al menos como lo hemos conocido hasta ahora. El ocaso de la democracia está escrito, entre otras cosas, desde la experiencia personal de la autora que, casada con un importante político polaco, conoce bien los deterioros democráticos que llevan años padeciendo países como Polonia, Hungría o Estados Unidos.

El libro comienza con el recuerdo de la fiesta de bienvenida al nuevo siglo que la autora organizó en su domicilio de Polonia. Según cuenta, asistieron numerosos amigos de diversas tendencias políticas, pero no hubo disputas de esa índole, sino un ambiente de armonía y respeto entre todos los asistentes. Hoy día, muchos de esos antiguos amigos han roto su relación precisamente por el incremento de la polarización ideológica, un fenómeno que lleva también siendo protagonista en de la vida política en nuestro país. Pero esto no solo ocurre en el interior, sino también en las relaciones exteriores entre naciones. Jamás se ha puesto tan en peligro la unidad europea - conseguida después de la terrible experiencia de dos guerras mundiales - como con el Brexit, un suceso absolutamente desgraciado que se le fue de las manos incluso a sus demagogos promotores. Políticos como Boris Johnson apoyaron el no a la Unión Europea calculando que sería imposible que la gente votara salir, pero esperando sacar réditos políticos a corto plazo. Esta es la política que impera hoy en día: orientada al discurso populista y a la demonización del adversario. Casi ningún partido se libra, ni de izquierdas ni de derechas, porque todos han entrado en una espiral de acusaciones y desencuentros de la que es muy difícil salir.

Además, esta polarización saca del armario uno de los viejos males de Europa: el nacionalismo. La política emocional que se practica ahora - estimulada por el auge de las redes sociales - apela más al sentimentalismo que a la razón. Los militantes e incluso los ciudadanos empiezan a advertir que, para prosperar, importa más no salir del discurso dominante que ser talentoso en cualquier campo:

"(...) los principios de la competencia, incluso cuando fomentan el talento y posibilitan la movilidad ascendente, no responden a las cuestiones más profundas sobre la identidad nacional y personal. No satisfacen el deseo de unidad y armonía. Y sobre todo, tampoco satisfacen el deseo de algunos de pertenecer a una comunidad especial, una comunidad única, una comunidad superior. Este no es solo un problema de Polonia, Hungría, Venezuela o Grecia. Puede ocurrir en algunas de las democracias más antiguas y estables del mundo."

Al final El ocaso de la democracia deja en el lector un regusto de pesimismo, como si la balanza de la historia estuviera decantándose de manera inevitable por el lento resquebrajamiento de los sistemas democráticos. Nadie renuncia de manera tajante a la democracia, pero muchos países instalan regímenes que violentan sus procedimientos convirtiéndose en sistemas semiautoritarios que intentan disimular esa realidad de puertas para afuera. Con este panorama, como expresa la misma autora, será muy difícil revertir la degradación institucional, tal y como la advierte el ciudadano, y así no será complicado que siga sucediendo lo impensable: que gente tan peculiar como Trump, Putin o Jonhson acabe gobernando los países más poderosos del mundo, mientras muchos miran hacia China como una especie de tercera vía que vende su exitoso modelo al resto del mundo. Desde luego, el futuro no está escrito, pero en la actualidad hay pocas razones para ser optimistas. La vuelta de la cultura de la política del consenso y la marginalidad del radicalismo parecen hoy realidades lejanas.

LIRIOS ROTOS (1919), DE DAVID WARK GRIFFITH.

Después de haber realizado obras tan épicas y complejas como El nacimiento de una nación o Intolerancia, parecería que una película tan intimista como Lirios rotos es un paso atrás en la carrera de Griffith, pero nada más lejos de la realidad. Lirios rotos es un prodigio de narrativa que, tomando unos pocos elementos y un par de escenarios consigue conmover profundamente a cualquier espectador. La película cuenta la historia de un par de personajes desgraciados que llevan vidas solitarias en el Limehouse londinense, un barrio sórdido situado en los muelles. Lucy es maltratada por su padre, un pendenciero boxeador que la trata como una criada y no duda en apalizarla a la mínima - Griffith no se ahorra mostrar estas terribles escenas -. Cheng es un personaje extremadamente ingenuo. Llegó a Londres desde China con la idea de difundir la doctrina pacifista de Buda en el mundo occidental. Ha fracasado de manera absoluta y consume sus días gestionando una paupérrima tienda y observando pasivamente las miserias cotidianas de sus vecinos, mientras está enamorado en secreto de Lucy, a quien considera un ser puro. En películas como esta Griffith estaba inventando el lenguaje cinematográfico y nos premia con planos tan sublimes como aquel en el Lillian Gish utiliza sus dedos para mostrar una mueca forzada de sonrisa para intentar calmar a la bestia de su padre. Se puede decir que esta es una de las primeras películas absolutamente perfectas de la historia del cine.

P: 10

miércoles, 9 de febrero de 2022

NEGACIÓN (2016), DE MICK JACKSON.

Los aficionados a leer libros sobre la Segunda Guerra Mundial conocemos al excéntrico - por llamarlo de alguna forma - y polemista David Irving, un historiador que ha generado polémica con sus conclusiones acerca del Holocausto, entre otros temas. La película la protagoniza Rachel Weisz, que interpreta a otra historiadora, Deborah Lipstadt, que criticó a Irving en su libro La negación del Holocausto, interponiendo este último una demanda contra ella para defender su derecho al honor. El juicio subsiguiente, que es en lo que se centra la trama, despertó el interés mediático porque, como muchos interpretaban, en el fondo se le iba a otorgar a un juez la capacidad de determinar si había pruebas para determinar si el Holocausto había sido un hecho tan terrible como siempre habían afirmado consensuadamente la mayoría de los historiadores o si existían dudas razonables al respecto, como exponía Irving. El final del asunto fue bastante anticlimático, pues el autor de La guerra de Hitler, llevado por su desmesurado afán de protagonismo terminó disparándose varias veces en el pie. En esta lucha entre David y Goliat, acabó venciendo Goliat, que es al que las pruebas le otorgaban de manera desmesurada la razón. Negación reproduce fielmente estos hechos y no intenta añadir espectáculo o intriga donde no la hubo: si bien Irving empezó sus intervenciones haciendo gala de un gran conocimiento del asunto, al final, como ya hemos dicho, sus propias palabras lo perdieron y lo retrataron como el racista que era.

