sábado, 30 de octubre de 2021

LA TIERRA LLORA (2016), DE PETER COZENS. LA VISIÓN DE LOS VENCIDOS.

La visión más popular de la llamada conquista del oeste, se corresponde con la que nos han ofrecido las películas de Hollywood. En muchas de ellas prevalece el sentido épico de la Historia: una epopeya en la que los pioneros se fueron abriendo terreno frente a los ataques de los indios salvajes. En cualquier caso, no siempre es así. En la trilogía de la Caballería, de John Ford, se advierte un retrato muy respetuoso de la tragedia de los nativos americanos, aunque se siga glorificando el papel del ejército de Estados Unidos. El libro de Peter Cozens ofrece una visión mucho más imparcial de unos hechos históricos cuyos detalles son poco conocidos. Una época de expansión fascinante, pero que estuvo repleta de crímenes atroces. Una visión muy ecuánime y lúcida de lo que significaron las Guerras Indias para los perdedores la ofreció el coronel John Gibbon:

"Pónganse en su lugar y dejen que el hombre blanco se pregunte a sí mismo esto: ¿Qué haría yo si estuviera tan amenazado como lo ha estado y está el indio? Imaginemos que una raza superior a la mía fuera a aterrizar en la costa de este gran continente para comerciar y estafarnos con nuestra tierra palmo a palmo, invadiendo poco a poco nuestro terreno hasta convertirnos en un grupo degradado y desmoralizado, confinarnos en un pequeño rincón del continente, donde, para poder vivir, hiciera falta robar, o incluso algo peor. Imaginemos que en un alarde de justicia esta raza superior reconociera que estaba obligada a darnos de comer y a proporcionarnos mantas como abrigo, ¿qué es lo que haríamos en ese supuesto caso? He conocido a una persona que odia a los indios tanto como a las serpientes, y cree que el único indio bueno es el indio muerto, y al proponerle que se ponga en su lugar, aprieta los dientes de rabia y exclama: «Le arrancaría el corazón a todo aquel que atrapara»; y seguro que lo haría; y lo haríamos todos."

Es curioso que Hitler se escudara en estos hechos cuando justificó su campaña contra Rusia: también estaba conquistando terreno vital para la civilización frente a quienes consideraba salvajes, solo que la Unión Soviética se encontraba mucho más poblada y con un nivel de técnica similar al de los alemanes. Aunque la caballería de Estados Unidos siempre tuvo las de ganar, derrotas tan deshonrosas como la de Litlle Bighorn marcaron un punto de inflexión, presentando a los indios como una amenaza que había que exterminar si no se avenían a retirarse a las reservas que dictara el gobierno. La tierra llora no es solo una historia de batallas y violencia, sino también una narración de continuas negociones con las distintas tribus con el fin de lograr una precaria convivencia. Se pretendía que los indios se adaptasen lo más rápido posible a las costumbres del hombre blanco, que cultivaran la tierra y comerciaran pacíficamente, pero tales pretensiones eran muy difíciles de cumplir, sobre todo cuando se engañaba constantemente a la parte más débil de la negociación: se prometían tierras que luego eran ocupadas masivamente por pioneros, lo cual llevaba a los indios a callejones sin salida que solían resolver con espantosos estallidos de violencia.

Al final, como era lógico, los Estados Unidos se impusieron con una mezcla de violencia, engaños y fomento de la división entre las tribus. En el camino quedaron muchos muertos en batallas innecesarias y una herida que sigue todavía supurando a día de hoy. Cierto es que muchos indios también se comportaron mezquinamente, sobre todo cuando empezaron a alcoholizarse, violando a mujeres y secuestrando y asesinando a niños, pero siempre podían alegar que les estaban robando sus tierras ancestrales. Así es el sino de la Historia y La tierra llora intenta ser lo más imparcial posible al respecto, con un relato trágico que no se olvida de ofrecer los detalles más sórdidos de la epopeya.

viernes, 29 de octubre de 2021

LAS VERDES PRADERAS (1979), DE JOSÉ LUIS GARCI.

Estupendo retrato de un momento concreto de la historia de España, cuando con la reciente llegada de la democracia, muchos madrileños se lanzaron a adquirir una segunda residencia en el monte, una forma de estatus social que no todos se podían permitir. Un magnífico Alfredo Landa interpreta a uno de esos afortunados, un self made man a la española que, desde sus orígenes humildes ha conseguido llegar a ser ejecutivo de una importante empresa y cumplir con sus sueños de juventud: el chalé en la Sierra, los hijos, los amigos, las comidas... Una bucólica imagen que se convierte en una insoportable realidad cuando el protagonista adquiere conciencia de los sacrificios del pasado y las servidumbres del presente que tiene que asumir para poder permitirse ese estatus. En el fin de semana que retrata la película José no puede descansar ni hacer nada de lo que le apetece. Puede que tenga muchas cosas, pero en realidad está esclavizado por la necesidad de conservarlas: tiene que aguantar a su jefe, al empleado pelota (impagable Carlos Larrañaga) y a su familia política, cuando a él lo que le gustaría es descansar y acudir al estadio de fútbol el domingo por la tarde. Al menos sigue enamorado de su mujer - y ella de él -  y puede realizarle confidencias en ese sentido. Garci retrata con acierto los sentimientos del protagonista, aunque teniendo a un actor de la talla de Landa como protagonista, sin duda todo es más fácil.

