miércoles, 30 de septiembre de 2015

EL CREPÚSCULO DE LOS DIOSES (1950), DE BILLY WILDER Y DE SAM STAGGS (2002). NORMA DESMOND Y EL SUEÑO OSCURO DE HOLLYWOOD.


Lo primero que llama la atención nada más comenzar El crepúsculo de los dioses, es que la historia nos la cuenta un cadáver. Joe Gillis acaba de ser asesinado por la antigua estrella de Hollywood Norma Desmond en la mansión de ésta. Y quiere contarnos su historia. Una narración sórdida como pocas, relatada por un hombre atrapado por sus deudas que acaba siendo prisionero de los delirios de una diva del cine mudo que pretende volver al mundo del cine por la puerta grande.

Gillis, un guionista fracasado, podría ser el santo patrón del enorme colectivo de personas para los que la experiencia de Hollywood tuvo mucho más de pesadilla que de sueño. Aquellos con sueños de triunfo que se encontraron con la dura realidad de una competencia feroz, en la que el triunfo solo está reservado a unos pocos. Como Norma Desmond, que lo fue todo en la década de los veinte, pero a la que no sentó nada bien la llegada del cine sonoro. Ahora el ego oscuro y demente de Desmond, ya con cincuenta años, lame sus heridas proclamando en su pequeño mundo, que se reduce a Max, un hombre imperturbable que a la vez es su mayordomo y su ex-marido. La definición que ofreció Glenn Close, que interpretó a Desmond en un musical, de su relación con Max, es muy acertada:

"Los que la rodeaban alimentaron su demencia. Max era un esclavo de su mentira. También creo que ella era una auténtica paranoica. Finalmente alcanzó el punto sin regreso. La realidad hubiera sido un golpe muy violento. Nadie le dijo nunca a Norma: "Cariño, el mundo está cambiando, hagámoslo de otra forma".

Cuando Gillis llega a la propiedad de Desmond huyendo de sus acreedores, la antigua actriz está velando a su mascota, un enorme chimpancé, del que Billy Wilder aseguraba que mantenía relaciones sexuales con la diva. Habiendo sido testigo de esa escena esperpéntica, entre los muros de la mansión encuentra un universo enfermizo y decadente, una especie de burbuja en la que su futura amante vive aislada del mundo exterior y a la vez planea su regreso triunfal a éste. La llegada del joven guionista es como una señal para ella, porque Joe Gillis será quien revise el proyecto de película que ha estado escribiendo en los últimos años: la historia de Salomé, en la que ella será la protagonista. Un propósito insensato, pero que es secundado por él, ya que la inesperada amistad con Desmond se le presenta como su única tabla de salvación, aunque todavía no conoce el alto precio que va a tener que pagar por ello...

El crepúsculo de los dioses sigue siendo el retrato más inteligente y a la vez visceral del mundo de Hollywood jamás realizado. El libro de Sam Staggs recoge todo el proceso de elaboración del film, desde el guión que escribieron con su peculiar estilo de trabajo Wilder y Charles Brackett hasta la elección de sus protagonistas. A pesar de haber sido una gran estrella del cine mudo, "la más grande de todas", Gloria Swanson es recordada sobre todo por la fuerza que imprimió a un personaje que, teniendo muchos puntos en común con ella, se amoldaba a su carácter un tanto excéntrico, sabiendo añadirle la locura progresiva que se va adueñando de la actriz, hasta el memorable final. Porque la película de Wilder es sobre todo una historia de ambición (la ambición de volver a la cima por parte de Desmond) y de supervivencia (el humillante papel que tiene que asumir Gillis como amante de una mujer mucho mayor), pasando por el papel de Max, un servidor incondicional de los delirios de la antigua diva. 

Una película inmortal, venerada por legiones de cinéfilos y de la que podemos transcribir el testimonio de uno de sus primeros espectadores, recogido por Staggs:

"Se me antojó como un cuento de hadas moderno y pensé que Norma Desmond era una bruja mala que vive en un extraño castillo aislada del mundo, y que captura al apuesto y joven príncipe."

martes, 29 de septiembre de 2015

IRRATIONAL MAN (2015), DE WOODY ALLEN. UN ASESINATO FILOSÓFICO.

Acercarse al cine para visionar la película anual de Woody Allen se está convirtiendo en una ceremonia intrascendente. No es que sus últimas propuestas carezcan de interés, pero el director parece rodar con el piloto automático historias que desarrollan una idea interesante, pero que no la llevan hasta sus últimas consecuencias, haciendo así que las expectativas del espectador queden en parte defraudadas debido a la poca necesidad de arriesgar de un director que, después de todo, ya es historia viva del séptimo arte. 

Irracional man nos presenta al profesor Abe Lucas, un filósofo muy popular entre los circulos académicos por la radicalidad de su pensamiento. Lucas, invitado a dar clases en un seminario veraniego de una Universidad, está pasando por una etapa nihilista y absolutamente autodestructiva. El especialista en filosofía debería ser el primero en aferrarse a las grandes construcciones teóricas de los genios del pensamiento para ser un maestro en el arte de vivir, pero en su caso el problema es que no sabe cómo relacionar dichas teorías con la vida real, tan prosaica y tan aburrida. Lo interpreta Joaquin Phoenix, un actor que parece haberse especializado en este tipo de papeles de gente autodestructiva, de vuelta de todo. Lo curioso es que a Lucas le gustaría ser un lobo estepario, pero las mujeres se vuelven locas por él. Maduras y jóvenes, atraidas sexualmente por el hombre radical y además asumiendo un papel maternal para ayudarle a salir de un pozo negro que podría acabar en suicidio, lo cual no deja de ser una elección muy filosófica.

Los mejores momentos de Irrational man son precisamente los que nos describen al personaje de Lucas y nada mejor para exponer sus ideas que esas clases en las que reniega de las principales doctrinas filosóficas, como si fueran un decorado primorosamente construido, pero que se viene abajo cuando sobreviene la menor racha de viento. Es curioso que el protagonista solo recupere sus ganas de vivir cuando planifica y lleva a cabo un asesinato. Como en el caso del protagonista de Crimen y castigo, de Dostoiveski, el criminal pretende que su acción es justa, puesto que ha evitado un mal mayor, ha eliminado de la circulación a un ser que apenas puede llamarse humano, puesto que su existencia estaba consagrada a cometer injusticias sobre otros. El propio Allen confiesa en una entrevista publicada por la revista Caimán Cuadernos de Cine su obsesión, a pesar de ser considerado un director de comedias, con la faz oscura del ser humano:

"Mi pesimismo es crónico. En eso nada ha cambiado. Mi pesimismo era tan profundo hace cuarenta años que no podía llegar más lejos. Siempre he tenido una visión muy oscura de la vida, de la gente y todavía la tengo." 

