La frontera entre Bielorrusia y Polonia es uno de los puntos más calientes y más crueles de la emigración hacia Europa. Miles de personas de Asia y África, muchas huyendo de conflictos, se plantan en la frontera con promesas de fácil acceso a la Unión Europea. Lo que no saben es que están a punto de ser protagonistas de una guerra híbrida en la que son meros peones: serán expulsados de un país para entrar en otro para ser expulsados de nuevo al anterior. Todo ello con uso del ejército y violencia gratuíta ejercida por ambos países. Green Border es una pelicula desgarradora en la que el espectador se identifica plenamente con la familia protagonista que busca una vida mejor en Europa huyendo del conflicto de Siria. Como Sísifo, está familia está condenada a pasar de una frontera a otra pasando hambre y calamidades hasta que mueran o puedan introducirse en Polonia burlando la vigilancia. Pero la película de Holland (rodada en un apropiado blanco y negro) también se asoma a otros puntos de vista de esta situación: el de los soldados de la frontera, alguno de los cuales empieza a tener remordimientos respecto a su labor y el de los voluntarios que intentan ayudar a los inmigrantes fugitivos, muchos de ellos niños que han visto y protagonizado escenass que traumatizarían de por vida a cualquiera. Green border retrata una realidad tangible, un problema prácticamente irresoluble que implica un conflicto entre deber humanitario y seguridad. Muy interesante es el epílogo de la pelìcula, cuando, a principios de 2022, coincidiendo con la invasión rusa, los polacos abren de par en par sus fronteras a cientos de miles de refugiados ucranianos.
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