martes, 30 de enero de 2024

LA SOCIEDAD DE LA NIEVE (2023), DE JUAN ANTONIO BAYONA.

Recreando unos hechos históricos muy conocidos - el accidente aéreo en los Andes que obligó a sus supervivientes, como medida extrema de supervivencia, a comer carne humana - Bayona entrega una película casi documental y muy meditada que es un reflejo perfecto de los claroscuros de la tragedia. Con retrato exquisito y respetuoso de los personajes se cuenta una historia muy humana cuyo dolor se transmite perfectamente al espectador gracias a su conseguido realismo basado, entre otras cosas en un magnífico conjunto de actores desconocidos que otorgan más sensación de verosimilitud a la historia que se está contando. Además, la película es muy entretenida y narra perfectamente las diferentes fases de los más de dos meses que pasaron los supervivientes aislados en las montañas: la confianza en el rescate, la desesperación cuando saben que no pueden esperar ser rescatados y la resolución de sobrevivir a cualquier precio, aunque sea a través de la transgresión de uno de los grandes tabúes humanos. Un buen homenaje a nuestro espíritu de supervivencia a través de los protagonistas de una de las grandes hazañas del siglo XX, en la que se rinde también cumplido homenaje a quienes no pudieron llegar al final del camino.

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sábado, 27 de enero de 2024

R.M.N. (2022) DE CRISTIAN MUNGIU.

Con su magistral estilo habitual, Mungiu imprime a R.M.N, un realismo que duele al espectador. La película retrata la vida y las tensiones de una pequeña comunidad fronteriza rumana, en la que conviven rumanos, húngaros y algunos alemanes a la que empiezan a llegar asiáticos para trabajar por el salario mínimo. Sorprende que Matthias, el bruto protagonista, se una a las protestas de sus conciudadanos cuando él mismo acaba de abandonar Alemania al agredir al supervisor del matadero en el que trabajaba por llamarle gitano. En la cara opuesta se encuentra Csilla, gerente de la fábrica de pan que ha contratado a los inmigrantes y que quiere integrarlos en la comunidad. Mientras tanto, R.M.N. ofrece también un retrato despiadado de la situación familiar de Matthias, peleado con su mujer, amante de Csilla (en una relación de amor-odio muy particular que solo se basa en lo físico) e intentando educar a su hijo a su manera, para que pueda sobrevivir en el mundo tan duro en el que le ha tocado vivir. El conflicto comunitario, que en tantas partes de Europa se está viviendo, está mostrado de una manera magistral: por una parte están los intolerantes, que llegan a difundir el rumor de que los inmigrantes asiáticos traen enfermedades y que van a utilizar la violencia para conseguir expulsarlos y por otro los representantes de la fábrica, que ofrecen unas condiciones de trabajo tan poco atractivas que tienen que buscar la mano de obra fuera, pese al gran nivel de paro existente en la zona. La de Mungiu es una película que retrata de forma convincente las tensiones actuales de Europa, sobre todo en la que es heredera del comunismo y todavía no ha sabido adaptarse al capitalismo sin tensionar la vida ciudadana.

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OCTOPUSSY (1983), DE JOHN GLEN.

A esta película le tengo mucho cariño, pues recuerdo haberla visto repetidas veces a lo largo de la infancia y ella fue la que hizo que me aficionara para el resto de mi vida al personaje de James Bond. No hay que buscar demasiada lógica a muchas de las escenas de Octopussy, hay que contemplarla como una muy entretenida película de aventuras, aunque en este aspecto resulta un poco contradictoria: a la simplicidad de su enfoque se añade un trasfondo bastante complejo, una trama protagonizada por un general ruso que pretende provocar la Tercera Guerra Mundial. Todo lo que tiene que ver con esta trama, bastante compleja, está bien hilvanado para que culmine en una escena inolvidable: James Bond vestido de payaso desactivando en el último momento una bomba nuclear preparada para estallar en una función de un circo. Aquí Roger Moore deja ver que no era mal actor en absoluto y sabe imprimir el suficiente dramatismo a ese momento clave. Por lo demás, Octopussy no ha envejecido nada mal. Cuenta con una escena precréditos realmente espectacular, ambientada en Cuba, y su ritmo es verdaderamente trepidante, tomándose sus descansos con momentos realmente elegantes, como el de la subasta con el huevo de Fabegé. En su debe, algunos enormes absurdos, como el grito de Tarzán cuando Bond está huyendo en plena jungla india.