Como ya he dicho, la premisa del film es muy interesante, y nos recuerda que una de las obsesiones de su director, repetida en algunos de sus mejores filmes, como Delitos y faltas o Match Point es esa atracción hacia el abismo que produce el hecho irreversible de matar a otro. Pero lo que en estas dos películas se convertía en una historia coherente y que no decaía en ningún instante, en Irrational man se convierte en una narración muy liviana y casi intrascendente, a pesar de la gravedad del asunto tratado. Por desgracia, no nos encontramos ante una de las grandes películas del director neoyorkino, más bien ante una reiteración de una de sus inquietudes, que ya había sido mostrada con un tratamiento muy superior en anteriores trabajos.

domingo, 27 de septiembre de 2015

LÁGRIMAS EN LA LLUVIA (2011), DE ROSA MONTERO. ¿SUEÑAN LAS REPLICANTES CON OSOS MADRILEÑOS?

Hace un par de semanas, Babelia, el suplemento cultural de El País, dedicaba un artículo a la llamada literatura de franquicia, es decir, aquellas obras que se basan en personajes y mundos creados anteriormente por otros autores y que gozan de un conocimiento universal: Sherlock Holmes, James Bond o Drácula. Entre todos estos, cómo es sabido, existen mitos literarios libres de derechos, por lo que pueden ser usados por cualquiera. Arthur Conan Doyle, por ejemplo, cuenta con cientos de continuadores, que han escrito miles de relatos basados en el detective más famoso de todos los tiempos, algunos excelentes. Algo parecido es lo que ha hecho Rosa Montero respecto al mundo descrito por Philip K. Dick en su famosa novela ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? y sobre todo con su muy libre adaptación cinematográfica, Blade Runner, de Ridley Scott. Pero la escritora madrileña parece que ha sido prudente y ha ambientado su narración, no exactamente en el universo de Scott, sino en un futuro en el que se sigue hablando de la película y a los androides se les llama reps, en homenaje al término replicantes, que se usaba en la misma:

"Un día Yiannis le había mostrado a Bruna la vieja y mítica película del siglo XX en donde se hablaba por primera vez de los replicantes. Se titulaba Blade Runner. Era una obra extraña y bienintencionada hacia los reps, aunque le resultó algo irritante: los androides tenían poco que ver con la realidad y, por lo general, eran más bien estúpidos, esquemáticos, aniñados y violentos. Por no mencionar a una tecno rubia que daba volteretas como una muñeca articulada. Aun así, en la película había algo profundamente conmovedor."

Nos encontramos en el Madrid del año 2109. El siglo XXI ha sido terrible para la raza humana. A pesar de haber desarrollado plenamente la inteligencia artificial, conquistado otros mundos, conocido a razas extraterrestres y haber unido la Tierra en una única entidad política, todo esto se ha conseguido a un alto precio de guerras continuadas y sangre, además de un deterioro irreversible en el clima de nuestro planeta. La autora va dosificando esta información y poco a poco vamos conociendo las características de este rico universo que ha construido, según confesión propia, para ambientar en él una serie de novelas, de las que ya se han publicado esta Lágrimas en la lluvia y El peso del corazón

La protagonista, Bruna Husky, es una antigua androide de combate que ahora vende sus servicios como detective. Como todos los reps, Bruna ha sido dotada de una memoria artificial, ya que su existencia comienza a los veinticinco años. A pesar de ello, puede recordar perfectamente su infancia y los momentos más dramáticos que definieron su personalidad. Sabe que se trata de recuerdos implantados, que son mentira, pero que sin esa identidad no sería nada. Precisamente ese es uno de los grandes temas de la novela de Montero (como sucedía en la película que le precede), esa escurridiza identidad que nos define y que a la vez está conformada por una serie de acontecimientos vitales que seguramente no sucedieron exactamente de la forma en la que los recordamos. En ese sentido, los humanos nos parecemos mucho a estos androides de ficción, que quizá sean una realidad dentro de unas décadas. Pero la gran tragedia vital de Bruna tiene más que ver con conocer la fecha de su muerte (los androides solo viven en torno a los diez años, debido a una enfermedad celular irreversible que les afecta en torno a los treinta y cinco), por lo que recuerda repetidas veces los años, meses y días que le restan de existencia. Algo muy parecido a nuestra inquietud ante la inevitable extinción, pero acentuado por conocer la fecha casi exacta.

En la página de Austin Miller, la escritora comenta algo muy interesante sobre este asunto: 

"Claro, un tema de Lagrimas es justamente ese, la identidad, qué nos hace ser personas, qué nos hace ser humanos, qué nos hace ser lo que cada cual es, una identidad que, por otra parte, cambia todo el rato. Para mi Bruna Husky es más humana que muchos humanos. Y no no creo en la existencia del alma, si tomamos el término en los límites del alma religiosa . Cómo se construye el yo, es decir, que nos hace sentir esta continuidad en el ser, es un misterio científico y filosófico fascinante."

Una de las virtudes de Lágrimas en la lluvia, es el equilibrio conseguido entre la trama detectivesca y la ambientación futurista. La profesionalidad de la novelista es patente a la hora de contar una historia interesante sin que escape en ningún momento a su control en uno u otro sentido, pues bien podría haber sucedido que Montero dedicara capítulos enteros a describir las vicisitudes del año 2109. Es difícil hacerlo a su manera, ofreciendo información de manera que el relato avanza de una manera natural, para conocer cada vez más aspectos de este Madrid en días extraños que en algunas cosas se sigue pareciendo al nuestro: esa presidenta eterna del gobierno regional (Esperanza Aguirre lo parecía hace cuatro años), ese miedo al terrorismo y a los movimientos políticos radicales, esa corrupción generalizada y estado de desinformación que también están hoy presentes. Además es una ciudad que todavía quiere aferrarse, aunque sea simbólicamente a su propia y difusa identidad, como le sucede a Bruna, aunque sea con la presencia casi escondida de ese oso, en cierta forma inmortal, símbolo improbable de una ciudad que se ha deshumanizado hasta el punto de que el aire y el agua puras son bienes de lujo. 

viernes, 25 de septiembre de 2015

TÚ Y YO (1957), DE LEO McCAREY. AMOR VIRGINAL.

Nos encontramos en un crucero que viaja de Europa a Estados Unidos. Entre los pasajeros hay alguien muy popular: se trata de Nickie Ferrante, un conocido playboy, de esos que, si protagonizara hoy día sus hazañas amorosas, llenarían horas y horas de terturlias de programas del corazón. Ferrante va a Nueva York para sentar la cabeza. Se ha comprometido con una mujer muy acaudalada y la noticia es trending topic a nivel mundial. Por eso el protagonista se convierte en la comidilla entre los demás pasajeros cuando comienza a frecuentar a una mujer que viaja sola. Terry McKay también está comprometida, pero eso no impide que entre los dos surja una chispa de enamoramiento que crece y crece en los pocos días que pasan juntos enmedio del océano. Uno de esos breves encuentros a los que nos tiene acostumbrados el cine, bien resuelto en esta ocasión, por la evidente química entre los protagonistas (a pesar de la diferencia de edad, que Cary Grant era ya todo un cincuentón en esa época) y por el tono de comedia ligera que emplea McCarey para ir dando forma a una relación que tiene su momento clave en la parada que hace el barco en una ciudad de Francia, donde visitan a la entrañable abuela de Ferrante.  

