miércoles, 22 de febrero de 2023

HIERBA (2017), DE KEUM SUK GENDRY-KIM. HISTORIA DE UNA ESCLAVA SEXUAL.

La Segunda Guerra Mundial fue una tragedia tan inmensa que es imposible estimar el número exacto de víctimas que produjo y menos aún evaluar el inmenso trauma que dejó como legado a millones de supervivientes. Hierba cuenta la historia de Lee Ok-Sun, una niña coreana cuyo rosario de desgracias desde muy temprana edad parecían no tener fin. Procedente de una familia muy pobre que no le permitió ir a la escuela, fue vendida como trabajadora forzada a una taberna para ser casi inmediatamente raptada por el ejército japonés y destinada a ser esclava sexual de sus tropas, llegando así la protagonista a experimentar el más profundo círculo de su infernal existencia. 

Los japoneses son representados aquí como monstruos sin moral, a los que no le importa el sufrimiento de las niñas y adolescentes cuya única función es hacer olvidar por un rato los horrores de la guerra a unos soldados que, en su mayoría, tampoco tratan a estas chicas como seres humanos. El cómic, uno de los más premiados del año pasado, hace hincapié en la lucha posterior de las víctimas para que el Estado democrático japonés que surgió después del conflicto reconociera su responsabilidad en los hechos, algo que solo ha sucedido en fechas muy recientes y con la boca pequeña. Además, las víctimas tenían que enfrentarse, una vez liberadas, a un absoluto desamparo y rechazo por parte de las sociedades de las que provenían. 

En la tradición de otros grandes cómics que reflejan la terrible historia del siglo XX como Maus, Persépolis o Pyongyang, la autora crea dibujos de apariencia sencilla e incluso algo caricaturescos para contar una historia muy compleja y emocional. La profunda investigación realizada para dotar al cómic de verosimilitud se ve reflejada en cada una de sus páginas. Además, se trata de una historia que quiere ser inspiradora ya que conocemos a la protagonista en los últimos años de su vida como alguien optimista, bromista y que ha eliminado los posibles rencores que pudieron generarse en su triste historia para sustituirlos por una necesidad de justicia, reconocimiento y reparación, algo que Japón ha ido esquivando durante muchos años.

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