miércoles, 27 de marzo de 2024

TIERRA DE FARAONES (1955), DE HOWARD HAWKS.

Rodada en un espectacular cinemascope, Tierra de faraones se dedica ante todo a contar cómo unos profesionales van superando todos los problemas que conlleva la construcción de una pirámide en el Egipto de los faraones. No era el interés por el antiguo Egipto lo que movía a Hawks - su primer proyecto respecto a esta película había sido un guion que narraba la construcción de una pista de aviación en China durante la Segunda Guerra Mundial - sino la idea de rodar una obra repleta de retos constructivos, lo cual también puede ser apreciado como una metáfora del arte de hacer buenas películas. A pesar de las licencias típicas que se toman en este tipo de producciones históricas, la película de Hawks intenta acercarse lo más posible al rigor histórico y por eso otorga suma importancia a la idea de eternidad que subyace en este desmesurado proyecto constructivo: el faraón quiere seguir siendo grande en la otra vida y necesita que se le recuerde en ésta por toda la eternidad: la cámara del tesoro que ha ido reuniendo a través de sus repetidas victorias bélicas es un contundente testimonio de ello. Además, se trata de una película muy entretenida, un auténtico goce visual en una época irrepetible del cine histórico, cuando no existían los efectos digitales, los monumentos tenían que construirse de cartón piedra y las multitudes estaban conformadas por seres humanos.

P: 8

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