Porque, a pesar de su fama y de no haber trabajado en su vida, Ferrante es un hombre simpático y encantador, capaz de embaucar a cualquier dama, pero también de darse cuenta de que en esta ocasión sus sentimientos son distintos: se ha enamorado hasta tal punto que es capaz de negociar un acuerdo con Terry y renunciar a su inminente fortuna. Ambos se darán un plazo de seis meses para resolver sus respectivas situaciones y, si la llama de su pasión sigue viva para entonces, se encontrarán en la última planta del Empire State un día y una hora determinadas. Para probarse a sí mismo su determinación, llega al punto de intentar hacer valer sus dotes como pintor para ganarse así la vida y, si esto no resultara, buscar un empleo. Observando esta situación a los ojos de hoy, resulta extraño que alguien tan famoso y elegante como Ferrante no tuviera otros medios de vida que lo que le sacaba a las mujeres con las que se relacionaba, pero podemos aceptarlos en bien de la segunda mitad de la película, mucho más melodramática que la primera. La situación de ella es parecida: ha de abandonar a su prometido y su cómoda posición en nombre del amor.

Pero visionando con atención Tú y yo hay muchos detalles en la trama que me parecen mucho más fascinantes que la convencional historia que cuenta: la escena en la que ambos se arrodillan ante una estatua de la Virgen en casa de la abuela de Ferrante, la presencia constante de niños en la trama, hasta el punto de incluir dos espantosos e interminables números musicales protagonizados por infantes y la intervención de la iglesia como colchón para Terry cuando ésta cae en desgracia. Es como si todos estos elementos hablaran al subconsciente del espectador para que le quede claro que el verdadero amor es el que tiene un patrocinio religioso y tiene como fin la procreación. "¿Te gustan los niños?", le pregunta ella a él cuando todavía están en el barco. Todo esto tiene su contrapunto en el inquietante personaje del prometido de Terry, un empresario de éxito que reacciona de manera formidable a la noticia de que su novia se ha enamorado del famoso galán (por cierto, me da la impresión de que estos dos vivían en concubinato antes de contraer sagrado matrimonio: para evitar caer en el divorcio, los guionistas no tuvieron más remedio que mostrar un pecado peor). El hombre no solo ofrece todo su apoyo a su ex, sino que la alienta cuando va a encontrarse con Ferrante y la cuida y es su cómplice cuando sufre el accidente. Un tipo que de pronto pasa a la friendzone y parece encontrarse bastante cómodo ahí.

A pesar de su ritmo irregular y de ciertos absurdos del guión, Tú y yo sigue siendo un clásico citado cuando se nombran las películas más románticas de la historia. Desde mi punto de vista, esto es ante todo mérito de sus dos actores protagonistas que saben cómo transmitir la más variada gama de sentimientos. Una película que también sirve para estudiar la moral imperante en los años cincuenta, una época en la que el estadounidense medio aún no había perdido su inocencia.

lunes, 21 de septiembre de 2015

BUYOLOGY (2008), DE MARTIN LINDSTROM. VERDADES Y MENTIRAS DE POR QUÉ COMPRAMOS.

En Mercaderes del espacio, la visionaria novela de Ciencia Ficción escrita en los años cincuenta, Frederik Pohl y C.M. Kornbluth describen un mundo dominado por las compañías multinacionales, que saturan de publicidad la vida diaria de los consumidores, hasta el punto de que los anuncios pueden aparecer incluso en sus sueños. Aunque parecieran exageradas estas predicciones cuando fue escrito el libro, hoy ya sabemos que las principales compañías llevan algunos años estudiando en profudidad el cerebro humano en busca de las motivaciones profundas que se ocultan detrás de la decisión de compra. Uno de los grandes impulsores de esta nueva ciencia, denominada neuromarketing, es Martin Lindstrom, asesor de multinacionales y gran conocedor de los mercados mundiales, considerado por ello uno de los hombres más influyentes del mundo, aunque la mayoría de la gente no haya oído jamás su nombre. 

En la actualidad, salvo excepciones, las compañías siguen acudiendo a los métodos tradicionales para intentar averiguar si un producto tendrá éxito en el mercado: encuestas a los consumidores, regalo de muestras... En realidad estas técnicas apenas logran su objetivo, porque hasta ahora no se sabía muy bien qué es lo que motiva realmente al comprador, porque unos modelos de coche seducen más que otros o una marca de refrescos es la más vendida. Lo que estaba claro es que tenía que ver con el funcionamiento neurológico del potencial consumidor, pero ignorando qué concretos mecanismos eran los que actuaban. Teniendo en cuenta esto, Lindstrom empezó a convencer a ejecutivos de las grandes multinacionales para que financiaran un estudio que desvelara de que modo se comporta el cerebro cuando se realiza el acto de comprar y qué procedimientos han dado lugar a esa decisión. Con un coste de siete millones de dólares y la participación de miles de voluntarios, doscientos investigadores, diez profesores y doctores y un comité de ética, además de emplear las técnicas de resoncia magnética más sofisticadas, el proyecto de Lindstrom, independientemente de la inmensa utilidad para sus patrocinadores, es un fascinante estudio de la naturaleza humana en nuestro tiempo.

No me incluyo personalmente en esta cifra, puesto que raramente veo televisión (aunque si lo pienso bien, el bombardeo publicitario en internet puede ser también de gran intensidad), pero lo cierto es que una persona de 66 años normalmente ha visto durante su vida unos dos millones de anuncios de todo género. Esta cifra apabullante contrasta con este otro dato: la gran mayoría de los anuncios se olvidan al instante de haber sido vistos: millones de dólares desperdiciados por las compañías en un vano interno de llamar la atención en un océano de reclamos. La gran obsesión de las compañías es conseguir crear los llamados marcadores somáticos en el cerebro de la gente: algún elemento que impacte y que deje un poso que pueda ser recordado. Habitualmente se intenta con imágenes sexuales, aunque el resultado en muchas ocasiones es que se recuerda la imagen, pero no la marca que la patrocina.

