En la época en la que fue rodada esta película el cine en la España de Franco era concebido como un instrumento más de apoyo al régimen. Las historias podían estar protagonizadas a veces por personajes pobres o incluso marginales, pero al final la solidaridad de la gente y del Estado encauzaban la situación de los buenos españoles. Por eso sorprende la presencia de una producción como A tiro limpio en el ecosistema cinematográfico de nuestro país en aquella época. Aunque no lo dice abiertamente, aquí se nos presenta a un grupo clandestino de comunistas de los cuales dos viven en Francia y vuelven a Barcelona para realizar atracos con el fin de financiarse y debilitar al Estado. El jefe de los cuatro es un tipo un tanto sádico que disfruta enormemente humillando a sus víctimas, otro es un joven francés sediento de experiencias al límite, el tercero es un pobre diablo que regenta un lavadero público y que quiere salir de una situación crónica de estrecheces económicas y el último es un compañero que cumplió unos años de cárcel y se retiró como mozo a una masía que le gustaría poseer algún día. La película se inspira directamente en los clásicos norteamericanos de cine negro e imita su violencia descarnada, así como su fatalismo. Además, A tiro limpio refleja casi de manera documental la realidad de la Barcelona de la época, una ciudad reprimida que lucha por sobrevivir. Es curioso que, entre otras escenas un tanto insólitas, la madre de una de las protagonistas hable en catalán, un idioma marginado en aquellos días. Una película que puede disfrutarse a muchos niveles, desde el punto de vista político, sociológico o como sólida obra de cine negro clásico.
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