El teniente de policía Franco Amore está a punto de jubilarse. Ha gozado de una carrera impecable en la policía de Milán, entre otras cosas porque nunca se ha visto en la necesidad de disparar a nadie. A través de un familiar, acepta un trabajo privado de escolta, algo que le reportará buenos dividendos para afrontar su jubilación, aunque su instinto parece decirle que no es buena idea. Después de un magnífico plano aéreo, que nos muestra una ciudad nocturna casi como una jungla laberíntica, Última noche en Milán comienza por el final de la historia y luego retrocede en el tiempo unos días para contarnos cómo se ha llegado a ese punto. Se trata de una sólida propuesta de cine policiaco que juega con maestría sus bazas: el retrato del ambiente nocturno milanés, la tensión insoportable y la fatalidad propia de este tipo de narraciones. El espectador se pone en todo momento en la piel del protagonista y padece con él el inmenso error de última hora que comete, porque es posible echar por el retrete el respeto ganado durante décadas de carrera irreprochable. Quizá el único punto flaco de la película de Di Stefano se encuentre en su último tercio, en el que abusa de ciertos tópicos de cine estadounidense pero, por lo demás, Última noche en Milán se alza como una propuesta muy sólida e interesante.
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