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domingo, 21 de enero de 2024

DEJAR EL MUNDO ATRÁS (2023), DE SAM ESMAIL.

En ciertos aspectos, nuestros miedos actuales acerca de la llegada del fin del mundo tienen paralelismos con los terrores medievales del fin de los tiempos. Aunque en Occidente ya no somos muy religiosos, somos conscientes de que la tecnología ha alcanzado tal grado de virtuosismo y complejidad que por sí sola bastaría para provocar una catástrofe irreversible. La familia protagonista de Dejar el mundo atrás quiere tomarse unos días de descanso y alquilan una mansión a las afueras de Nueva York, en un lugar idílico a dos pasos de la gran ciudad. Pronto empezarán a notar que algo no va bien. Internet no funciona y tampoco la televisión. Además, los animales del entorno se comportan de forma extraña. Lo mejor de Dejar el mundo atrás es que la sensación de desasosiego y vulnerabilidad de los personajes ante una situación desconocida es transmitida perfectamente al espectador, un espectador que sabe que lo que está viendo en pantalla es una posibilidad no descartable en los próximos años en esta montaña rusa de sorpresas que nos está ofreciendo la Historia en los últimos tiempos. La poca información que le va llegando a los personajes acerca de su situación es la misma que se nos transmite y así compartimos con los protagonistas el anhelo de intentar saber más en un mundo en el que de pronto se han eliminado todas nuestras formas de confort tecnológico. Aunque Esmail se toma algunas libertades estilísticas y alguna que otra rareza de guion, el resultado final de Dejar el mundo atrás es muy sólido y consigue algo que no todas las películas logran: que sigamos reflexionando acerca de ella horas después de haberla visto. 

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sábado, 20 de enero de 2024

SEIS AÑOS QUE CAMBIARON EL MUNDO, 1985-1991 (2015), DE HÉLÈNE CARRÈRRE D´ENCAUSSE. LA CAÍDA DEL IMPERIO SOVIÉTICO.

La caída de la Unión Soviética es uno de los acontecimientos más sorprendentes del siglo XX. Recuerdo que crecí con la sombra del enfrentamiento entre dos potencias nucleares que se dedicaban a la contención mutua para evitar entrar en conflicto directo. Una de ellas era la Unión Soviética, un imperio enorme que se había cimentado en una violenta Revolución, en una Guerra Civil y en la victoria sobre la Alemania nazi, con la que había obtenido el control de toda Europa del Este. En revistas, periódicos, programas de televisión y películas a veces se hablaba abiertamente de la posibilidad de una guerra nuclear, sobre todo en periodos especialmente tensos en las relaciones entre estos dos colosos. Lo que nadie podía esperar es que uno de ellos se derrumbara de forma tan estrepitosa y sin que su rival hubiera tenido que disparar ni un solo tiro. Fue un acontecimiento milagroso a la vez convulso, uno de esos espasmos inesperados que a veces tiene la historia que hacen que todo cambie y que el mundo tenga que adaptarse a una situación inesperada:

"Fue un milagro como pocos ha conocido la historia. Extrañamente, un cuarto de siglo más tarde, la memoria colectiva continúa subestimando, cuando no olvidando por completo, esa extraordinaria serie de acontecimientos, la desaparición pacífica e incruenta de un sistema estatal todopoderoso que se creía eterno, y de un inmenso imperio fuertemente armado. Lo que se recuerda sobre todo fue la caída del Muro de Berlín en noviembre de 1989, que deja en la sombra el conjunto de la escena y se convierte en «el día que cambió el mundo». Sin embargo, la verdad es otra, y la resumió perfectamente Hubert Védrine, que fue uno de los grandes ministros de Asuntos Exteriores de la V República: «La caída del Muro de Berlín es emoción; la Historia es la caída del sistema soviético»."

