domingo, 20 de octubre de 2024

NIÁGARA (1953), DE HENRY HATHAWAY.

Con un solo vistazo al cartel, se puede intuir que el principal reclamo para los espectadores de esta película es el protagonismo de Marilyn Monroe. Pero Niágara es mucho más. Funciona perfectamente como una sórdida obra de cine negro cuyo espectacular escenario se integra perfectamente en la acción. Destaca en la misma el contraste entre las dos parejas protagonistas: la que conforman Marilyn Monroe y Joseph Cotten, sumida en una espiral autodestructiva y la recientemente casada, un modelo de armonía que refleja perfectamente el american way of life. Como bien dice la voz en off al principio de la película, tal y como las cataratas surgen de aguas tranquilas que después se precipitan violentamente por un acantilado, así la acción de Niágara va haciéndose más tensa y sórdida a los ojos del espectador. El papel de Marilyn Monroe es muy diferente al que estamos acostumbrados. Aunque al principio parece la misma rubia ingenua, en realidad en su cabeza anidan planes muy siniestros, aunque solo podamos intuir el verdadero origen de los mismos. La última escena, la del barco precipitándose hacia las cataratas, es un prodigio técnico para la época. Película con los tiempos muy bien medidas, la obra de Henry Hathaway sigue siendo muy estimulante para el espectador actual.

P: 8

sábado, 19 de octubre de 2024

DICK TRACY (1990), DE WARREN BEATTY.

Recuerdo que esta película fue un gran éxito cuando se estrenó, pero hoy se encuentra bastante olvidada y ha envejecido muy mal. Warren Beatty se empeñó en adaptar el famoso cómic de Chester Gould y el resultado es una traslación muy particular de las tiras a la gran pantalla. El ambiente en el que se desenvuelven las aventuras del protagonista oscila entre el sueño y la realidad, ya que la puesta en escena es lo mejor de esta película, muy exquisita y apegada al mundo del cómic. Pero Dick Tracy falla en el retrato de sus personajes, demasiado básico. El protagonista no tiene ninguna profundidad, más allá de ser un heroico policía incorruptible y los malos - todos gente terriblemente deforme - son gangters sin más motivación que la de matar al protagonista para hacerse con la ciudad. La película no aburre y contiene ideas interesantes e incluso arriesgadas, pero el conjunto resulta demasiado convencional. La presencia de Madonna, como gran estrella de la época tampoco aporta nada, más allá de un insulso intento de romance.

P: 4

domingo, 13 de octubre de 2024

DESPOJOS (2012), DE RACHEL CUSK. SOBRE EL MATRIMONIO Y LA SEPARACIÓN.

Un divorcio es una de las experiencias más estresantes que puede vivir una persona. En muchas ocasiones, donde había amor, a veces intenso, solo queda resentimiento, incluso odio. Un proyecto en común se ha hecho pedazos y cada una de las partes que lo conformaban ha de reconstruirse mientras intenta llegar a un acuerdo con su expareja, que puede mantener una posición hostil hacia el mismo. Rachel Cusk habla con singular crudeza sobre su propia experiencia. Intentó con su pareja establecer una relación en la que se invirtieran los papeles tradicionales de género, ella trabajando y él en casa, limpiando y cuidando de las niñas. Parece ser que algo dentro de ella, según cuenta, se rebelaba contra esta situación, entre otras cosas porque ella terminaba asumiendo su rol tradicional cuando volvía a casa. Al final todo estalla de la manera más cruel. Su definición de matrimonio, como orden, queda lastrada:

"El matrimonio es un modo de manifestación. Absorbe el desorden y lo manifiesta como orden. Reúne cosas distintas y las convierte en una sola. Recibe caos, diversidad y confusión y los convierte en forma."

Así pues, Despojos, se convierte en la crónica descarnada de un sufrimiento íntimo que se materializa también frente a los demás, puesto que su situación frente a las amistades y el resto de las parejas conocidas se ha deteriorado. Además, están las dos niñas, seres inocentes que no comprenden la nueva situación e intentan tímidamente reconciliar a sus padres y que todo vuelva a ser lo que era. Mientras tanto la narradora experimenta una situación psicológica extraña, una especie de expulsión del universo femenino que ya iba notando dentro de su matrimonio. Y eso convierte su ira en algo absolutamente irracional, pues acaba identificándose con el personaje mitológico de Clitemnestra, que mató a su marido Agamenón a su vuelta de la guerra de Troya. 

Al final la protagonista no tiene más remedio que conocer a otros hombres, pero lo hace de manera apática, sin ilusión. Parece como si algo muy básico dentro de ella se hubiera roto y fuera incapaz de recomponerlo: odia el matrimonio, pero también sufre intensamente su soledad y su lo que considera un fracaso vital, aunque el libro acaba con una esperanza de recomposición, una vuelta a sentirse viva. Resulta curioso que el último capítulo se escriba desde el punto de vista de un ser aún más desgraciado que ella y que esta muchacha sea capaz también de encontrar su camino frente a un pasado violento y trágico.

DON QUIJOTE DE LA MANCHA (1947), DE RAFAEL GIL.

