En el escenario fictio que propone Jacobsen es Corea del Norte la que toma la iniciativa de atacar a Estados Unidos. Y lo hace con dos bombas nucleares: una dirigida a Washington y la otra a la central nuclear de Diablo Canyon, en California. Pero esto es solo el principio, puesto que estos acontecimientos ya de por sí pavoroso se ve pronto agravado por la contundente respuesta estadounidense, que es interpretada por Rusia como un ataque a su propio territorio, lo cual desencadena a su vez un contraataque a los presuntos agresores americanos. Lo que queda claro en este libro - y lo más sorprendente, quizá - es el escaso margen temporal con el que cuentan los dirigentes de las distintas naciones para tomar decisiones ante una agresión nuclear. En pocos minutos se debe decidir qué hacer y, a través de maletín nuclear, elegir que opción de represalia se materializa.
Los sofisticados sistemas de alerta estadounidenses funcionan, pero no así sus métodos de intercepción de misiles, por lo que existe el margen de pocos minutos para tomar decisiones y que las autoridades sean evacuadas de los probables objetivos. Según Jacobsen, no existe el conflicto nuclear a pequeña escala. Los protocolos están diseñados para una respuesta casi inmediata a este tipo de agresiones, lo cual va a desencadenar represalias generalizadas que finalmente dejarán el planeta como un terreno yermo e innabitable, contaminado y sometido a un despiadado invierno nuclear, por lo que es cierto lo que siempre se ha dicho del día después, que los vivos envidiarán a los muertos.
Lo que más estremece de Guerra nuclear es su realismo, el nivel de detalle con el describe lo que sucedería en un escenario que ignoramos como imposible en nuestra vida cotidiana, esas explosiones inimaginables que liberan una energía cientos de veces más intensas que las de la bomba de Hiroshima. Un efecto que se repetiría miles de veces, dado que este es el arsenal nuclear del que disponen las potencias y en un escenario como este las utilizarían todas, ya que si no las podrían dar por perdidas. Jacobsen ha entrevistado a militares, a personal civil de defensa, a políticos y a todo tipo de personas implicadas en la defensa de Estados Unidos. La conclusión principal es que en poco más de una hora la civilización que conocemos y que hemos estado cimentando durante más de doce mil años se vendría abajo sin posibilidad de resurgimiento, mientras los supervivientes se enfrentan a la peor de las pesadillas.
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