P: 6

lunes, 7 de febrero de 2022

BULLIT (1968), DE PETER YATES.

El recuerdo que me quedó de esta película, cuando la pude ver, hace ya muchos años, me llevaba a esperar una trepidante cinta de acción policial. Quizá la sombra de una de las mejores persecuciones automovilísticas de la historia del cine es demasiado larga, pues, siendo lo que más se recuerda de esta obra, es bueno apreciar que nos encontramos ante una película mucho más realista de lo que podría parecer. Porque Steve McQueen es un gran actor e interpreta en esta ocasión a un hombre tranquilo, amante de los protocolos policiales, que se ve finalmente desbordado por los acontecimientos y termina echando mano de la violencia. La presencia de la ciudad de San Francisco, el otro gran personaje de Bullit, se aprovecha al máximo para conseguir una ambientación muy particular, incluso en las escenas que transcurren en el interior del Hospital. Un guion muy bien medido y realista que dosifica perfectamente investigación, tensión y acción y a la vez consigue algo tan difícil como rozar lo mítico.

P: 8

sábado, 5 de febrero de 2022

LA BALADA DEL SOLDADO (1959), DE GRIGORI CHUKHRAI.

Ambientada en los días en los que la Unión Soviética se había visto sorprendida por la invasión alemana de 1941, La balada del soldado es una película soviética que no desmerece en calidad a lo que se rodaba en Hollywood en aquellos años. Alyosha es un soldado jovencísimo que, en una acción muy afortunada, ha conseguido destruir dos tanques alemanes. Como recompensa, se le propone para ganar una medalla, pero él propone a su comandante que se le cambie este premio por permitirle visitar brevemente a su madre, pues su aldea no dista demasiado del frente de batalla. A partir de aquí la película de Chukhrai deviene en una especie de road movie en la que el personaje va moviéndose por la retaguardia tratando de llegar lo antes posible a su hogar para volver a su compañía en el plazo estipulado. Si bien, como es lógico, buena parte de lo que vemos es pura propaganda soviética: confraternización perfecta entre combatientes, mandos benévolos y comprensivos, pueblo resignado y con fe en la victoria final... entre líneas podemos leer el verdadero mensaje de la película: lo que verdaderamente rompe la guerra son las relaciones humanas. Por ello el abrazo de una madre o el beso de una esposa son los sueños más íntimos de los combatientes de cualquier nacionalidad y los soviéticos no iban a ser una excepción: la verdadera patria son los seres queridos. En este sentido la película nos regala escenas tan memorables como la del reencuentro entre un soldado lisiado y su esposa. Durante su recorrido el buen Alyosha vivirá una historia de amor tan pura como solo la puede protagonizar un joven sin experiencia y tan breve e intensa como solo puede producirse durante un conflicto bélico. La película es un perfecto homenaje a la humanidad individual de todos y cada uno de los soldados que defendieron la llamada madre patria y los inmensos sacrificios, no solo en sangre, sino también en afectos perdidos, a los que tuvieron que someterse.

P: 8

LUZ QUE AGONIZA (1944), DE GEORGE CUKOR.

Adaptación de una mediocre obra teatral de Patrick Hamilton, Luz que agoniza es una película que adquiere entidad por el ambiente de tensión que Cukor logra crear a través de una historia que va entrando, parafraseando a las recomendaciones de Netflix, cocinada a fuego lento. Además de ser una trama de suspense, Luz que agoniza tiene otro punto fuerte en el retrato de la evolución psicológica de los personajes principales. Ella, una ingenua mujer atrapada en un matrimonio falso, pues el único interés de su marido es perturbarla psicológicamente en razón de unos oscuros intereses que se desvelarán al final de la trama. La casa de Thornton Square es casi otro personaje de la película, un lugar muy inquietante, muy apropiado para desarrollar los planes del malvado Gregory Anton. Todo un clásico muy recordado por el público, hasta el punto de que la expresión luz de gas ha llegado hasta nuestros días en el ámbito de la lucha contra la violencia de género. 

P: 8

martes, 1 de febrero de 2022

PETULIA (1968), DE RICHARD LESTER.

Muchos especialistas dicen que el cine clásico terminó en torno a 1968. Los grandes realizadores habían filmado una gran cantidad de obras maestras y el medio cinematográfico buscaba nuevos caminos. En Petulia no es solo que se traten abiertamente temas como el desamor, los conflictos violentos de pareja o el adulterio, es que Lester desbarata el lenguaje cinematográfico tradicional y ofrece una narración caótica y moderadamente fascinante: muchos planos, movimientos confusos de cámara, traslación a imágenes como flashes de los pensamientos o recuerdos de los personajes... La estética de la película es absolutamente informal, quizá en referencia a los anhelos de libertad de aquel presente. Una historia hija de su tiempo adecuadamente  dirigida por el realizador de las películas de los Beatles. Es curioso que un actor como el ya maduro Joseph Cotten abandere la incomprensión conservadora a estas nuevas costumbres tan escandalosas. Petulia merece la pena verse, aunque sea como curiosidad que capta el espíritu de una época.

P: 6