Es evidente que la llegada Mijaíl Gorbachov fue el gran catalizador de unos cambios que llevaron un nombre que pronto se popularizó en todo el mundo: perestroika. Si algo favoreció la decisión aperturista de Gorbachov fue la reciente historia de la Unión Soviética, un Estado con un sistema en franca decadencia que ya no ilusionaba a nadie, cuyos últimos dirigentes habían sido ancianos inoperativos. Gorbachov intentó salvar al comunismo a base de restar autoritarismo, sumar transparencia - la gran prueba de fuego al respecto fue la tragedia de Chernóbil - y emprender una serie de reformas económicas que llegaban muy tarde. La principal consecuencia de todo ello fue la progresiva emancipación de los Estados satélites de Europa del Este (con la caída del muro de Berlín como hito realmente espectacular) y el comienzo de serios conflictos en la zona del Caúcaso.

Mientras Gorbachov disfrutaba de su inmensa popularidad en el escenario internacional dentro de casa las cosas iban cada vez peor. El nivel de vida de los ciudadanos se deterioraba y la ilusión de los cambios ya no era suficiente para evitar el descontento, circunstancia que aprovechó un dirigente tan singular como Boris Yeltsin para ir haciéndose progresivamente con cotas de poder cada vez más altas hasta que se llegó a una situación verdaderamente sorprendente, en la convivían la Unión Soviética con un nuevo Estado ruso con su propio Partido Comunista. La puntilla para un Gorbachov cuya influencia disminuía día a día mientras aumentaba la de Yeltsin fue el golpe de Estado de agosto de 1991, que fracasó pero acabó haciendo posible que a finales de año despareciera la URSS y diera paso a otra etapa de reformas radicales e inmensa corrupción que concluyó una década después con la llegada de Putin al poder. La historiadora francesa recorre magistralmente toda esta etapa y nos recuerda que la Historia nunca está escrita y que lo sorprendente siempre puede tener cabida en la misma.

UPON ENTRY (2022), DE ALEJANDRO ROJAS Y JUAN SEBASTIÁN VASQUEZ.

Vivimos en unos Estados cada día más controladores. Con la excusa de la seguridad, de la lucha contra el terrorismo, contra el tráfico de drogas y la inmigración ilegal, el paso, por ejemplo, por esos no-lugares fronterizos que son los aeropuertos se convierte en una experiencia desagradable. O en una pesadilla de tintes kafkianas, como le sucede a la pareja protagonista de Upon Entry, residentes en Barcelona que quieren vivir en Estados Unidos y creen llevar todos los papeles en regla. Ambos son sacados de la cola y llevados a una habitación aparte, donde tienen que enfrentarse a una espera inquietante - con la angustia de perder su vuelo de conexión - y después a un incomodísimo interrogatorio que en muchos momentos roza lo íntimo. La principal característica de Upon Entry es que sabe transmitir perfectamente la incomodidad de los personajes, su inquietante situación, al espectador. Y así sus directores pueden hablar del desasosiego que nos produce a veces una Administración que quiere protegernos a toda costa, obviando en ocasiones nuestros derechos y libertades e incluso las formas más elementales de educación. En cualquier caso, no todo es lo que parece en la película y también se aprovecha para reflexionar sobre las formas de pareja contemporánea, esas relaciones que transcurren sin que los miembros de la misma conozcan del todo al otro, a través de unas relaciones líquidas e intercambiables. Sistema y relaciones deshumanizadas se dan cita en un pequeño habitáculo del aeropuerto JFK.