P: 7

miércoles, 27 de octubre de 2021

jueves, 21 de octubre de 2021

LA TORRE DE LOS AMBICIOSOS (1954), DE ROBERT WISE.

Realizada con uno de los repartos más soberbios que podían conseguirse en aquella época, casi puede decirse que La torre de los ambiciosos inaugura un género muy concreto: el de las intrigas empresariales entre altos ejecutivos, una tradición que ha pasado por películas como Wall Street y desemboca en maravillas como la serie Sucesión. Bien es cierto que la película de Wise es todavía hija de su tiempo y la compañía que presenta basa su riqueza en bienes tangibles - la producción de muebles - y no en extraños productos financieros, derivados, futuros, subprimes y similares. La trama que presenta la película es sólida, al igual que todas las interpretaciones, destacando March, Stanwyck y Holden, pero quizá hubiera sido necesario un poco más de metraje para que nos mostraran con un poco más de detalle las características y de cada uno de los numerosos personajes. Su moraleja final puede seguir prestado un gran servicio en nuestros días.

P: 7

miércoles, 20 de octubre de 2021

SECRETOS DE UN MATRIMONIO (2021), DE HAGAI LEVI.

Extraordinaria puesta al día de la obra de Ingmar Bergman, sostenida ante todo por el sólido trabajo de Oscar Isaac y Jessica Chastain, una pareja que destila aquí una química especial, tanto en las escenas de amor como en las de odio. Creo recordar que en la serie original del director sueco había escenas mucho más crueles entre ambos cónyuges, pero lo que aquí se muestra es suficiente para lo que se pretende: la eterna reflexión acerca de la institución matrimonial, sus pros y sus contras. Mira y Jonathan parecen desatar su pasión mutua solo cuando se hacen daño, cuando se separan. No pueden convivir, pero tampoco vivir demasiado distanciados. Es bueno ver que en estos tiempos no han creado unos personajes maniqueos, siendo incluso ella mucho más egoísta, impulsiva e irracional en sus decisiones que el miembro masculino de la pareja. Apetece volver a acercarse a la de Bergman y comparar versiones.

P: 8

domingo, 17 de octubre de 2021

SIN TIEMPO PARA MORIR (2021), DE CARY FUKUNAGA. BOND CREPUSCULAR.

Cuando Roger Moore hizo sus últimas interpretaciones como James Bond, poco antes de cumplir los sesenta años, no intentó representar a un hombre de esa edad, sino que siguió siendo el mismo agente capaz de las mismas hazañas de siempre. En las películas de aquella época el personaje no evolucionaba: el transcurrir de las misiones le dejaba indiferente y solo parecía interesarle la recompensa final de acostarse con alguna jovencita que hubiera aparecido en la trama. La etapa de Daniel Craig ha sido muy diferente. Desde el principio pudimos contemplar a un personaje muy humano al que le afectaba todo lo que estaba viviendo, un ser psicológicamente vulnerable, capaz de enamorarse y de sufrir por el amor perdido, como se mostró magistralmente en Casino Royale, que sigue siendo, con diferencia, la mejor película de esta etapa. A esta la siguió Quatum of Solace, que intentaba mantener el tono de la anterior y contaba con algunos momentos muy interesantes, pero resultó una tremenda decepción. Aunque la esencia del personaje seguía ahí, Skyfall supuso un cambio un tanto abrupto respecto a las dos películas precedentes. De pronto Bond era un agente maduro y de vuelta de todo, cuando en las anteriores acababa de debutar como 007. Skyfall tenía un guion muy descompensado, con una primera parte soberbia y una segunda en la que la historia, a mi parecer, naufragaba, aunque la estupenda dirección de Sam Mendes consiguió que el resultado final fuera positivo. La siguiente fue Spectre, de la que lo único que se puede salvar es su magistral escena precréditos. Ahí se presentaba al personaje de Madeline, el siguiente gran amor de Bond. Sin tiempo para morir es una continuación directa de Spectre, que comienza cuando Bond ha dejado el servicio y se ha ido de viaje a Italia con Madeleine.