Con la mitología imperial por bandera, característica del primer franquismo, era lógico que el cine de la época quisiera una adaptación de la obra inmortal de Cervantes, aprovechando que se celebraba el cuarto centenario del escritor. Considerada la película más fiel a la novela, sigue siendo una obra muy correcta a los ojos del espectador de hoy, aunque es inevitable que destile la amargura de un personaje con sueños de grandeza que se topa incesantemente con la dolorosa realidad. Algo parecido le pasaba a aquel Régimen, cuyos sueños imperiales debían esperar frente a una población hambrienta y con todo tipo de necesidades. Dotada de un gran despliegue de medios para el cine español de la época, la adaptación resulta muy entretenida, aunque algo teatral en algunas escenas. El espíritu de Gil parece ser arriesgar lo menos posible, no innovar, sino encomendarse al espíritu de Cervantes y recrear lo más exactamente posible las páginas del Quijote. Destaca también la gran interpretación de sus dos protagonistas, Rafael Rivelles y Juan Calvo, así como la presencia de una joven Sara Montiel y de Fernando Rey interpretando al bachiller Sansón Carrasco.

P: 6

sábado, 12 de octubre de 2024

LA HUELLA (1972), DE JOSEPH L. MANKIEWICZ.

A veces el cine y el teatro se dan la mano y conciben obras tan magistrales como ésta. Pocas veces hemos visto en pantalla un escenario tan conseguido como el que se muestra en esta película. Se trata de la casa de uno de los protagonistas, un coleccionista de objetos raros, el lugar perfecto para que se produzca el mítico duelo interpretativo entre Laurence Oliver y Michael Caine. La huella exige plena atención al espectador debido a los muchos giros de guion que contiene, pero a cambio ofrece una diversión plena, puesto que el interés por la enrevesada trama, lejos de decaer, intensifica su interés hasta el inspirado final. Uno de los personajes es un aristócrata. El otro es dueño de una peluquería, pero ambos se comportan de una manera similar bajo una apariencia caballeresca. Al final la película puede funcionar como una especie de metáfora de lo que es la existencia: una lucha permanente para ser más ingenioso y decidido que los semejantes y adquirir la mejor posición. Todo ello en el escenario de una casa en la que el espectador no puede dejar de mirar cada detalle de la misma, cada muñeco, cada pequeña trampa preparada para sorprender al visitante. Una película mítica que sigue funcionando igual de bien que el día en el que se estrenó.

P: 10

ALGUIEN VOLÓ SOBRE EL NIDO DEL CUCO (1975), DE MILOS FORMAN.

Protagonismo absoluto para Jack Nicholson en una película cuyo papel principal está concebido a su medida. Alguien voló sobre el nido del cuco es ante todo un canto a aquellas personas que son apartadas y marginadas por parte de la sociedad por apartarse del orden establecido. Los locos reciben con la llegada de Randie McMurphy a un líder natural tan carismático como imprevisible. La película muestra, de un modo tragicómico, los métodos de la psiquiatría tradicional que sirven más para intentar tener pacientes mansos que para recuperarlos a la vida social. Lo más original es que la villana sea una enfermera que trata de imponer una autoridad tiránica sobre los internos, autoridad que cuenta con todo el respaldo institucional. La película es una perfecta hija de una época en la que el cine se permitía no ofrecer discursos morales, sino mostrarse ambiguo en este aspecto para el espectador. Alguien voló sobre el nido del cuco ha quedado como todo un clásico cuyos personajes y escenas se encuentran en el imaginario colectivo.

P: 7

domingo, 6 de octubre de 2024

VIDAS ANTE EL ABISMO (2023), DE OLIVER HIMES. ALEMANIA, 1943.

A principios de 1943, el panorama de la Segunda Guerra Mundial, que hasta entonces había favorecido a los alemanes, cambió radicalmente con la derrota de Stalingrado. Los habitantes de las ciudades alemanas sintieron una especie de escalofrío en su espina dorsal y trataron de seguir con sus vidas, aunque la situación en el país irá volviéndose cada vez más asfixiante, sobre todo después de que Goebbels proclame la guerra total y el Estado apueste radicalmente al todo o nada: o la victoria o la derrota más espantosa. 

Vidas ante el abismo toma como eje narrativo la historia de Karlrobert Kreiten, un pianista que cometió la imprudencia de hacer unos comentarios en contra del Régimen frente a quien no debía. Hasta entonces Kreiten había disfrutado de una vida de éxito, puesto que su talento era muy apreciado en toda Alemania e incluso fuera de ella. A partir de su caída en desgracia el pianista conocerá las duras condiciones de encarcelamiento de quienes eran considerados traidores y la radicalidad de la justicia alemana de aquel momento de locura, en el que las ciudades del Tercer Reich comenzaban a sufrir ataques aéreos masivos por parte de ingleses y norteamericanos. 

El libro de Oliver Himes describe un completo panorama de la intimidad de los alemanes en un momento terrorífico, en el que las condiciones de vida iban deteriorándose progresivamente, pero en el que todos sabían que lo peor estaba por llegar, puesto que cualquier observador objetivo sabía que en aquel momento era cuestión de tiempo que Alemania perdiera la guerra. Acciones tan simbólicas como la de los miembros de la Rosa Blanca de poco iban a servir ante un Régimen totalitario cuyo afán era extender el terror entre todos los ciudadanos para que todos cumplieran con su papel en el esfuerzo de guerra sin rechistar. Resulta terrorífico simplemente imaginar lo que pasaría por la cabeza de los ciudadanos decentes en esos momentos: a la desgracia de tener a los hijos muriendo en el frente se sumaba la destrucción cada día más intensa de los centros urbanos. Una agonía que se prolongó durante dos años y media y que desembocó en la más absoluta y destructiva derrota de la historia.