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jueves, 18 de enero de 2024

OTRA RONDA (2020), DE THOMAS VINTERBERG.

 Vintenberg, el cineasta transgresor propone parte en esta película de una premisa muy sencilla: una especie de pacto o conspiración de cuatro profesores de mediana edad que, hartos de su mediocre existencia deciden acogerse a la teoría de un psiquiatra noruego llamado Finn Skarderud. Dicha teoría recomienda una ingesta moderada de alcohol cada día para estar al máximo de nuestra capacidades ya que nuestros cuerpos "tienen un déficit de alcohol del 0.05". Así pues, Otra ronda retrata este experimento y la degradación, cada vez más acusada, a la que se van sometiendo los personajes, contada en un tono más bufo que realista, lo cual quizá resta interés a una película que parece no tomarse en serio a sí misma (la premisa en sí es muy interesante) y le interesa más la parte cómica que la dramática de las consecuencias de tales decisiones. Quizá el filme funciona bien como retrato de la decadencia de un Occidente que prefiere mirar hacia otro lado frente a los problemas que se acumulan en sus orillas y en su seno y se dedica a festejar antes de su degradación definitiva. O quizá no es más que un mero divertimento por parte de Vinterberg que tiene su absurda razón de ser en el llamativo baile final que se marca su protagonista.

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lunes, 15 de enero de 2024

SALTBURN (2023), DE EMERALD FENNELL.

Saltburn comienza como la típica película de género universitario-académico. Un novato llega a la Universidad de Oxford. Oliver Quick se muestra como un muchacho hecho a sí mismo. A diferencia de muchos de sus compañeros, ha llegado a tan prestigiosos estudios, no por formar parte de una familia rica, sino por méritos académicos. La primera parte de Saltburn relata el proceso de adaptación del protagonista y el inicio de su amistad con el Adonis de Oxford, Felix Catton, quien le acabará invitando a pasar el verano en la inmensa finca familiar. A partir de aquí la película se viene abajo, no porque la propuesta de Fennell sea mala, sino por cómo está planteada, sobre todo porque la familia Catton es retratada como un grupo esperpéntico, quizá en la estela de series y películas de los últimos años que retratan a los ricos como codiciosos retrasados. El protagonista se transforma entonces paulatinamente, a ojos del espectador, en una especie de Tom Ripley que poco a poco va ganándose a su familia adoptiva con artes que van desde lo seductor a lo maquiavélico. Todo muy de sal gruesa en un relato que va derivando a lo gratuitamente escandaloso - en estos tiempos, esta característica del film es la que ha cimentado su éxito en el mundo de las plataformas - para terminar penosamente con una explicación en imágenes de cómo se las ha ingeniado el protagonista para conseguir lo imposible, aunque jamás sepamos sus auténticas motivaciones.

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sábado, 13 de enero de 2024

MADRID (2020), DE ANDRÉS TRAPIELLO. HISTORIA DE UNA CAPITAL.

La primera vez que uno contempla Madrid cuando llega de provincias - en mi caso fue a mitad de los años ochenta - es casi como si llegara a un territorio mítico que ha estado viendo en películas, en imágenes de televisión o leyendo en libros, pero que impresiona cuando se puede pasear por sus calles y palpar el ambiente de las mismas. Ante todo Madrid es una ciudad muy acogedora para el visitante ocasional - otra cosa es para quien tiene que empezar a trabajar y ganarse la vida en ella - debido a su apabullante oferta cultural, gastronómica y de ocio. Salir de Atocha y encontrar de frente el hermoso edificio del Ministerio de Agricultura es siempre emocionante, no importa cuántas veces se haya hecho. Las calles de la capital siempre ofrecen una promesa renovada de nuevas experiencias que se adaptan a las necesidades y gustos del visitante que podrá deleitarse con su arquitectura y con su historia mientras pasea hacia su destino.