Bien es cierto que las primeras reacciones a Sin tiempo para morir han dividido a crítica y público. Para algunos el resultado final ha desvirtuado la esencia del personaje. Para otros, humanizar a Bond hasta estos límites es un acierto y toda una revolución para la saga. Yo soy de los segundos, me gusta que el personaje posea sentimientos humanos y que los transmita en pantalla, a la vez que estamos viendo un gran espectáculo cinematográfico. La idea del personaje enamorado y luchando por conseguir una vida familiar tranquila no es mala en sí misma, pero su desarrollo adolece de varios desaciertos que hacen que la película se resienta de manera muy acusada. El más importante de ellos es el desarrollo de la relación entre Bond y Madeleine. Si este es el gran amor del protagonista, su historia en el filme precedente tuvo tan poca chispa que sigue lastrando el guion de éste. Aunque aquí hay algo más de química entre los personajes, su relación nada tiene que ver con la que se establecía entre Bond y Vesper, que se desarrollaba de forma modélica, dando tiempo a explorar los sentimientos del protagonista y las devastadoras consecuencias del final de Casino Royale. Aquí no hay nada de eso. Hay un romance porque le conviene al guión, pero no sabemos qué ha visto Bond en esta mujer que sea diferente a las muchas otras con las se ha cruzado en sus aventuras. Hubiera sido fundamental para la trama que se dedicara más tiempo a explorar esta relación, aunque fuera a costa de eliminar a secundarios como la nueva 007, que poco aporta a la película, más allá de ser un emblema de lo políticamente correcto, algo que debe estar presente en nuestros días, aunque esté metido con calzador.

Otro de los lastres de la irregular Sin tiempo para morir es el villano. Tener a un actor recientemente oscarizado y aprovecharlo tan poco resulta un tanto incomprensible. La presencia de Safin, quitando la primera escena en la que aparece, la del pasado de Madeleine, no resulta especialmente intimidante y su plan maestro es demasiado convencional a la vez que un tanto confuso. Safin es una especie de aglomerado de varios villanos precedentes de la saga, pero carece de una entidad propia, de alguna característica que lo haga especialmente memorable. Mientras tanto tenemos unas escenas de acción muy espectaculares, pero poco trabajadas en el fundamental aspecto de la credibilidad. Más de una vez vemos a Bond en escenas que parecen más sacadas de un videojuego del género shooter que de un contexto verosímil. Nos da la impresión más que nunca de que Bond es el personaje de una película y de que no va a estar en peligro de muerte hasta que le toque. Una lástima que una cinta que tenía todos los elementos para convertirse en una de las mejores de la saga se quede un poco en tierra de nadie: el argumento más audaz de la franquicia termina convertido en un producto muy convencional, polémico, pero con menos sustancia de la que debería haber tenido

P: 6

YAKUZA (1974), DE SYDNEY POLLACK.

Soberbio retrato del mundo de la mafia japonesa, que no tuvo éxito en su momento, pero que poco a poco se fue convirtiendo en una película de culto. La trama es observada por los ojos de un occidental - Robert Mitchum -  que pasó muchos años en Japón con el Ejército de ocupación estadounidense y se convirtió en amante de una mujer de Tokio. El guión, muy inteligente y equilibrado, nos muestra, con un esmero exquisito, las costumbres de los integrantes de esta peculiar sociedad criminal, que se rige a través de los valores tradicionales del país del Sol Naciente: el honor y el giri, este último un concepto muy japonés que se entiende mejor leyendo el clásico de Ruth Benedict, El crisantemo y la espada. La película conjuga de manera magistral una historia de cine negro, de profunda amistad y de desatada violencia y ofrece la oportunidad de disfrutar de una de las últimas grandes interpretaciones de ese gigante del cine que fue Robert Mitchum, que ofrece como nunca un perfil melancólico y crepuscular, algo que le viene a la historia como anillo al dedo. Estoy bastante seguro que Yakuza influyó profundamente en artistas como Frank Miller a la hora de concebir obras como Daredevil, Wolverine o Ronin. 

P: 9

sábado, 16 de octubre de 2021

DESENGAÑO (1936), DE WILLIAM WYLER.

El mismo año que nuestro país comenzaba una Guerra Civil que nos haría retroceder casi hasta la Edad Media en ciertos derechos sociales, en Estados Unidos se estrenaba esta especie de apología del divorcio que narraba los secretos de un matrimonio décadas antes de Igmar Bergman. Samuel Dodsworth es un hombre hecho a sí mismo, que ha abierto camino en la industria del automóvil con su trabajo y tesón y, por supuesto, dedicando a esta labor todo su tiempo. Cuando llega el momento de retirarse, sale de viaje con su mujer, mucho más joven que él, y es cuando empieza a conocerla de verdad. Y lo que empieza a descubrir de ella, lo deja desconcertado. Y es que Fran no acepta la llegada de su madurez - pronto será abuela - y se dedica a flirtear con los sofisticados europeos que se le ponen a tiro, gente a la que estima muy superior al simplón y buenazo de su marido. Aunque tarda mucho en aceptar la situación, finalmente Samuel va a tomar la decisión adecuada y el público comprenderá que ciertos matrimonios no deben ser para toda la vida. 

