William Tell lleva una vida peculiar. Se trata de un magnífico jugador de cartas que recorre Estados Unidos de partida en partida, pero respetando la regla de no ganar demasiado dinero en cada una de ellas. Le basta con poder vivir modestamente alojado en moteles baratos. No quiere llamar la atención. Pronto vamos a descubrir que William tiene un pasado complicado: estuvo en prisión casi una década por haber protagonizado - mediante las llamadas técnicas de interrogatorio mejorado - alguna de las terribles fotos de la cárcel de Abu Ghraib. Como muchos otros personajes de Schrader el protagonista busca la redención y obtiene la posibilidad de ejercitarla a través de Cirk, un joven que quiere vengarse del antiguo oficial de Abu Ghraib, cárcel en la que se volvió loco su padre, obligado también a ejercer la tortura en la misma. El estilo sobrio del director es perfecto para esta historia de expiación casi religiosa, en la que buena parte de su atractivo se encuentra en la estupenda interpretación de Oscar Isaac, repleta de matices, un tipo que dice que no lo pasó tan mal en su etapa penitenciaria, pero que en realidad vive un tormento íntimo - que se expresa en su necesidad de decorar sus habitaciones de motel evocando su celda en prisión - que solo encuentra un poco de calma cuando se concentra en los juegos de cartas.
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