martes, 11 de marzo de 2025

ANORA (2024), DE SEAN BAKER.

Definida por algunos como la Pretty Woman del siglo XXI, Anora es una película de planteamiento mucho más sórdido y esperpéntico que su romático precedente. La protagonista, que trabaja como bailarina de lap dance en Nueva York, es una prostituta de origen ruso que no parece estar traumatizada por su empleo. Un día conoce a un joven que, después de una experiencia satisfactoria con ella, la invita a pasar una semana en su mansión. Ivan es hijo de oligarcas rusos (con todo lo que ello implica en estos tiempos, dicho sea de paso) y es un niño mimado que utiliza la mansión de sus padres y su dinero para vivir en una continua orgía de sexo y drogas de la que se aprovechan numerosos amigos. El presunto cuento de hadas de Anora comienza cuando él le propone matrimonio y viajan a Las Vegas a casarse. La segunda parte de la película se centra en los intentos de los padres de Ivan - primero mediante sus hombres en Estados Unidos y después de forma directa - de anular el matrimonio y castigar a un hijo que llevaba hasta entonces una existencia absolutamente descontrolada. La película de Baker no pretende ser moral, solo una exposición tragicómica de una situación provocada por la inconsciencia del joven y el deseo ciego de Anora de tener una vida mejor, aunque sea junto a un tipo embarcado en una espiral autodestructiva. Hay que apreciar la película de Sean Baker como continuación de una obra que retrata la cara menos amable de Estados Unidos a través de personajes marginales, aunque en este caso haya aspectos de lo narrado que resultan poco creíbles para el espectador. Que esta película, que resulta muy correcta en todo pero no es ni mucho menos una obra maestra haya sido considerada lo mejor del año por la Academia de Hollywood habla mucho del delicado estado del cine actual, necesitado de obras rompedoras, sí, pero también de talentos como los que proliferaban en el Hollywood de hace no tantas décadas.

P: 6

No hay comentarios:

Publicar un comentario