sábado, 10 de junio de 2023

EL GOLPE (1973), DE GEORGE ROY HILL.

Varios elementos se conjugan en El golpe para hacer de ésta una película mítica. Por un lado está el más obvio: la química entre sus dos protagonistas, unos Paul Newman y Robert Redford en estado de gracia, que además se nota que se lo están pasando bien rodando la película, pero también un guion absolutamente perfecto y una dirección sobria y muy eficaz por parte de George Roy Hill, que incluye elementos simbólicos en la cinta que son advertidos por el espectador de una forma no consciente. Aunque la trama tiene cierta complicación - y un inesperado giro final - la perfecta narrativa que otorga el director al relato hace que en todo momento la trama sea cristalina. El golpe ha quedado como el ejemplo más logrado del género de cine de timadores, jamás superado. En realidad, aunque casi todo es divertido y burlesco, se trata de la historia de una venganza, puesto que hay un muerto al principio. La película contiene numerosas escenas de antología, entre la que destacan la partida de cartas en el tren y la actuación de Robert Redford cuando es detenido y llevado a las oficinas del FBI, como su lenguaje corporal remite a la angustiosa situación a la que es sometido. Una obra que ha enamorado a varias generaciones y que invita a ser revisada numerosas veces.

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GUARDIANES DE LA GALAXIA VOL. 3 (2023), DE JAMES GUNN.

La saga de los Guardianes de la galaxia es uno de los grandes aciertos de Marvel, al haber dejado a James Gunn cierta libertad creativa dentro del vasto universo superheroíco. Ahora ya conocemos perfectamente a todos los personajes, sus interacciones y su pasado inmediato. Gunn ha tenido el acierto de otorgar protagonismo en la tercera parte a uno de los más queridos, Rocket, y dedica buena parte de la película a explorar su terrible pasado, mientras en el presente sus compañeros tratan de salvar su vida después de que el héroe en forma de mapache ha recibido un disparo. Obviamente el film aprovecha para denunciar la realidad de la experimentación con animales, pero no se alimenta de moralina para construir su historia. En esta ocasión la película - la mejor de las tres en una saga excelente - sabe dosificar sabiamente las dosis de comedia, drama y acción justas para que al espectador le transcurran sus dos horas y media de duración prácticamente como un suspiro. Un acierto también la presencia de nuevos personajes, como la perrita Cosmo o ese villano clásico de Marvel, un Alto Evolucionador que se nos presenta de una manera muy distinta a la de los cómics. Posiblemente habrá más películas de los Guardianes, pero no será lo mismo sin James Gunn.

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viernes, 9 de junio de 2023

SUCCESSION. TEMPORADAS 1-4 (2018-2023), DE JESSE ARMSTRONG.

Hay pocas series tan adictivas como Succession. El magnate de los medios de comunicación Logan Roy da signos de agotamiento que pueden derivar en una muerte próxima, circunstancia que empieza a poner nerviosos a sus hijos, potenciales herederos de su fortuna y de su poder. La lucha del padre contra sus hijos, a quienes parece despreciar y de los hijos entre sí se produce durante las cuatro temporadas en un ambiente de riqueza escandalosa y excentricidades que solo se puede permitir un porcentaje escaso de la población, esos seres que necesitan proclamar constantemente que están por encima del resto. Los hijos de Roy han crecido entre algodones en lo material, sin embargo han tenido una existencia psicológicamente dura, marcada por el comportamiento ambiguo de un padre - un auténtico cabrón en los negocios - que los quiere y los desprecia a la vez, puesto que jamás podrán estar a su altura. Con estos ingredientes, Succession ofrece una perfecta mezcla de tragedia y comedia en la que destacan personajes como el primo Greg o Tom, el marido de la única hija de Roy, un hombre ambicioso que se siente muy inseguro en el ambiente en el que tiene que moverse. Además de todo esto, la serie ofrece una magnífica panorámica del estado de los medios de comunicación, de las tensiones que se producen en un mundo cambiante y los nuevos ricos que va generando el auge de internet y las redes sociales, un mundo muy diferente del conoció Logan Roy cuando forjó su leyenda. Una producción que lleva hasta el extremo la moda de retratar desde un punto de vista esperpéntico la vida de los que Tom Wolfe llamó amos del universo

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domingo, 4 de junio de 2023

LOS INGRATOS (2021), DE PEDRO SIMÓN. LA INFANCIA RECUPERADA.