Algo así sintió Andrés Trapiello la primera vez que llegó a Madrid, huyendo de su familia en un intento de que la capital lo acogiera y le proporcionara una vida próspera. Tras varios intentos lo consiguió y después de varias décadas se ha convertido en un amante y en un experto en Madrid, conocimientos y pasión que transmite perfectamente en las páginas de este volumen. Porque las ciudades no son solo un conjunto de edificios y de calles, son también su ambiente, sus habitantes e incluso su clima. Según se vislumbra de su texto, el autor ha debido leer centenares de libros acerca de la ciudad - durante muchos años - antes de emprender este proyecto, muchos de ellos conseguidos en el Rastro, auténtico bazar de hallazgos inesperados al que Trapiello acude puntualmente cada domingo desde hace décadas con espíritu de buscador de tesoros. 

Además, Madrid también es un reflexión medio melancólica, medio resignada, acerca del paso del tiempo, no solo para los seres humanos, sino también para las ciudades. Pocas urbes como Madrid han sabido resistir tan bien, sin mudar su personalidad, los numerosos destrozos arquitectónicos que ha sufrido, la cantidad de edificios singulares que ha perdido y algunas remodelaciones no siempre afortunadas de sus calles. La capital siempre ha sabido adaptarse a esas mudas de piel tan traumáticas en ocasiones y ofrecer algo nuevo al visitante para no perder su atractivo. Así Trapiello describe ese fenómeno como algo inevitable, algo que quizá trata de conjurar con su gusto por conservar reliquias del pasado madrileño en forma de libros u otros objetos:

"Uno ha tendido a vivir rodeado de cosas viejas y usadas, heredadas o adquiridas en el Rastro. La mayor parte de los libros que he leído y que están hoy en nuestra casa los leyeron antes o pertenecieron a personas para mí desconocidas, casi todas muertas ya cuando yo los compré. A veces más que una biblioteca parece una necrópolis. Y no me importa.

Este libro ha sido fruto de cuarenta años de vida madrileña y de muchos derribos. Durante los cuatro años que he trabajado en él he ido tomando notas de lecturas, paseos e impresiones, y aprovechando las que ido guardando en unas libretas de hule negro, encontradas, cómo no, en el Rastro y procedentes de viejas papelerías cerradas por defunción o quiebra. Las notas y papeletas son literalmente miles, de las cuales la mayoría no sirven (...)"

Leído esto da la impresión de que el libro de Trapiello podía haber sido casi infinito y que su más ingente tarea a la hora de escribirlo ha sido ponerle límites y ofrecer lo más importante de sus impresiones de la ciudad. Leer Madrid es como pasear por la ciudad con un buen amigo que hace de cicerone de la misma y que te descubre sus más recónditos secretos. Una crónica que está impregnada en todo momento por amor y gratitud a una ciudad que para él ha sido finalmente más que acogedora y que además está repleta de un gran número de fotografías realmente magníficas.

EL HOMBRE DEL OESTE (1958), DE ANTHONY MANN.

Un estupendo western que juega con la ambigüedad respecto a su personaje personal, un tipo aparentemente intachable, encargado de contratar a una maestra para su pueblo, del que se va desvelando su pasado como miembro de una banda de atracadores. Destaca El hombre del oeste por la atmósfera opresiva que consigue retratar en el último tercio del film y por la tensión entre personajes que logra a través de ésta. Aquí las dudas del espectador vienen por la posibilidad o imposibilidad de redención de los crímenes del pasado, algo que Link, perfectamente integrado en una comunidad que no sabe en realidad nada de él, había evitado hasta el momento. También ofrece Mann un magnífico retrato de lo que significó la llegada del tren a tierras remotas del Oeste y los sentimientos de los pasajeros que se montaban en él por primera vez. Una película que no fue muy apreciada en su tiempo, pero que ha ido ganando poco a poco con los años hasta convertirse en un auténtico clásico del género, sobre todo porque Gary Cooper borda un personaje muy alejado de sus tradicionales papeles de gran héroe americano.

