Flow narra una especie de apocalipsis que parece haber acabado con la raza humana. Una espectacular subida del nivel del mar deja atrapado al protagonista (un gato) en un escenario muy peligroso en el que, para sobrevivir, deberá cooperar con otros animales. Aquí dichos animales no se encuentan humanizados, como es usual en las producciones de dibujos animados, sino que se intenta reflejar en la medida de lo posible sus características naturales, componiendo así unas imágenes muy atrayentes para el espectador, ya que los protagonistas se mueven en una especie de mundo inundado y distópico. La gran hazaña de la película es mantener el interés en una historia en la que no hay diálogos, por lo que debemos intuir sus sentimientos a través de sus expresiones y movimientos. Provoca también una leve angustia no saber exactamente en que mundo se mueven los protagonistas, ya que no se ofrece ninguna explicación al respecto. Aquí prima la supervivencia por la supervivencia en un escenario en todo momento hostil y cambiante, aunque también se intuye que la esperanza está a la vuelta de la esquina. Una maravilla animada cuyo único lastre lo constituye una historia un tanto repetitiva y que se acaba haciendo un poco larga al espectador.
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