viernes, 17 de febrero de 2023

VIOLETTE (2013), DE MARTIN PROVOST.

Violette Leduc fue una de esas escritoras que supieron canalizar las miserias de su pasado y sus traumas del presente en una escritura poderosa y brutal, alejada de artificios literarios. Tanto que, en plenos años sesenta, la censura francesa actuó contra los explícitos episodios sexuales presentes en sus novelas, algo intolerable en la obra de una mujer. Leduc tuvo suerte de contar con la amistad de Simone de Beauvoir, la gran pope intelectual de su época y bajo su amparo publicó una breve pero contundente obra literaria. Ambas aprendieron de la mutua relación, quizá porque Leduc era un ser más radicalmente libre aún que Beauvoir, era una escritora de un malditismo no impostado. La película de Provost ofrece un retrato eficaz pero sin alma del personaje y peca de algo de teatralidad. La trama remonta con la entrada en escena de Simone de Beauvoir, interpretada por la siempre brillante Sandrine Kiberlain, pero uno siente que se han desaprovechado las posibilidades de mostrar su relación de una manera más profunda. Al final la película se hace larga y pesada, aunque no carente de numerosos puntos de interés a los que el espectador puede ir asiéndose. Una lástima, porque o intelectual no tiene por qué ir reñido con lo ameno.

P: 5 

2 comentarios:

  1. No te convenció, bueno, así ni tomo nota.

    Un abrazo y siempre gracias por compartir

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  2. Gracias a esta reseña he leído "La bastarda", de la tal Violette, y visto también la peli. La lectura un poco difícil y no tan amena como uno esperaría de una autobiografía. La peli me gustó. Merece elogios la actitud generosa de Simone en ayudar y alentar a Violette que, en términos generales, era eso que se llama "una desgraciada". Aunque ella y Sartre demostraron en ocasiones ser unos implacables marxistas a veces un tanto despiadados, tenían a veces una debilidad emotiva por marginados sociales como Jean Genet -que aparece también en la peli- y esta Violette. Es muy positivo, muy francés, este interés en la vulnerabilidad humana de los pequeños personajes a pesar de la insistencia intelectual en los grandes esquemas sociales.

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