sábado, 10 de mayo de 2025

EL MUNDO CLÁSICO (2005), DE ROBIN LANE FOX. LA EPOPEYA DE GRECIA Y ROMA.

Occidente es hijo de Grecia y Roma. Conocer la historia del mundo clásico es crucial para ser conscientes de las raíces de nuestra cultura, de nuestro derecho y de nuestro sistema político. Pero sería un error pensar que aquellos hombres y mujeres eran exactamente como nosotros, puesto que sus sociedades tenían unos valores muy distintos y además vivían en un mundo mucho más peligroso. Una de las constantes en la Grecia clásica son las continuas guerras, tanto internas en la península griega y Asia Menor como los conflictos con el imperio persa o con otras potencias en su expansión por el Mediterráneo. Aquí destaca por supuesto la figura de Alejandro Magno, alguien que consiguió la hazaña imposible de derrotar al imperio persa y conquistar un inmenso imperio en pocos años. No hay que olvidar que en Grecia, a pesar de las amenazas incesantes, fue posible el desarrollo de una cultura que cimentó la nuestra: Sócrates, Platón, Aristóteles, Sófocles, Aristófanes, Pericles, Demóstenes... 

Los grandes temas que dividían a los hombres en la Antigüedad tenían que ver con los conceptos de libertad, justicia y lujo:

"Las victorias de los griegos sobre los bárbaros persas y cartagineses tuvieron que ver a todas luces con los tres grandes temas de nuestro libro. Tanto cartagineses como persas poseían mucha más riqueza que los griegos de cualquier ciudad-estado y su nivel de «lujo» era igualmente superior. Se propusieron acabar con la libertad política de los helenos y, si se hubieran alzado con la victoria, habrían sustituido la justicia de éstos por la suya. Pero el lujo no fue el principal motivo de su fracaso. Más bien fue la libertad el valor fundamental que se escondía tras las victorias de los griegos, y fue la falta de libertad como fuerza impulsora el motivo fundamental del fracaso del ejército persa y de las tropas mercenarias cartaginesas. También fueron importantes las innovaciones militares introducidas por los griegos, los hoplitas provistos de armaduras metálicas, especialmente los espartanos, y las naves atenienses recién construidas. Pero todo esto tuvo también que ver con una serie de valores subyacentes. En 650 a.C. la introducción de los hoplitas tuvo que ver con la exigencia de justicia que luego se encargarían de atender tiranos y legisladores. La fuente suprema de hoplitas sería el sistema espartano y éste también abordaría el problema de los excesos causados por el lujo y la necesidad de permanecer «libres» de la tiranía."

También en Roma, la heredera espiritual de Grecia, prevalecieron esos temas. Robin Lane Fox pone especial énfasis en la época de Julio César y en la transición de la República Romana en un imperio gobernado por emperadores con un senado cada vez más debilitado. Toda esta epopeya confluye en el periodo de mayor esplendor del Imperio, con Trajano y, sobre todo, su sucesor Adriano, el hombre en el que se unifican la cultura romana y la griega, ya que llegó a pasar un año entero en Atenas impregnándose de aquel mundo y tomando conciencia de su inmensa herencia. Se ocupó de que restauraran monumentos antiguos y creo otros nuevos siempre respetando la impronta clásica de aquella inmensa herencia de la que debían aprovecharse los romanos. Adriano, que aparece constantemente en numerosos capítulos de El mundo clásico, fue además una especie de turista que dedicó algunos años a recorrer las posesiones del imperio mientras disfrutaba con su amante a la griega. Para su retiro construyó una impresionante villa, cuyos restos todavía pueden visitarse, que es una especie de resumen de la fusión de ambas culturas y una especie de recordatorio permanente de cuanto debía Roma a Grecia. 

El mundo clásico puede parecer un volumen abrumador por su extensión, pero sumergirse en sus páginas supone un recorrido fascinante y ameno por nuestro pasado más remoto. Y todo ello con la garantía de rigor que supone leer a uno de los grandes historiadores de nuestro tiempo.

lunes, 5 de mayo de 2025

DOS SEMANAS EN OTRA CIUDAD (1962), DE VICENTE MINNELLI.