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domingo, 7 de enero de 2024

MAESTRO (2023), DE BRADLEY COOPER.

Un muy inspirado y arriesgado biopic del compositor Leonard Bernstein, una de las grandes glorias musicales de Estados Unidos y muy valorado también a nivel popular, por haber compuesto bandas sonoras como la de West Side Story y haber protagonizado una encomiable labor de divulgación musical. Sin embargo, la película de Bradley Cooper toma la carrera musical de Bernstein como excusa para hablar de lo que verdaderamente le interesa: la relación con su mujer, puesto que el protagonista era bisexual en una época en la que no era políticamente correcto declararse como tal. Entre las virtudes de Maestro está la libertad con la que su director-actor ha abordado el proyecto. La película es puro cine alejado de las convenciones que lastran el arte cinematográfico de la época presente. Cooper juega con el blanco y negro, con el color y muestra las tragedias, las pequeñas miserias y los triunfos de la vida de su biografiado con bastante ecuanimidad, componiendo a un personaje profundamente humano e imperfecto. Imperfecto en su vida diaria, sí, pero un auténtico titán cuando se trataba de su profesión, algo que el actor se encarga de recalcar poniendo una especial pasión en su interpretación cuando lo contemplamos dirigiendo a su orquesta. Escenas como la última, la cantata en una catedral, en la que el personaje parece redimir sus pecados, son realmente llamativas y enriquecen una película que, con sus imperfecciones, se puede alabar como una muestra de auténtico cine.

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sábado, 6 de enero de 2024

A CADA PASO DEL INVIERNO (2O23), DE D. LOZANO CAPITÁN. AMOR Y TIEMPO.

Los poemas recogidos en este libro excepcional sirven a su autora, entre muchas otras cosas, para intentar retener los instantes más importantes de una existencia, que comúnmente tienen que ver con el amor. El tiempo es la gran obsesión temática de A cada paso del invierno, el anhelo por un pasado idealizado frente a un presente que transcurre en un tono grisáceo frente a la búsqueda del momento perfecto que nunca llega o quizá se remueve en un pasado más o menos remoto. Lo que deleita al lector de estos poemas es su esmerado tono filosófico o incluso sorprendentemente aforístico, como en este ejemplo paradójico:

Créeme cuando te miento

y digo que no te quiero.

En cualquier caso, la poesía no solo sirve para evocar, sino también para retener los momentos anhelados. La perfecta definición de su literatura aparece en Un poema de amor:

Un poema de amor

es la eternidad del sentimiento

de aquellos que amamos

y nos amaron.

Desconoce la fugacidad del tiempo,

mantiene los latidos

allí donde fue la vida.

Y en éste también, siempre con reflexiones filosóficas sobre el transcurrir del tiempo. La felicidad efímera y el océano de tiempo gris que la rodea:

Al final solo quedará

el breve tiempo compartido

frente a la inmensidad

de todo el tiempo sin ti.

Pero mi favorito es esta evocación muy personal de la muerte. De la muerte sentida como propia y la demora, que provoca el tiempo, de la noticia de la misma al ser amado, puesto que mientras ésta llega, la persona fallecida sigue estando viva para los demás:

Si yo muero mañana

¿en qué hora sabrás que ya no existo?,

¿qué minuto exacto matará mi presente

en un pretérito eterno

que desconocerá si me has llorado?

Con la certeza de llegar tarde a mi epitafio,

ensayo palabras que me cubrirán como tierra;

mis ojos, que no te vieron,

sabían que los tuyos

eran el principio de cada respuesta

a la que nunca preguntaste.

viernes, 5 de enero de 2024

ANTOLOGÍA POÉTICA (1908-1937), DE ÓSIP MANDELSTAM. SI ME APRESARAN NUESTROS ENEMIGOS.