Según los estudios de neurología, muchas de nuestras decisiones de compra tienen que ver con las neuronas espejo, gracias a las cuales podemos vernos imitando al vecino que acaba de comprar un coche nuevo o vestidos igual que el maniquí del escaparate que tenemos enfrente. Además, el acto de comprar es adictivo, tan satisfactorio que libera dopamina, una sustancia placentera y muy adictiva. La decisión en realidad se toma en poco más de dos segundos, en los que evaluamos los pros y los contras y nuestra parte racional lucha contra la emocional. A todos nos sucede que, después de haber efectuado una compra compulsiva, nos arrepentimos de la misma al poco rato, cuando nuestro cerebro racional toma el control pero, no obstante, al día siguiente querremos repetir la operación, buscando ese momento de placer absoluto que produce pasar la tarjeta de crédito para ser poseedores de un nuevo producto, en muchas ocasiones inútil y que nos retrata como lo que somos: descendientes de grupos de cazadores recolectores, programados para acumular comida y otros objetos que nos parecen igualmente imprescindibles.

Hay muchas técnicas para incitar a consumir. Se ha probado científicamente que el olfato es un sentido mucho más ligado a sentimientos con la vista, por lo que los responsables de marketing se esfuerzan en seducirnos a través del mismo. El olor de un McDonalds o de un coche nuevo se consigue mediante la administración de aromas prefabricados, estudiados para estimular el deseo. El aroma del pan recién salido del horno de las panaderías situadas estrategicamente en la entrada de los supermercados, despierta el apetito, por lo que la compra de productos alimenticios será más amplia de lo que el cliente tenía previsto. 

En algunos casos la afición a las compras, cuando se realiza de manera compulsiva, puede ser considerada una adicción, lo cual está comúnmente aceptado en el caso del tabaco. El trabajo de Lindstrom logró probar que las dramáticas advertencias colocadas en las cajetillas en ningún momento han logrado disuadir a los fumadores, más bien estimulan la zona cerebral denominada núcleo accumbens, que estimula el ansia de consumir algo. Las imágenes de cáncer simplemente eran trasladadas a la realidad de otros fumadores, no a una posibilidad del propio futuro. El tabaquismo es tan poderoso, que la industria se ha beneficiado de la prohibición de publicidad en ciertos ámbitos que ha recaído en los últimos tiempos sobre ella: simplemente le basta con los mensajes indirectos para estimular el deseo de fumar, como el color rojo de ciertos coches de fórmula uno, aunque la palabra Malboro no se vea por parte alguna. Este fenómeno, que no solo se aplica a las empresas de cigarrillos, se debe a que cuando vemos el logotipo de un anunciante, nos ponemos en alerta, porque sabemos que tratan de vendernos algo, pero cuando el mensaje nos llega a nivel subconsciente, dichas prevenciones no nos protegen y podemos ser víctimas más fáciles del poder de seducción de la marca.

A veces el consumo también puede lindar con los sentimientos religiosos. Hay ciertas compañías, como Apple, que cuentan con millones de fieles fanáticos, capaces de levantarse de madrugada a hacer cola para adquirir un nuevo producto que podría comprar tranquilamente al día siguiente por el mismo precio: como las religiones, estas compañías tienen enemigos (Microsoft), sus productos son sensorialmente atractivos, tienen sus predicadores (Steve Jobs), constantemente tratan de atraer nuevos acólitos y algunos de sus aspectos están rodeados de misterio, como las características del próximo lanzamiento. Estas son las empresas más rentables, las que son capaces de alterar el comportamiento de la gente, las que producen en el cerebro de sus seguidores los mismos patrones de actividad que registran los fieles cuando contemplan imágenes religiosas:

"Nunca olvidaré la conferencia de Apple Macromedia a la cual asistí a mediados de los años noventa. En un centro de convenciones de San Francisco, sentado entre miles de fanáticos emocionados, me sorprendió ver a Steve Jobs, (...) con su tradicional suéter de cuello vuelto que le da un aire de monje, presentarse en el escenario para anunciar que Apple dejaría de producir su marca de asistentes personales digitales Newton. Luego, en un gesto dramático, arrojó una Newton a una papelera cercana para recalcar su decisión. Era el deceso, la muerte de la Newton.

El hombre que estaba a mi lado, lleno de furia y desesperación, sacó de su bolsillo su propia Newton, la tiró al suelo y comenzó a pisarla rabiosamente. Al otro lado de mí, un hombre de edad madura comenzó a llorar. En el Moscone Center se desató el caos. Era como si Jobs hubiera anunciado que, después de todo, no habría una segunda venida de Cristo a la Tierra."

Según Martin Linstrom, el neuromarketing ha llegado para quedarse, por lo que debemos estar prevenidos. Al igual que las técnicas de Big Data van afinándose hasta el punto de predecir comportamientos de la gente, las de neuromarketing conseguirán en un futuro próximo afinar respecto a los productos que van a ser masivamente aceptados por los consumidores, gracias al estudio de las reacciones cerebrales a los mismos. En todo momento el autor intenta convencernos de que todos estos estudios se han realizado con todas las garantías éticas y de respeto de los derechos individuales. Es posible, pero a mi me estremece pensar que la distopía de Pohl y Kornbluth pueda quedarse pequeña en las próximas décadas. La próxima vez que vaya a consumir algo, piense en todo esto y procure que la parte racional de su cerebro no pierda el control.

domingo, 20 de septiembre de 2015

FELICES 140 (2015), DE GRACIA QUEREJETA. EL COLOR DEL DINERO.

Si existe una fantasía recurrente que nos asalta a todos de manera más o menos cotidiana, esta no es otra que ganar una desmesurada cantidad de dinero en la lotería. La riqueza inesperada no solo otorga a su poseedor elevadas dosis de felicidad nerviosa, sino que también, básicamente, es un pasaje hacia un mundo de libertades jamás imaginado. No más trabajo, no más estrecheces y cumplimiento instantaneo de cualquier capricho. Hay gente que sabe administrar todos estas dádivas de la fortuna con sabiduría y otros entran en una espiral de autodestrucción. Todos creemos que, de producirse tan prodigioso hecho en nuestra vida, entraríamos a formar parte del primer grupo, pero eso nunca se sabe... Lo que sí es seguro es que la noticia generaría una gran dosis de ansiedad e incertidumbre entre las personas que nos rodean habitualmente. De pronto, se quiera o no se quiera, hemos pasado a formar parte de un estrato social superior y nuestro es el poder de hacer un poco más felices a familiares y amigos. Algunos nos felicitarán sinceramente y otros no podrán evitar un fuerte sentimiento de envidia y de injusticia cósmica: ¿por qué él y no yo?

Esta es precisamente la interesante premisa de la que parte Felices 140. Elia (Maribel Verdú) reúne a algunos familiares y amigos para celebrar su cuarenta cumpleaños y lanzar la gran noticia: acaba de ganar ciento cuarenta millones en el Euromillón. Las reacciones de sus invitados, como se puede imaginar, son diversas, aunque cuentan con el denominador común de intentar sacar provecho de la situación. A la vez, también esta presente en ese fin de semana Mario, un antiguo amor con el que Elia querría volver, quizá para que su vida alcance la perfección absoluta, aunque éste ha acudido acompañado por su jovencísima novia, una aspirante a actriz argentina, de caracter soberbio e insoportable. Por allí pululan otros personajes, como Juan, marido de la hermana de Elia, un abogado maltratador de su mujer y sin escrúpulos morales, Polo, un empresario adinerado que ve la oportunidad de inyectarse en vena unos pocos más de millones de euros o la pareja formada por Ramòn y Martina, cuyo negocio se está yendo a pique y, como es lógico, ven en la nueva situación financiera de su amiga Elia la oportunidad dorada de remontar el bache.

Pues bien, aunque la película de Gracia Querejeta está filmada con buen ritmo y el interés del espectador por conocer qué va a ser de estos personajes nunca decae, su gran lastre es la credibilidad, piedra angular de cualquier historia que quiera tratar con inteligencia al espectador. En este caso, después de que un hecho dramático interrumpa la armonía del fin de semana, las reacciones de dichos personajes van desde lo disparatado hasta lo francamente risible. Se nota que en todo momento la intención de la directora es moralizante, retratar la auténtica naturaleza perversa del ser humano cuando ve la oportunidad de sacar ventaja en ciertas situaciones (no puedo decir de qué situación se trata, para no desvelar aspectos fundamentales de la trama), pero naufraga en el intento. No se puede contar un relato coherente si el espectador asiste estupefacto a la resolución casi infantil de muchos de sus conflictos. En este sentido Felices 140 es una gran oportunidad perdida. Si se hubiera aprovechado el indudable oficio de sus magníficos intérpretes para que dieran vida a personajes menos estereotipados y más parecidos a los seres que nos encontramos todos los días en la vida real, los resultados hubieran sido netamente superiores.

viernes, 18 de septiembre de 2015

PEDRO PÁRAMO (1955), DE JUAN RULFO. LOS MURMULLOS DE COMALA.

La literatura tiene mucho que ver con el carácter de sus autores. Los hay tan prolíficos, como Georges Simenon o Isaac Asimov, que parece que se pasaron la vida escribiendo. Leer sus obras completas se antoja como un ejercicio muy arduo y abrumador, aunque supongo que muy satisfactorio para el que lo consiga. Luego hay escritores cuya carrera se ha basado en todo lo contrario, en escribir muy poco, aunque en ocasiones ese material sea considerado la obra de un maestro. Es una postura muy respetable. Quizá el autor no tenía nada más que decir, o encuentra en muy pocas ocasiones una inspiración a la altura de sus expectativas. Lo cierto es que Juan Rulfo es quizá el ejemplo más señero de esta clase de autores. Con solo una novela muy corta, un puñado de cuentos y algunos escritos dispersos, se ha convertido en un mito literario, no solo por la alta calidad de su prosa, sino también porque su estilo innovador abrió el camino a otros muchos novelistas hispanoamericanos, haciendo que la literatura de estos países fuera ampliamente admirada a nivel internacional.

El mismo Rulfo contó en una ocasión cuales fueron las circunstancias que inspiraron la escritura de Pedro Páramo:

"No había escrito una sola página, pero me estaba dando vueltas a la cabeza. Y hubo una cosa que me dio la clave para sacarlo, es decir, para desenhebrar ese hilo enlanado. Fue cuando regresé al pueblo donde vivía, treinta años después, y lo encontré deshabitado (...). La gente se había ido, así. Pero a alguien se le ocurrió sembrar de casuarinas las calles del pueblo. Y a mí me tocó estar allí una noche, y es un pueblo donde sopla mucho el viento, está al pie de la Sierra Madre. Y en las noches las casuarinas mugen, aúllan. Y el viento. Entonces comprendí yo esa soledad de Comala, del lugar ese."

El comienzo de Pedro Páramo es uno de los más conocidos de la historia de la literatura: "Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en cuanto ella muriera." Admirablemente breve y conciso, nos pone enseguida en situación. Juan Preciado se dirige a su pueblo natal a conocer a su padre. Parece que su interés no es vengativo, sino que lo posee un sentimiento entre la curiosidad y la esperanza. Pero Comala es un lugar desolado. Desde que pone pie en él, el protagonista va a ser poseido por una sensación de extrañeza que se transmitirá vivamente al lector. Los habitantes a los que se va a encontrar tampoco van a mostrar un comportamiento natural ni racional: nos hemos sumergido en el mundo narrativo de Juan Rulfo, donde la lógica de la existencia real ha dejado de existir y todo está regido por una manifesta ambigüedad: los muertos mantienen conversaciones con los vivos o se dedican a susurrarles. La frontera entre la vida y la muerte es difusa en Comala. Los muertos parecen condenados a no descansar, a errar por el pueblo recordando eternamente sus pecados, como en esas historias de terror que la gente se contaba antiguamente al calor de la hoguera: 

"Aquí esas horas están llenas de espantos. Si usted viera el gentío de ánimas que andan sueltas por la calle. En cuanto oscurece comienzan a salir. Y a nadie le gusta verlas. Son tantas, y nosotros tan poquitos, que ya ni la lucha le hacemos para rezar porque salgan de sus penas. No ajustarían nuestras oraciones para todos. Si acaso les tocaría un pedazo de padrenuestro. Y eso no les puede servir de nada. Luego están nuestros pecados de por medio. Ninguno de los que todavía vivimos está en gracia de Dios. Nadie podrá alzar sus ojos al cielo sin sentirlos sucios de vergüenza. Y la vergüenza no cura. Al menos eso me dijo el obispo que pasó por aquí hace algún tiempo dando confirmaciones."

La gran sombra que sigue cerniéndose sobre esa población desolada es la de Pedro Páramo, el antiguo cacique de Comala, cuya historia conoceremos mucho mejor en la segunda mitad de la narración. Pedro Páramo parece una fuerza de la naturaleza, que se ha ido quedando con todas las tierras del pueblo y parece ejercer también un derecho de pernada sobre todas las mujeres. Además, sabe manejar a los elementos revolucionarios a su antojo, haciéndoles promesas y corrompiéndolos. Es una figura temida por todos en el pueblo, aunque la auténtica tragedia para él - y para Comala - llegará con la muerte de su auténtico amor, Susana, auténtica piedra de toque de la ruina de aquellas tierras. Esa especie de maldición se acentúa por la negativa del cura del lugar, el padre Rentería, a ejercer su ministerio con gente a la que estima demasiado pecadora. Si Pedro Páramo ejerce un dominio casi absoluto sobre el pueblo y sus habitantes, el padre Rentería empeora aún más la situación con una especie de dictadura espiritual, que ahoga las esperanzas de quienes buscan consuelo en la religión.

La novela de Juan Rulfo no es una lectura fácil, requiere el esfuerzo de las grandes obras literarias, pues no se trata de una narración lineal, sino fragmentada y siempre muy ambigua, con unos personajes que se mueven en la fina línea que separa a los vivos de los difuntos. Realismo mágico que a la vez bebe de la mejor tradición de la literatura fantástica y de terror. La historia de México interpretada radicalmente desde la obsesión de este país con la muerte, escrita con un estilo único. 

martes, 15 de septiembre de 2015

POR UNA ÉTICA DEL CONSUMO (2002), DE ADELA CORTINA. EL TEMA DE NUESTRO TIEMPO.

Los centros comerciales son los grandes templos de nuestro tiempo. La gente acude a ellos para pasar el tiempo libre, buscando quizá llenar su vacío existencial con el deslumbramiento que producen los escaparates de las franquicias - siempre las mismas - que suelen ocupar los locales de estos establecimientos. Todo en estos edificios está concebido para la comodidad de sus usuarios: desde el fácil aparcamiento, hasta la regulación de la temperatura. Una familia puede pasar la tarde comprando, ver una película y luego cenar sin salir de un recinto donde se sienten seguros, donde todo está orientando a que el consumo suponga un auténtico placer. Un placer efímero, pero adictivo, puesto que todo el mundo vuelve.

Ya hace muchas décadas que el consumo dejó de ser visto como una actividad de mera subsistencia, incluso como una obligación enojosa. Aunque la era del consumo de masas comienza a principios del siglo XX, es en los años sesenta cuando se convierte en una auténtica ciencia, orientada a la seducción del individuo. Solo hay que visionar una serie como Mad Men para advertir cómo el marketing y la publicidad fueron poco a poco apoderándose de la vida cotidiana del ciudadano de manera cada vez más sofisticada, procurando convertir lo superfluo en bien de primera necesidad, apelando a complejos mecanismos psicológicos que activan un ciclo jamás concluso de pequeñas autosatisfacciones que engendran nuevas necesidades inmediatas:

"Hay que intentar comprender que el consumo responde a motivaciones profundas, a creencias sociales, que se expresa en estilos de vida que afectan profundamente a la autoestima de las personas, a sus sentimientos de inferioridad y superioridad, a su idea de autorrealización, y que, gracias a la sagacidad del marketing, se ha convertido incluso en una forma de vida, interesante por sí misma, cuando «ir de compras» es un placer, bien distinto de «ir a comprar», que es una tortura."

Parte fundamental de este componente psicológico es el deseo de emulación. Las clases sociales más bajas intentan parecerse a los ricos a través de compras de aspecto ostentoso, que casi siempre son más pretenciosas que realmente lujosas. De fondo hay una permanente obsesión por el estatus, por no ser considerado socialmente por debajo de los demás y, si es posible, estar por encima, aunque sea en apariencia. En una sociedad en la que están reconocidas la igualdad ante la ley y el derecho al voto de todos los ciudadanos, las desigualdades económicas resultan más palmarias y la pobreza es algo vergonzoso para quien es bombardeado diariamente con publicidad en la que se le muestran estilos de vida inalcanzables. El deseo de justicia económica se transforma entonces en deseo de emulación de las clases altas y cualquier ingreso puede ir destinado a bienes superfluos, obviando las necesidades del futuro inmediato, ya que se trata de un problema de autoestima, que solo puede ser resuelto mediante la exhibición de nuevos bienes, algo que se aprende desde las más tiernas edades: 

"Pero desde la infancia aprenden que deben tener éxito, que es una responsabilidad suya y que, si no lo logran, ni la sociedad les estimará ni tendrán derecho a estimarse a sí mismas. Igualmente aprenden desde la infancia que el éxito se muestra de forma incontestable en el consumo de productos del mercado, y por eso, cuando tienen noticia de bienes superiores a los que poseen, se esfuerzan por adquirirlos."

Cortina encuentra a la humanidad dividida entre quienes tienen abiertas las puertas del consumo ilimitado y las que ni siquiera pueden acceder a los bienes más básicos, debido al injusto reparto de la riqueza a nivel mundial. Como solución se apela a la ética, a una ética que reconozca la existencia de los mercados del tercer mundo y que, a su vez, no se base en el crecimiento desmesurado, año a año, de la economía y, por ende, del consumo. Se trata de cambiar paulatinamente una sociedad de corte hedonista por una más solidaria, en la que la educación ciudadana sea la jueza en materia de consumo. Los ciudadanos informados son los que no se dejan manipular y los que saben valorar en su justa medida el precio de cada bien y su utilidad. Es necesario, según Cortina, citando a Amartya Sen, acabar con ese paradigma que dicta que el derecho de propiedad es sagrado y que puede pasar por encima de la igualdad de oportunidades Ese individualismo desmesurado que cree que todos los bienes y el sentimiento de superioridad que conlleva su posesión son la medida del triunfo social, debe ser reconducido hacia una actitud más solidaria con quienes no han tenido la misma suerte o no han nacido en buena posición o no han sabido adaptarse a la marea: 

"La creencia de que cada persona es dueña de sus facultades y del producto de sus facultades, sin deber nada por ello a la sociedad, funda la convicción de que cualquier redistribución de bienes consiste en quitar algo a sus legítimos dueños y traspasarlo a los que no lo son, traspaso que se haría a lo sumo por solidaridad. La acción igualadora de los gobiernos nacionales o transnacionales no sería entonces una acción justa, exigible, sino solidaria: una acción benéfica que viene a suavizar las desigualdades ya existentes, sea de bienes primarios, de recursos, de acceso o de capacidades. Se apela a la solidaridad de los más solventes para intentar suavizar ciertas desigualdades de origen, que en realidad entran en abierta contradicción con los principios de legitimidad de las sociedades liberales (igual consideración y respeto, igualdad de oportunidades, igualdad de derechos, igualdad de capacidades)."

El ensayo de Adela Cortina resulta muy interesante en el fondo, aunque tiene algunos errores en la forma, siendo a veces innecesariamente reiterativo respecto a sus ideas principales, presentándolas en ocasiones con un estilo claro y en otras excesivamente farragoso. Está claro que desde 2002, cuando fue escrito el libro, se ha avanzado más bien en sentido contrario a su propósito, pero eso no debe ser óbice para estimar que la lucidez de su mensaje sigue tan vigente (o más) que hace quince años. En cualquier caso, la terrible crisis económica que hemos vivido, parece que no nos ha hecho aprender lección alguna. La fórmula sigue siendo la misma: crecimiento desmesurado de la economía hasta que la curva, inevitablemente, vuelva a bajar. Mientras tanto, se siguen inaugurando centros comerciales y las multinacionales presentan resultados cada vez más espléndidos, basados en los reiterados intentos de autorrealización del individuo a través de sus compras.

lunes, 14 de septiembre de 2015

LOS INÚTILES (1953), DE FEDERICO FELLINI. LA VIDA EN PROVINCIAS.

Nada más comenzar el visionado de Los inútiles, el espectador que conoce la obra de Juan Antonio Bardem, no puede sino establecer muchos puntos en común con su obra maestra, Calle Mayor. Ambas películas nos muestran el aburrimiento cotidiano de un grupo de jóvenes ante la vida en una población pequeña, donde casi nunca sucede nada relevante y los mismos rostros pasean por las mismas calles de siempre. Los de Bardem reaccionan ante este nihilismo a través de la presunta superioridad que les concede hacer partícipes a otros de sus bromas pesadas. Las criaturas de Fellini responden de forma más heterogénea: unos soñando con un triunfo artístico que nunca llega, otros mediante conquistas amorosas efímeras y algún otro intentando mantener una especie de simulacro de honor en su familia. Lo cierto es que viven en una sociedad cerrada y muy conservadora, en la que los roles sociales están muy definidos, sobre todo en cuanto al papel que le toca jugar a varones y hembras. Para los componentes del grupo, hombres treinteañeros, es natural llevar una existencia inmadura y nada productiva, aunque nada inútil en el fondo, porque su actitud y sus ocurrencias dan color a la grisura de la vida cotidiana. Son adolescentes perpetuos y como tales son aceptados por sus vecinos.

Se ha hablado mucho de la influencia del neorrealismo en las primeras películas de Fellini, pero ya aquí, en su tercera realización, puede advertirse un estilo y temáticas totalmente personales, en gran parte basada en sus recuerdos de juventud. Como dijo en Entrevistas con directores de cine italianos:

"En mis películas, me he limitado simplemente a contar, a hablar de mis cosas y de hechos que conocía mejor porque me pertenecían; quizá por esto he sabido interpretarlos y contarlos con aquella autenticidad que logra convertir una realidad particular en algo más general, más profundamente común, en la que otros también pueden reconocerse."

Aunque en Los inútiles, hay espacio para desarrollar las distintas personalidades del grupo de amigos, destaca entre todas la historia de Fausto. Fausto es un seductor nato, uno de esos tipos que solo nacen en Italia, capaces de abandonar a la propia esposa en mitad de una proyección cinematográfica por acabar la tarea de seducción a otra mujer, comenzada en la propia sala y después volver con su mujer ofreciéndole una explicación perfectamente absurda de sus acciones. Su conciencia solo despertará cuando la mujer desaparezca, junto a su hijo, del hogar familiar, y tampoco sabemos con certeza si no volverá pronto a las andadas. Ni que decir tiene que su matrimonio fue forzado por la presión familiar, ejercida de forma bastante violenta, cuando su esposa se dio cuenta de que estaba embarazada. Y es que la moral tradicional ha de ser mantenida contra viento y marea, algo que también se aplica a la actitud de Moraldo con su hermana cuando advierte que está en relaciones con un hombre casado. Lo que puede valer para él o para sus amigos, está vetado para su hermana y, de saberse esta historia, el escándalo para la familia sería absolutamente humillante.

El espíritu festivo y burlesco de Fellini está presente en todo el metraje de la cinta, como resulta evidente ante escenas como la de la fiesta, a la que dos de los amigos acuden disfrazados, uno de una especie de trovador medieval y otro de mujer y bailan apasionadamente. Pero esta característica del director italiano está todavía domesticada, no se desborda como sucederá en realizaciones posteriores. Y desde mi punto de vista, este equilibrio favorece al cine de un realizador cuyo estilo llegaría a convertirse en demasiado barroco y asfixiante en ocasiones.     

sábado, 12 de septiembre de 2015

EL INSÓLITO PEREGRINAJE DE HAROLD FRY (2012), DE RACHEL JOYCE. EL PROGRESO DEL PEREGRINO.

La última novela que hemos comentado en el club de lectura de Cristóbal Cuevas me deja un sabor agridulce. Contiene algunas buenas reflexiones acerca de ciertas acciones simbólicas, que abundaban mucho más en el medievo que en nuestro tiempo y su final es bastante bueno, pero la narración en sí resulta poco digerible. No obstante dio pie a un interesantísimo debate, como es costumbre en estas reuniones. Aquí el artículo:

http://asociacioncristobalcuevas.blogspot.com.es/2015/09/el-insolito-peregrinaje-de-harold-fry.html

jueves, 10 de septiembre de 2015

EL TELÓN DE ACERO (2014), DE ANNE APPLEBAUM. LA DESTRUCCIÓN DE EUROPA DEL ESTE 1944-1956.

Existen muchos recovecos de la historia, también de la más reciente, que creemos conocer, pero de los que en realidad ignoramos gran parte de las auténticas circunstancias en las que fueron concebidos y desarrollados. La historia que comienza después de la Segunda Guerra Mundial en los países del Este de Europa ha sido en gran parte ignorada en Occidente, por la opacidad de los regímenes que se implantaron y por las implicaciones políticas e ideológicas que inevitablemente chocaban con la objetividad histórica que proporciona una perspectiva temporal más alejada y objetiva. Por eso el libro de Anne Applebaum puede resultar tan novedoso para muchos lectores que tenían una visión sesgada de lo que verdaderamente ocurrió en aquellas naciones durante las cuatro décadas que siguieron a la caída de Hitler, sobre todo en Alemania, Polonia y Hungría, en las que se centra el estudio de la historiadora. 

Lo cierto es que fue Stalin personalmente el que impulsó la interpretación más favorable para sus intereses de los tratados de Yalta y de Potsdam. La primera fase fue entrenar a cuerpos especiales de policía secreta, para que se hicieran cargo de la seguridad en estos países, incluso antes de ser conquistados, pero también se actuó con cautela, para no provocar el rechazo de los Aliados occidentales y se convocaron elecciones libres, que fueron un desastre para los comunistas. Ante esta tesitura, pronto se recurrió a métodos más duros: arrestos con falsas acusaciones de dirigentes y militantes de partidos de derecha y socialdemocráta, que iban a parar en muchas ocasiones a campos de trabajos forzados y de antiguos miembros de la resistencia, a quienes Stalin temía especialmente, por su experiencia combatiendo contra los alemanes. Muchos de ellos fueron deportados al Gulag, en Siberia.

Una vez que el poder pasó formalmente a manos comunistas, con la esencial ayuda de la presencia masiva del Ejército Rojo, empezó la represión contra miembros del partido sospechosos de algún tipo de desviacionismo, llegándose incluso a organizar el espectáculo de juicios amañados al estilo de los celebrados en los años treinta en la Unión Soviética. La toma del poder por los soviéticos fue tan cruel que no se dudó en reciclar campos de concentración nazis para usarlos en la nueva represión, como el de Sachsenhausen o el de Buchenwald. En Budapest se siguió utilizando el tenebroso edificio de la avenida Andrássy, conocido como Casa del terror, como centro de represión y tortura de los disidentes, al igual que había hecho el régimen anterior. La visita al edificio es impresionante y consigue recrear a la perfección la sensación de miedo atroz que debían sentir sus huéspedes forzosos.

