domingo, 7 de septiembre de 2025

HIROSHIMA (2023), DE AGUSTÍN RIVERA. TESTIMONIOS DE LOS ÚLTIMOS SUPERVIVIENTES.

El bombardeo de Hiroshima y Nagasaki fue la culminación de la barbarie que supuso para la humanidad la Segunda Guerra Mundial e hizo entrar al mundo bruscamente en una nueva era. Es común señalar que dicha acción aceleró la rendición del Japón y con ello el fin del conflicto, pero lo cierto es que los nipones estaban próximos a tirar la toalla cuando sucedieron estos hechos (la ofensiva de la Unión Soviética contra su territorio habría sido el factor decisivo). En cualquier caso, desde un punto de vista geopolítico, fue una jugada maestra por parte de Estados Unidos. Consiguieron la rendición de su enemigo y exhibieron al mundo un arma nunca vista, cuyos efectos eran tan devastadores que costaba creerlo: una sola bomba era capaz de devastar una ciudad entera y provocar decenas de miles de víctimas en unos pocos segundos. El objetivo principal era, seguramente, que la Unión Soviética tomara nota del poderío norteamericano.

Pero el libro de Rivera no está centrado en estos factores geopolíticos, sino que constituye un acercamiento a las víctimas llevado a cabo con agradable pulso periodístico. El autor es un malagueño que estuvo una temporada en Japón como corresponsal, por lo que debió tomar un curso acelerado acerca de las costumbres del país del Sol naciente y en todo momento se le nota fascinado por una cultura tan ajena y tan próxima a la vez. Una cultura que, en su momento, discriminó a los hibakusha, a las víctimas y a sus descendientes, considerados contaminados por enfermedades misteriosas que podían transmitir a sus hijos. Rivera se acerca a estas voces y nos expone todo el horror de la mañana del 6 agosto de 1945, cuando se lanzó sobre la ciudad el peor de los infiernos. Los supervivientes describen escenarios apocalípticos, repletos de edificios desmoronándose, ríos de fuego y numerosas personas vagando por sus calles con su piel colgando, entre terribles dolores. El mal no acabó con la destrucción de la bomba, sino que persistió en los supervivientes en forma de enfermedades no conocidas hasta entonces. Hiroshima se convirtió en una ciudad mártir y acabó esforzándose en ser símbolo del anhelo de paz mundial.

Hiroshima constituye un trabajo de investigación de primer orden, llevado a cabo en una cultura ajena a un autor que ha sabido acercarse a la víctimas y hacerlas sentir cómodas para que expongan sus terribles testimonios, mientras ofrece también apuntes muy personales acerca de sus experiencias en este país. El lector no puede sino quedar sobrecogido por estas historias que nos llevan a un escenario impensable, pero no imposible, puesto que las armas nucleares siguen formando parte de los arsenales de diversas potencias mundiales y en estos tiempos tan convulsos no es descartable que puedan volver a utilizarse, aunque la locura que supondría dicha decisión, una vez que se experimentaron sus consecuencias hace ochenta años, nos hace confiar en que jamás se produzca dicho escenario. La lectura de este libro constituye una buena receta al respecto

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