Esta novela está escrita de la nostalgia. Evoca la época de finales de los años setenta, un tiempo quizá más inocente que el nuestro - o al menos los de mi generación lo recordamos así - y que contaba con algo que hoy en día se echa en falta: la esperanza de un futuro mejor, de un progreso en las condiciones de vida económicas y morales en un país que salía de una dictadura y comenzaba una democracia que se esperaba nos acercara al resto de Europa. El protagonista evoca su niñez itinerante por diversos escenarios rurales de nuestra geografía, situación motivada por el trabajo de su madre como maestra, pero se detiene especialmente en uno de esos lugares, hablando del tiempo en el que fue plenamente feliz.

Aunque la historia es algo tópica, Los ingratos se lee con interés gracias al buen oficio literario de su autor. En todo momento se intenta describir la realidad de aquellos años con el filtro de la mirada de la infancia, de una comprensión del mundo que va perfeccionándose poco a poco, pero en la que prima una visión todavía inocente del mismo. Con esta premisa, los conflictos que surgen alrededor del niño, como el posible divorcio de sus padres o la soledad de su madre, son temas difícilmente comprensibles por su inocencia, aunque terminen afectándole. La ingratitud del título surgirá con la pubertad, cuando los intereses del protagonista empiezan a ser otros y se olvide de la segunda madre que tuvo en el pueblo y cuyo amor fue uno de los pilares de su felicidad absoluta.

Con una influencia obvia de Miguel Delibes, Pedro Simón ha escrito un libro en el que se cruzan voces y puntos de vista de una manera sutil, para que el lector pueda conocer la parte más oscura de un mundo rural que solo se idealiza hasta cierto punto, aunque si hay algo que sepa evocar la novela es esa sensación de libertad que nos proporcionó el tiempo infinito del que gozamos en la infancia.

UNA PISTOLA EN CADA MANO (2012), DE CESC GAY.

Una película coral que intenta desarrollar distintos aspectos de los problemas amorosos de los hombres de clase media de hoy en día. Los episodios son irregulares, destacando el protagonizado por Ricardo Darín y Luis Tosar, pues ambos actores le otorgan una verosimilitud más acusada que en el resto. Al final se intenta que todas las historias confluyan en la fiesta que se organiza en casa de uno de los protagonistas, pero esto resulta bastante forzado, pues no se ha desarrollado previamente un hilo común que las unifique. El punto fuerte de Una pistola en cada mano es su elenco actoral, con lo mejorcito del cine español de los últimos años, pero no existe un guion sólido que pueda aprovechar a tanta estrella, puesto que la película quiere abarcar temas muy variados que afectan al hombre de mediana edad: divorcios, infidelidades, problemas económicos, de empleo, violencia de género... pero ninguno está desarrollado de manera medianamente solvente y los episodios se limitan a dibujar unos trazos de cada uno. Incluso hay algunos en los que el espectador debe usar de toda su voluntad para aceptar historias tan ridículas y moralmente tópicas como la de Eduardo Noriega y Candela Peña. No se trata de una película aburrida, pero el interés del espectador en que todas esas anécdotas que se cuentan lleguen a algún sitio es finalmente frustrado, por lo que no queda un buen sabor de boca al terminar la misma.

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sábado, 3 de junio de 2023

LAS BENÉVOLAS (2006), DE JONATHAN LITTELL. EL ALMA DEL MONSTRUO.

Cuando nos asomamos a páginas históricas tan estremecedoras como las de la Segunda Guerra Mundial, se nos suele olvidar que las escribieron hombres como nosotros, gente que quizá vivía con una serie de principios éticos y era amante de su familia, pero que tenían que dejar todo eso de lado a la hora de acudir al frente, a protagonizar esas terribles batallas en las que las bajas se contaban por miles. Un miembro de las SS iba unos pasos más allá, sobre todo si se dedicaba a lo mismo que el protagonista de la novela, un teniente coronel de este siniestro cuerpo que avanza en la retaguardia de las tropas que están conquistando la Unión Soviética para el Tercer Reich e inspecciona las matanzas de judíos para evaluar la eficacia de las tropas que las llevan a cabo e intentar implementar métodos más eficaces para economizar las mismas.

