Según los describe Clara Ramas son "los nuevos melancólicos a la busca del objeto perdido". Muchas veces se trata de gente muy influyente que escribe en periódicos y aparece en tertulias televisivas predicando diversas pérdidas que son descritas como "el orden, la estabilidad, las certezas, los valores, el bienestar. En concreto: patria, familia, trabajo, creencias, virtud, valores, comunidad, roles de género, clase." Se trata de una especie de denuncia permanente de pérdida de una identidad pura y deseable que existió en un momento más o menos remoto. La esencia pura de la izquierda, la esencia pura de la patria, los valores familiares sólidos, el trabajo estable...
Es evidente que el abuso de este discurso produce parálisis en los proyectos de futuro y un sentimiento de impotencia:
"Hoy, los discursos melancólicos que escuchamos en el espacio público tienen esa doble faz. Una epidemia silenciosa se extiende por nuestro espacio social: la tristeza, la apatía, la desesperanza, la desafección. Una incapacidad para vislumbrar el presente como tarea colectiva y el futuro como proyecto común. La discusión política deja de importar, la política se ha vuelto a convertir en actividad de unos privilegiados cuyos manejos no nos conciernen. (...) En los discursos chillones sobre la grandeza del pasado o la patria, se esconde en realidad un grito caníbal. O conmigo o con nadie. España es mía o que se hunda España. La política es mía o de nadie. La familia es como yo digo que es o no es familia. Es el grito del ego: yo lo devoraré todo."
La obra de Proust es una constante en el discurso de Clara Ramas. Como en el intento titánico del autor en recobrar ese objeto perdido que puede remontarse a la infancia, nosotros también reclamamos esa seguridad y ese sosiego que quizá jamás poseimos. Este sentimiento no es nuevo ni mucho menos, ya en los primeros escritos de la humanidad aparecen referencias a tiempos mejores que no se podrán recuperar, esa edad dorada que resume el anhelo imposible de los hombres. Sí que es cierto que en la actualidad hay un factor que no existía en el pasado: se trata de internet y las redes sociales que nos hacen acceder en segundos a mundos y realidades insospechadas, que nos prometen satisfacer nuestros más íntimos deseos de forma instantánea y que al final nos decepcionan y nos frustan. Lo tenemos todo al alcance de la mano menos lo que no gustaría tener. El ser humano es un Tántalo en busca de la solución que parece tener al alcance de la mano, pero siempre se acaba escabullendo, por lo que mirar a un pasado idealizado es siempre una receta infalible para estimular nuestra melancolía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario