El de Cristina de Suecia es un caso muy singular en la historia, el de una reina que abdicó en la plenitud de su poder y juventud. La película de Mamoulian fabula con las razones de dicha abdicación y se mueve entre la verdad y la ficción, presentando un romance con un embajador español que estimula sus deseos de libertad frente a las continuas obligaciones que le impone la Corte. La reina Cristina de Suecia funciona sobre todo por la sublime actuación de una Greta Garbo más fascinante que nunca, ofreciendo una interpretación muy acertada de una monarca que sabe atender con eficacia sus responsabilidades pero que también lucha continuamente por atesorar espacios de privacidad. Su relación con el embajador, con el cual pasa varios días encerrada en la habitación de una posada mientras fuera arrecia una tormenta de nieve, debió parecer escandalosa en la época en la que fue estrenada la película, pero está tratada de una manera muy creible, debido a la química entre Garbo y John Gilbert. La escena final de la despedida de la protagonista de su tierra desde la cubierta del barco, ha quedado como una de las más icónicas de la historia del cine, lo que da idea del magnífico trabajo tras la cámara de Rouben Mamoulian.
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