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martes, 12 de octubre de 2021

MESAS SEPARADAS (1958), DELBERT MANN.

Basada en la obra teatral de Terence Rattigan, esta adaptación de Delbert Mann se aprovecha de su prodigioso reparto y de su elegante dirección para ofrecer una obra redonda que habla de la condición humana a través de una narración coral. Destaca la historia entre ese hombre caído en desgracia que se oculta del mundo en un apartado hotel y su exmujer (Burt Lancaster y Rita Hayworth). Son seres que no han sabido adaptarse al mundo y sus circunstancias y ahora viven con miedo, porque no quieren volver a experimentar las pesadas exigencias que impone la existencia en sociedad. Igual le sucede a un magnífico David Niven, que interpreta a un patético inadaptado que se inventa un pasado de héroe de guerra para suplir con algo de dignidad la vergüenza profunda que siente por sí mismo. Además, su arco argumental sería interpretado en la actualidad como profundamente políticamente incorrecto. Una obra hipnótica que merece más de un visionado.

P: 9

viernes, 8 de octubre de 2021

DOS MUJERES (1960), DE VITTORIO DE SICA.

Los desastres de la guerra bajo cierto prisma neorrealista se reflejan en esta magistral obra de Vittorio de Sica. Una mujer y su hija que intentan adaptarse a las circunstancias del conflicto en zona italiana, cuando la península estaba siendo invadida por los Aliados y defendida por los alemanes y por los italianos que quedaban fieles a Mussolini. Una película dura que se transforma en crudísima al final, con esta violación que hoy día no podría filmarse en los mismos términos que lo hizo de Sica hace sesenta años. Una enorme Sophia Loren y un Belmondo que da muy bien como italiano dan lustre a una de las mejores realizaciones del autor de Ladrón de bicicletas.

P: 9

miércoles, 6 de octubre de 2021

EL JEQUE BLANCO (1952), DE FEDERICO FELLINI.

Maravilloso debut cinematográfico de Fellini con una película en la que ya está presente gran parte de su estilo inimitable. La historia de esta pareja de recién casados - él con los pies en la tierra y ella con una vida oculta construida entre sueños de ficción - sirve al director italiano para contar una historia que, al principio, parece moverse entre lo fantástico y lo extravagante, para después darse de bruces con la realidad. El jeque blanco de las fotonovelas que lee la ingenua Wanda (magnífico Alberto Sordi) es solo una hermosa fachada que pronto se desmorona para mostrarnos a un ser vulgar y poco delicado. La película, que transcurre en un par de días en una Roma un tanto tenebrosa, es como un círculo que acaba en el mismo punto en el comenzó.

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lunes, 4 de octubre de 2021

EL SEÑOR DE LA GUERRA (1965), DE FRANKLIN J. SCHAFFNER.

Unos años antes de esa maravillosa película llamada El planeta de los simios, Franklin J. Schaffner trabajaron juntos en esta producción que quiere ser una traslación cinematográfica fiel de la vida en Europa en plena Edad Media. El señor de la guerra no se conforma con su sorprendente trama amorosa basada en el derecho de pernada del Señor frente a sus súbditos, también intenta profundizar en aspectos antropológicos y presenta una interesante visión de unas salvajes tierras normandas que todavía no se han adaptado a la doctrina cristiana y cuyos habitantes conservan sus tradiciones paganas. Una ambientación muy correcta para una película que quizá se encuentra un poco injustamente olvidada. 

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sábado, 2 de octubre de 2021

A PUERTA FRÍA (2012), DE XAVI PUEBLA.

La profesión de comercial ha tenido muy poca representación en el ámbito cinematográfico, con notables excepciones como Glengarry Glen Ross. Para muchos profesionales de este sector, su vida es una auténtica montaña rusa, pues las ventas dependen de muchos factores, algunos de los cuales no pueden ser controlados del todo por el vendedor. Aquí se nos presenta a un protagonista totalmente quemado, un comercial cuyos métodos toscos siempre le han funcionado (su fórmula estrella es llevar sus mejores clientes a prostíbulos), pero que ve que su existencia se va por el sumidero frente al empuje de compañeros más jóvenes. Una muy interesante película española, que trata el tema de forma valiente y que se nutre de la insospechada presencia de una estrella como Nick Nolte.

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