Al igual que en Cautivos del mal, Minnelli ofrece en esta película un despiadado retrato del mundo del cine a través de unos triunfadores que son hombres permanentemente en la cuerda floja. Kirk Douglas interpreta a un actor en horas muy bajas, recluido desde hace años en un sanatorio después de haber sufrido una serie de decepciones vitales y profesionales. El director con el que tanto trabajó en el pasado - y con el que mantiene una serie de cuentas pendientes - vuelve a llamarlo para ofrecerle un pequeño papel en una película que está rodando en Roma. Dos semanas en otra ciudad ofrece, además de la sublime dirección de Minnelli, el contraste actoral entre dos monstruos como Kirk Douglas y Edward G. Robinson. Douglas es el personaje atormentado y pasional, que manifiesta sus sentimientos a través de sus actos, buscando en todo momento una redención casi imposible de su pasado. Robinson aparece como un tipo más tranquilo y calculador, aunque también posee un tormento interno, pues es atacado a la vez por los problemas de la producción y por los desmesurados celos (justificados) de su esposa. Además, aparece una visión muy cruel de una industria del cine más como negocio que como arte, con unos profesionales agobiados por unos plazos imposibles y que son capaces de darlo todo (literalmente) en pos de finalizar su trabajo. Impresionante historia de pasiones desatadas que confirma a Minnelli como uno de los grandes directores del Hollywood clásico.

P: 9

domingo, 4 de mayo de 2025

AMOR A LA INGLESA (1970), DE ALVIN RAKOFF.

Una película un tanto extraña que se vende (solo hay que observar el cartel) como una historia morbosa de un jefe que chantajea a una de sus empleadas para tener relaciones sexuales con ella. En realidad tiene algo que ver con eso, pero Amor a la inglesa (ridícula traslación española del título original, Hoffman), funciona más como un vehículo para el lucimiento de una estrella como Peter Sellers. El personaje que interpreta es muy ambiguo. Manifiesta desde un principio su poder frente a una empleada a la que efectivamente está chantajeando porque ha descubierto que su novio - también trabajador suyo - con el que se va a casar en breve, ha estado robando a la empresa. Así pues, va a tener a su atractiva secretaria en su casa a su entera merced durante una semana entera. En los primeros momentos Hoffman se comporta como un psicópata, aterrorizando a su víctima, pero poco a poco va manifestando sus vulnerabilidades (casi como si fuera un hombre deconstruido de los de ahora) y acercándose espiritualmente a Janet, a base de concederle todos los caprichos sin pedir sexo a cambio. Parece difícil que una historia tan absurda funcione en pantalla, pero el resultado final de la película es bastante convincente, quizá gracias a la química que existe entre sus dos únicos protagonistas. Frente a lo que pueda parecer,  Amor a la inglesa tiene mucho más de drama que de comedia, ya que la interpretación de Peter Sellers produce mucha más inquietud e incluso compasión que carcajadas y esto porque humaniza a un personaje que de entrada se nos presenta como tremendamente repulsivo.

P: 6

sábado, 3 de mayo de 2025

EL PEZ EN EL AGUA (1993), DE MARIO VARGAS LLOSA. POLÍTICA Y FICCIÓN.

La muerte de Mario Vargas Llosa ha supuesto una pérdida cultural enorme, la de uno de los genios literarios del siglo XX y principios del XXI que nos ha dejado un legado deslumbrante. La propia biografía del escritor ha sido uno de sus materiales literarios más frecuentes, presente en novelas como La tía Julia y el escribidor, en la que con sus vivencias construye una ficción. El pez en el agua narra, en capítulos alternos, su infancia y juventud y la carrera política que emprendió a principios de los noventa para hacerse con la presidencia de Perú. Ambos son capítulos biográficos apasionantes y más cuando podemos leerlos con la voz de un Vargas Llosa que no tiene pudor en mostrarse como un ser humano con sus aciertos y sus errores. En realidad esta es una forma de acercarse a la escritura enormemente valiente, puesto que el escritor y muchos de sus seres queridos se convierten en personajes de una obra de no ficción, con lo que ello conlleva en cuanto a exposición de la intimidad, lo cual puede incluso desencadenar conflictos familiares y acabar con amistades.