Pero las descripciones que nos ofrece Maximilien Aue van mucho más allá de lo convencional. El detallismo con el que están narradas las matanzas, lo duro que debía resultar, no solo para las víctimas, sino también para los verdugos la incesante actividad de la muerte, desemboca en una de las obsesiones de Aue: humanizarse a sí mismo y a sus compañeros y con ello hacer cómplice a un lector que, al fin y al cabo, en una circunstancias similares a las que ellos tuvieron que vivir, seguramente también se habría acogido a la seguridad que ofrece el grupo propio y habría asumido, con más o menos entusiasmo, la ejecución de unas órdenes que implicaban el brutal asesinato de hombres, mujeres y niños, necesarios para construir el nuevo orden nazi. Aquí enlazamos con la banalidad del mal de Hannah Arendt. De hecho, Adolf Eichmann es un personaje recurrente en la novela y bastante más entusiasta en el cumplimiento de las órdenes que lo que dejó ver en el famoso juicio de Jerusalén:

"Si algo demuestran las terribles matanzas del Este es, desde luego, paradójicamente, la espantosa e inalterable solidaridad humana. Por muy embrutecidos y muy acostumbrados que estuvieran, ninguno de nuestros hombres podía matar a una mujer judía sin acordarse de su mujer, de su hermana o de su madre ni podía matar a un niño judío sin ver ante sí, en la fosa, a sus propios hijos. Aquellas reacciones suyas, aquella violencia, aquel alcoholismo, aquellas depresiones nerviosas, aquellos suicidios, mi propia tristeza, todo demostraba que el otro existe, que existe como otro, como humano, y que no hay voluntad ni ideología ni cúmulo de necedad y alcohol que puedan cortar ese vínculo, tenue pero indestructible. Y esto es un hecho, no una opinión."

El mismo Aue llega a confesar que las prácticas que realizaban, esas matanzas persona a persona en las que víctima y verdugo se miraban a las ojos, dejaban a la guerra convencional como una actividad noble y limpia. El detallismo insoportable de Las Benévolas es uno de sus puntos fuertes, porque pocas veces el lector tiene la oportunidad, si tiene estómago para ello, de conocer lo que verdaderamente debían sentir las personas que protagonizaban estos actos y después debían volver a seguir sus vidas con sus familias. La novela tampoco nos ahorra descripciones de la peculiar sexualidad de su protagonista, que se había iniciado a través de relaciones sexuales con su hermana y luego deriva en una homosexualidad que pretende experimentar el mismo placer que siente una mujer cuando es penetrada. Aue prospera en el Tercer Reich porque acepta su papel en la historia, pero a la vez es un personaje muy lúcido e inteligente, que intuye, ya en el otoño de 1941, que Alemania va a tener muchas dificultades para ganar la guerra y que la aventura bélica puede acabar en un tremendo desastre.

El auténtico desastre previsto por el protagonista comienza en la batalla de Stalingrado, de la que se nos ofrece una perspectiva verdaderamente lograda y realista de aquella ciudad que se convirtió en pozo de muerte y locura y sigue con la narración de los bombardeos de Berlin, de la progresiva destrucción de una ciudad que quiso convertirse en la capital de Europa y acabó convertida en un amasijo de ruinas, mientras sus habitantes tratan de sobrevivir al horror que ha desatado el individuo que había despertado tanto entusiasmo entre ellos pocos meses antes. Una de las imágenes más poderosas de la novela nos la ofrece la de un Aue enfermo en su apartamento, situado en un edificio que permanece prácticamente intacto rodeado de un mar de ruinas. Las benévolas, una auténtica obra maestra, no es una novela para todo tipo de lector. Quien se acerque a ella debe aceptar que Littell ha realizado un acercamiento a la Segunda Guerra Mundial escrito con la precisión de un cirujano, por lo que la carne, la sangre y lo escatológico están muy presentes en sus páginas. Quien decida acercarse a ella tiene garantizada una experiencia tan inolvidable como absolutamente perturbadora.

UN TOQUE DE DISTINCIÓN (1973), DE MELVIN FRANK.

Lo que más me atrajo a la hora de ver esta película es la presencia de la Málaga - en concreto Marbella - del año de mi nacimiento en la misma. La trama es bastante convencional, pero refleja bien el espíritu de una época que había acogido plenamente la revolución sexual de los sesenta, por lo que la historia de este adulterio es contada con toda naturalidad, acercándose al lado más cómico de la misma. La Costa del Sol que refleja Un toque de distinción aparece como un lugar ideal para relajarse, a pesar del retrato tan tópico de los personajes españoles y la inevitable presencia de una escena en la que los protagonistas acuden a una corrida de toros. En cualquier caso, lo que más interesa a Melvin Frank es, en la primera parte de la cinta, desarrollar en tono de comedia las dificultades a la que se enfrentan los personajes a la hora de consumar su primera relación sexual. Luego el nivel de la película decae y se alarga en exceso contando la historia de la adúltera pareja de vuelta a Londres cuando organizan un nidito de amor en el Soho. Es curioso que una película hoy día tan desconocida fuera tenida tan en cuenta en los Oscars en el año de su estreno.

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