Una de las sorpresas cinematográficas del cine español del año pasado fue esta tragicomedia que evoca los primeros días de la visibilización del movimiento homosexual en Andalucía, más concretamente en Sevilla. El anhelo del protagonista es poder disfrutar de su opción sexual en libertad, pero se enfrenta a una España en transición, donde todavía no se ha aprobado la Constitución y siguen vigentes las leyes franquistas que reprimen la homosexualidad. Así pues la película retrata, con un tono festivo muy bien ponderado, cómo el movimiento va saliendo poco a poco de la clandestinidad e intenta hacerse público frente a una población educada durante décadas en el rechazo al maricón, ese ser contrapuesto a la virilidad propia del hombre que esperaba el franquismo que fuera un español. Una de las mejores cosas de Te estoy amando locamente es que transmite perfectamente la esperanza de unos años en los que todo estaba por hacer y se esperaban cambios radicales que por fin tuvieran en cuenta a los sectores de población que más habían sufrido una represión de cuarenta años. Por suerte, en este ámbito, las cosas han terminado saliendo razonablemente bien, aunque el camino ha sido largo y lleno de retrocesos, por lo que, tal y cómo nos advierte la película, jamás hay que bajar la guardia respecto a libertades adquiridas.
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