sábado, 20 de septiembre de 2025

EL CAUTIVO (2025), DE ALEJANDRO AMENÁBAR.

La vida de Miguel de Cervantes, el mayor de nuestros escritores, es apasionante, pero repleta de sombras. Para conocer muchos aspectos de la misma, de las cicatrices que dejaron en él las numerosas experiencias amargas que tuvo que padecer, lo mejor es acercarse a sus escritos, pues contienen una visión del mundo basada en una existencia muy rica en viajes y vivencias de todo tipo. Uno de los episodios más conocidos es su estancia como prisionero en Argel durante casi cinco años. El hecho de que se le encontraran cartas de recomendación de don Juan de Austria y del duque de Sessa, motivó a sus captores a considerar a Cervantes una persona muy importante, por lo que solicitaron un alto precio de rescate por su persona. La forma en la que Amenábar nos introduce en el mundo de los cautivos de Argel es muy inteligente: muestra de forma muy cruda las ventas de esclavos que se producían nada más llegar los prisioneros a su siniestro destino y el terror de estos. Con estos ingredientes, el director de Abre los ojos podría haber filmado una reflexión acerca de las experiencias del autor del Quijote y su influencia en su literatura, pero muy pronto sus intereses derivan a las relaciones del protagonista con su captor, Hasán, el bajá de Argel, un tipo de origen europeo que empieza a sentir una gran fascinación por Cervantes, derivándose esta al ambiente homoerótico que impregna la entera ciudad de Argel, como si esta fuera una versión del siglo XVI del barrio de Chueca. Esta es la parte que menos me gusta de la película, esa especie de fantasía sexual que lo impregna todo y que afecta en gran medida al drama del cautivo. Muy interesantes son, por otra parte, las relaciones que se establecen entre los prisioneros españoles, presididas por la tentación permanente de renunciar al cristianismo, obteniendo la libertad a través de la conversión a la religión islámica. Hay también en la película de Amenábar momentos muy interesantes e inspirados, como aquel en el que Cervantes lee un fragmento particularmente cruel del Lazarillo de Tormes provocando la risa generalizada entre su público. Algo que él repetirá en el Quijote, que no debemos olvidar que es una novela cómica, basando dicha comicidad en las desgracias continuas que sufre su protagonista. Una moral muy distinta a la actual que se refleja en una película que ha desaprovechado algunas posibilidades interesantes, como mostrar la actuación de Cervantes en la batalla de Lepanto, pero que constituye finalmente una aproximación interesante a uno de los personajes más notables (quizá el más importante) de nuestra historia.

P: 6

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