No es un secreto que Vargas Llosa emprendió un largo viaje ideológico desde una juventud de simpatías marxistas hasta una madurez liberal. Precisamente es esta pasión ideológica, este idealismo el que le llevó a aparcar su prestigiosa carrera literaria en pos de alcanzar el poder en su país natal y emprender una serie de reformas que, según él, deberían sacar a Perú de su atraso histórico y dinamizar la economía abriendo la misma a los mercados internacionales, frente al enquistado reparto de la pobreza que ha estado vigente en los periodos democráticos y dictatoriales de aquel país:

"Así comenzó esta historia. Desde entonces, cada vez que me han preguntado por qué estuve dispuesto a dejar mi vocación de escritor por la política, he respondido: «Por una razón moral. Porque las circunstancias me pusieron en una situación de liderazgo en un momento crítico de la vida de mi país. Porque me pareció que se presentaba la oportunidad de hacer, con el apoyo de una mayoría, las reformas liberales que, desde comienzos de los años setenta, yo defendía en artículos y polémicas como necesarias para salvar al Perú».

Pero alguien que me conoce tanto como yo, o acaso mejor, Patricia, no lo cree así. «La obligación moral no fue lo decisivo —dice ella—. Fue la aventura, la ilusión de vivir una experiencia llena de excitación y de riesgo. De escribir, en la vida real, la gran novela»."

En alguna entrevista Vargas Llosa ha comentado que para un escritor cualquier evento biográfico, positivo o negativo, puede convertirse en material literario de primera. La aventura política emprendida le va a dar un material de primera, sobre todo cuando empiece a pisar el barro de la lucha partidista frente a los sueños ideológicos idealistas que le han hecho fundar el Movimiento Libertad. Poco tiempo hay para sutilezas ideológicas cuando la realidad diaria reclama reacciones frente a maniobras sucias, intrigas o conspiraciones por parte de adversarios y aliados. Durante su campaña por todo el país el autor y sus seguidores dan frecuentes muestras de valor personal, puesto que no es extraño que sean recibidos con hostilidad en algunas de las regiones que visitan. Las palabras se tergiversan y, de manera muy literaria, la realidad puede convertirse en ficción en cualquier instante:

"Desde muy joven he vivido fascinado con la ficción, porque mi vocación me ha hecho muy sensible a ese fenómeno. Y hace tiempo que he ido advirtiendo cómo el reino de la ficción desborda largamente la literatura, el cine y las artes, géneros en los que se la cree confinada. Tal vez porque es una necesidad irresistible que la especie humana trata de aplacar de cualquier modo y aun por conductos inimaginables, la ficción aparece por doquier, despunta en la religión y en la ciencia y en las actividades más aparentemente vacunadas contra ella. La política, sobre todo en países donde la ignorancia y las pasiones juegan un papel tan importante en ella como el Perú, es uno de esos campos abonados para que lo ficticio, lo imaginario echen raíces."

Lo verdaderamente sorprendente es que un candidato de la solidez y la cultura de Vargas Llosa fuera vencido finalmente por un populista como Alberto Fujimori, un político oportunista que apenas era conocido pocos meses antes de su victoria. La derrota es de la que escuecen, pero para el autor también se convierte en la oportunidad, muchas veces soñada de retomar la vida anterior, la vida del intelectual que se dedica a sus libros y a sus conferencias, dejando atrás la agotadora vorágine política. 

Respecto a los capítulos que narran su infancia y juventud, resultan una lectura deliciosa, pues retratan a un Vargas Llosa en permanente enfrentamiento con un padre que había abandonado a su madre con motivo de su nacimiento. Se trata de un joven que desea ser independiente a toda costa, que compagina trabajos y estudios en pos de una vocación literaria que resuena en su espíritu desde bien temprano. Conocemos sus primeros amores, su relación y boda con la tía Julia y el sueño cumplido de visitar París. Una vida intensa protagonizada por un hombre inquieto que va a tomar su mejor material literario de la misma. Nada más humanista que la descripción tan íntima y sincera de la vida de un ser humano.

jueves, 1 de mayo de 2025

DOCE HOMBRES SIN PIEDAD (1957), DE SIDNEY LUMET.

