El nuevo éxito de la comedia romántica tiene la virtud de realizar un examen pseudoantropológico de cómo se establecen las relaciones amorosas en el mundo contemporáneo. Su protagonista trabaja en una empresa que se dedica a organizar citas a ciegas entre clientes muy pudientes. Previamente, se ha clasificado a cada persona según profesiones, estatus económico, gustos, altura, masa corporal... Hombres y mujeres catalogados y ofrecidos como productos de lujo para iniciar una relación entre ellos. El trabajo es exigente, porque los clientes lo son, ya que están comprando felicidad eterna a una empresa cuyos precios pocos se pueden permitir. Luego se examinan los sentimientos y preferencias de la protagonista. Tuvo hace años una relación amorosa con John, pero cortó con él porque su carrera de actor no conseguía despegar y no soportaba su escasa capacidad financiera. Esto se traduce en una escena un poco patética en la que se recuerda una discusión con él (parece ser que provocó la ruptura definitiva) por el pago o no de un aparcamiento. A pesar de esto, han conservado su amistad. Luego aparece el que aparentemente es el hombre ideal, interpretado por el omnipresente Pedro Pascal. Harry es un hombre maduro, apuesto y multimillonario, procedente de una familia rica. Seduce a Lucy con bastante facilidad y la introduce en su mundo de lujo. La conclusión final de esta historia es la que todo el mundo se puede imaginar, pero al menos, se ha ofrecido un análisis bastante más frio de lo que nos tiene acostumbrado este tipo de cine de los ingredientes de las relaciones amorosas.
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