Los primeros momentos de El hombre atrapado muestran a las claras como Hitchcock y Lang se influenciaron mutuamente durante buena parte de sus respectivas carreras. Nos encontramos en 1939, en vísperas de la Segunda Guerra Mundial. Un cazador se mueve por los bosques de Baviera y sorpresivamente - o eso creemos - se encuentra con la residencia de retiro de Hitler. No solo eso, sino que consigue poner en el punto de mira de su rifle al dictador. El protagonista dispara, pero su arma está descargada. Por lo que sabremos luego, se trata de un cazador que acecha a sus presas por deporte, por lo que no las mata. En cualquier caso, la presa que tiene en esos momentos en su mirilla es muy especial. Se lo piensa mejor, carga el arma, pero no tiene tiempo de un segundo disparo. Un SS se le echa encima y lo captura después de una breve pelea. Toda esta escena está rodada con una tensión ejemplar, sobre todo teniendo en cuenta el momento en el que fue rodada y su intención de movilizar al público estadounidense contra un nazismo en auge en las fechas del estreno. El resto de la película, después de la tortura y fuga del protagonista, transcurre con una persecución al hombre en unas calles de un Londres fantasmagórico, con mucha influencia del cine negro, aunque con toques de romanticismo. El hombre atrapado funciona perfectamente como metáfora de un guerra en curso, mostrando lo implacable y cruel que es el enemigo frente al heroísmo y nobleza del pueblo inglés.
P: 8
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