jueves, 16 de febrero de 2023

METRÓPOLIS (1927), DE FRITZ LANG Y DE PILAR PEDRAZA (2000).

Fue una película muy innovadora en su tiempo y sigue siendo una de las obras más sorprendentes de la historia del cine vista hoy día. Lo primero que llama la atención de Metrópolis son esos decorados que tanta influencia van a tener no solo en el cine, sino en la ciencia ficción que vendrá después. La ciudad que reflejan Lang y Von Harbou - el director siempre declaró que la película debía adjudicarse a los dos - es una pesadilla distópica en la que los privilegiados viven en la parte de arriba, en los magníficos rascacielos surcados por aviones y otras naves y los proletarios en los subterráneos, donde son obligados a trabajar como esclavos para que la urbe pueda funcionar. La imagen de esas masas de obreros en fila, cansados, cabizbajos, entrando o saliendo de sus interminables jornadas es algo absolutamente icónico, no hace falta mucho más para reflejar la injusticia a la que están sometidos. Desde su estreno hubo opiniones divididas acerca de este film. Gente tan prestigiosa como H.G. Wells - que creía que se había plagiado una novela suya - calificó la historia como ridícula, pero otros como Luis Buñuel fueron mucho más entusiastas. Lo cierto es que, si bien el guion es mejorable, la fascinación que producen las imágenes deviene en una experiencia incomparable, tanto que en los años ochenta la película se reestrenó con una banda sonora con músicos de la época y gozó de bastante éxito entre los jóvenes. Desde su estreno el metraje de la película ha sido objeto de diversas mutilaciones, por lo que es muy complicado recuperar la versión original de 210 minutos. La que yo he visto, que se supone la más fiel restauración hasta el momento, está avalada por la Friedrich Wilhelm Murnau Stiftung.

Vale la pena descubrir algunos de los secretos de Metrópolis, así como sus distintas interpretaciones a través de los años leyendo el estudio crítico que publicó la escritora e historiadora del cine Pilar Pedraza en Paidós:

"Metrópolis es una de las grandes máquinas fantásticas de la UFA (...) que remiten a un tiempo mítico - futuro o pasado - en el que no se trata tanto de representar las tragedias de la cultura nacional (...) sino más bien los avatares del destino, del deseo y de la utopía, con una voluntad totalizadora que, entre otras cosas heterogéneas, abarca, sin llegar a dominarlo, el problema del Hijo. Éste (Freder), al abandonar una infancia dorada (...) tropieza con la revelación de que su padre es un tirano que oprime al pueblo (...) El relato se desarrolla bajo la forma de una enrevesada serie de avatares socio-sentimentales y melodramáticos, que el texto despliega, entre fabulador y delirante, cuando expresa el punto de vista del Hijo, y fascinante cuando es el propio autor quien señala los límites de la representación."

P: 10

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