La tragedia de la cultura rusa en el siglo XX tiene uno de sus grandes hitos en Ósip Mandelstam, un poeta radicalmente libre que se atrevió a escribir en contra del poder totalitario sabiendo que las consecuencias de sus actos le llevarían a la tortura y a la muerte. Debido a su negativa a amoldarse a las exigencias literarias del Estado soviético siempre fue un escritor paria. La lectura de sus poemas nos presentan a un escritor extremadamente sensible con el paisaje de su patria y con un mundo interior muy rico y a la vez atormentado. Para él la poesía era una especie de arado que al remover la tierra, hace surgir a la superficie sus capas más profundas. También era un arma de guerra pacífica y estrictamente defensiva, aunque hiciera incomodar a un poder totalitario que no toleraba la más mínima disidencia. Mandelshtam fue un ser tan valiente que prefirió defender su libertad interior poniendo en juego su propia existencia.

Ya en 1930, alza su grito contra el destino de sus compatriotas:


Amo a este pueblo cautivo de la tierra,

que cuenta los años como siglos,

da a luz, duerme y grita.

Para tus oídos fronterizos

todos los sonidos suenan bien…

amarillento, amarillento, amarillento

en la maldita profundidad mostaza.


También es capaz de alabar la actitud de Miguel de Unamuno en el famoso incidente en el rectorado de Salamanca a comienzos de nuestra Guerra Civil, un episodio que llegó incluso a la Unión Soviética. Mamdelshtam llama a Unamuno "pájaro sabio y desobediente".

Pero es su Epigrama sobre Stalin el causante a la vez de su desgracia y de su gloria. Pocas veces se ha retratado con mayor acierto a un despreciable dictador que se cree dueño de la vida y destino de sus súbditos, una especie de psicópata de pesadilla que disfruta sojuzgando al pueblo:


Vivimos sin sentir el país bajo nuestros pies,

nuestras voces a diez pasos no se oyen.

Y cuando osamos hablar a medias,

al montañés del Kremlin siempre evocamos.


Sus gordos dedos son sebosos gusanos

y sus seguras palabras, pesadas pesas.

De su mostacho se carcajean las cucarachas,

y relucen las cañas de sus botas.


Una taifa de pescozudos jefes le rodea,

con los hombrecillos juega a los favores:

uno silba, otro maúlla, un tercero gime.

Y solo él parlotea y a todos, a golpes,


un decreto tras otro, como herraduras, clava:

en la ingle, en la frente, en la ceja, en el ojo.

Y cada ejecución es una dicha

para el recio pecho del oseta.


SPIDERMAN: UN NUEVO UNIVERSO (2018), DE BOB PERSICHETTI, PETER RAMSEY Y RODNEY ROTHMAN Y SPIDERMAN: CRUZANDO EL MULTIVERSO (2023), DE JOAQUIM DOS SANTOS, KEMP POWERS Y JUSTIN THOMPSON.

Resulta curioso que algunas de las mejores películas de superhéroes se consigan a través de producciones de animación, quizá porque existe mayor libertad creativa en esta ámbito o quizá porque sus creadores sean mucho más imaginativos que los que se dedican a las producciones de imagen real. En cualquier caso, estas dos películas son un claro ejemplo de lo que digo. Toman el concepto de Multiverso y entregan una saga espectacular tanto desde el punto de vista técnico como de guion. Además, mostrar distintos universos en los que viven los distintos Spiderman ofrece posibilidades insospechadas para jugar con diferentes técnicas de animación, incluyendo el manga o los populares juguetes Lego. Lo más arriesgado de esta saga es que el protagonista no es Peter Parker, sino un personaje muy popular entre los aficionados, pero desconocido para el gran público, un Miles Morales muy bien desarrollado y retratado con gran carisma. Estas dos películas - y la tercera que habrá de llegar - son pura diversión y se basan en ese sentido de la maravilla que jamás debe perderse cuando se aborda este género.

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