A raiz del caso de Dani Alves, algunos de nuestros políticos han vuelto a poner en cuestión el sagrado principio de la presunción de inocencia en nuestro país. Ver esta película es conveniente para los que dictan sentencias sin ver las pruebas y ponen en entredicho la profesionalidad de los jueces que deben tomar decisiones sobre las mismas. Aquí el personaje de Henry Fonda aparece como un ciudadano íntegro frente a sus otros once compañeros del jurado, que quieren dictar la culpabilidad del acusado sin reflexionar acerca de lo que han visto durante el juicio. Entre los once está quien tiene prejuicios por la procedencia del presunto delincuente, quien es tímido y se deja arrastrar por la opinión general o quien tiene otra opinión pero no se atreve a manifestarla. El presunto delincuente podrá ser culpable o no, pero durante hora y media se demuestra que las pruebas presentadas son cuestionables y que existe una duda razonable acerca de que él sea el asesino. ¿Se puede juzgar con tanta serenidad cuando el caso es mediático? Este es uno de los grandes problemas de nuestra justicia, que su independencia y su criterio se ven continuamente cuestionados por una parte de la opinión pública azuzada por políticos irresponsables. Doce hombres sin piedad es modélica en su planteamiento y consigue crear tensión y suspense en una historia que transcurre a tiempo real situada en una sola habitación. Eso solo es posible si en la dirección está un maestro como Sidney Lumet.

P: 8

sábado, 26 de abril de 2025

EL MINISTRO DE PROPAGANDA (2024), DE JOACHIM LANG.

Aunque está centrada en la existencia del maligno genio de la propaganda que fue Goebbels, la película de Lang tiene el acierto de mostrarnos muchas escenas de reuniones privadas del círculo íntimo de Hitler. El mismo Hitler aparece aquí como un personaje muy perturbador, pues se muestra como una persona afable y muy educada. muy lejos de la imagen que nos han transmitido otras obras cinematográficas. Siendo el reverso de El hundimiento, El ministro de propaganda nos enseña cómo era la banalidad del mal en las más altas esferas. Vemos a un Hitler sonriente ante sus éxitos y sombrío ante su decadencia mientras sus acólitos se mueven a su alrededor anhelando sentarse a su lado en las comidas que celebran juntos a la vez que Ribbentrop, Himmler o Goering mantienen un combate soterrado de todos contra todos. Mientras tanto Goebbels, el protagonista, desarrolla con entusiasmo el arte de la propaganda y se enfrenta a su mujer al enamorarse de una de sus numerosas amantes. El mismísimo Hitler tendrá que hacer de mediador ante el matrimonio. Para el dictador alemán todo es política, también las relaciones personales de sus subordinados, sobre todo ante la guerra inminente que espera y desea. La propuesta de El ministro de propaganda seduce porque, al estar alejada de histrionismos, retrata a unos seres humanos en los que anida el peor de los males, pero que también son capaces de amar y de organizar una comida entre amigos.

P: 8

VOLVERÉIS (2024), DE JONÁS TRUEBA.

Crónica de la separación de una pareja que intenta convertir lo que para la mayoría es un hecho íntimo y desagradable en una fiesta a la que invitar a todos sus amigos. Intentando moverse entre Éric Rohmer y Woody Allen Trueba compone una película bastante aburrida protagonizada por dos seres bastante ególatras que se pasan la película movilizando a numerosas personas - algunas de las cuales hace mucho que no ven - para protagonizar su pequeño drama y ser admirados como personas originales. Volveréis se adorna de numerosas citas cultas, planos de libros y vida cultural en general, lo cual está muy bien, aunque en este caso todo se nota un tanto impostado, pues las conversaciones y las acciones no parecen fluir de manera natural. Más bien parece una película repleta de bromas privadas que solo pueden entender en toda su entidad los implicados en la misma. Hay partes de la misma que se ven con interés, como la visita al director Fernando Trueba, que hace de padre de ella, pero en conjunto Volveréis es una película fallida cuya visión se hace bastante pesada.

P: 4