Según la doctrina económica comunista, todas las empresas, incluso las más pequeñas, debían ser nacionalizadas y el progreso económico se conseguiría a través de planes quinquenales al estilo soviético. Algunos de ellos eran demasiado ambiciosos para poder ser cumplidos y otros no tenían en cuenta la estructrura económica del Estado donde se iba a aplicar, amén del hecho de que la Unión Soviética había desmantelado buena parte de la industria. Se fomentaba la productividad, estimulando la competitividad entre los obreros con fórmulas basadas en el estajonovismo, que primaban la cantidad sobre la calidad del producto. Se crearon ciudades comunistas de la nada, que terminaron convirtiéndose en un pequeños infiernos altamente contaminados. En algunos casos se logró incrementar el bienestar de parte de la ciudadanía, pero las crisis eran constantes. Oficialmente se culpaba del pobre avance económico, sobre todo en comparación con los países occidentales, a la acción de espías y al sabotaje. A pesar de todo, la fe en los postulados científicos de la doctrina económica del socialismo se mantuvo incólume durante mucho tiempo en buena parte de los cuadros dirigentes y militantes: 

"Por mucho que en ocasiones nos cueste entenderlo, los comunistas creían en su propia doctrina. Aunque ahora, con la perspectiva del tiempo, la ideología comunista nos parezca desatinada, eso no significa que en su momento no inspirara fervorosas creencias. La mayoría de los líderes comunistas de Europa del Este —y muchos de sus seguidores— pensaban realmente que tarde o temprano la mayor parte de la clase obrera adquiriría conciencia de clase, comprendería su destino histórico y votaría un régimen comunista."

Una de las características más reconocibles de las llamadas democracias populares, era la omnipresencia del Estado en todos los aspectos de la vida de los individuos, en primer lugar a través de la presencia continuada de la propaganda, que presentaba a la gente una realidad muy distinta de la codidiana. Cualquier organización o pequeña asociación que no controlara el Estado era sospechosa de realizar actividades ilegales, incluso si se trataba de asociaciones tan aparentemente inocuas como los boys scouts, conjuntos de baile u organizaciones benéficas de corte católica. Todas ellas fueron siendo proscritas de un modo u otro, porque "los nacientes estados totalitarios no podían tolerar ninguna competencia por las pasiones, el talento y el tiempo libre de sus ciudadanos". La gente se iba adaptando como podía a estos cambios, en parte por miedo, en parte por un deseo de vivir en paz derivado de la reciente experiencia de la guerra. Algunos confiaban en las promesas del gobierno, pero otros muchos simplemente trataban de sobrevivir en el día a día sin llamar mucho la atención, mostrando una cara pública y otra en la más estricta intimidad. La única defensa del ciudadano contra la presión del Estado era el humor. Los chistes proliferaron y a más de uno su sentido del humor le costó años de libertad. Hay anécdotas tan curiosas como la que cuenta Andrezej Zalewski, un antiguo empleado de radio polaco:

"Un día de invierno, cometí la estupidez de escribir en el texto del guión: «Un frente atmosférico frío se acerca a nosotros desde Rusia». El locutor lo leyó en alto […] y a la mañana siguiente recibí una llamada: «Ve a ver al director». Fui a ver al director, que me hizo pasar de inmediato. «Zalewski —me dijo—, creí que eras más inteligente. A partir de ahora, recuerda que del Este solo llegan cosas cálidas y agradables.» En ese momento no me pareció gracioso…"

En las sociedades comunistas se hicieron cotidianos términos orwellianos, como doblepensar y se empezó a usar una especie de neolengua que trataba de ocultar el fracaso del sistema. La política se degradó tanto que se dieron situaciones tan kafkianas como ésta:

"Los millones a los que se les obligó a votar abiertamente se presentaron en sus fábricas, oficinas y otros lugares establecidos, y mientras sonaba música de banda los guardias armados los acompañaron a sus lugares de votación […] Les ordenaron que sostuvieran las papeletas —todas con el número tres [el número del bloque comunista]— en alto, por encima de la cabeza, mientras hacían largas colas, para que los guardias pudieran verlas bien.
 

Sin embargo, explicó Mikołajczyk, no todos obedecieron: «Cientos de miles de personas valientes llevaban escondidas papeletas con el número del Partido de los Campesinos, y al acercarse a las urnas se las arreglaron para arrugar la papeleta con el número tres e introducir la que ellos quisieron en el sobre…"

Como ejemplo, se puede decir que en 1954 en Polonia había un registro de elementos criminales y sospechosos de seis millones de personas, un tercio de la población adulta. La paranoia era tal, que en muchas ocasiones la gente ni siquiera podía fiarse ni de sus familiares más directos, ya que se decía que la policía secreta tenía infiltrados en todas partes:

"Un historiador cuenta la historia de dos hermanas húngaras, ambas leales comunistas, que cada una por su lado empezaron a desencantarse con el régimen durante los juicios. Pese a vivir en el mismo apartamento, cada una estaba convencida de que la otra seguía creyendo en el régimen, y ambas seguían repitiendo las consignas estalinistas, incluso la una a la otra, igual que hacían cuando estaban fuera de casa. Al igual que los acusados, la población también debía actuar como si creyera en la verdad de lo que se decía, aunque en realidad tuviera sus dudas."

El telón de acero es una lectura fascinante, un ensayo que nos muestra de manera magistral los distintos aspectos de la vida cotidiana en los países del Este de Europa durante la época comunista y los mecanismos de poder que la hicieron posible. Al final todo acabó cayendo estrepitosamente por su propio peso, aunque nadie esperara que el desmoronamiento fuera tan rápido y absoluto. Si esta situación duró tanto contando, si no con la complicidad, sí con la conformidad de buena parte de la población civil, se debió a muchos factores y este párrafo del libro de Applebaum lo explica perfectamente:

"El logro realmente extraordinario del comunismo soviético —tal como se concibió en la década de 1920, se perfeccionó en la de 1930 y se extendió por Europa del Este después de 1945— fue la capacidad del sistema para lograr que tanta gente apolítica de tantos países se sometiera sin oponer demasiada resistencia. La devastación de la guerra, el agotamiento de sus víctimas, el terror cuidadosamente dirigido y la limpieza étnica —todos los elementos de la sovietización descritos con anterioridad en este libro— forman parte de la explicación. Tanto el recuerdo de la violencia reciente como la amenaza de la violencia futura se cernían de manera constante sobre la población. Si una sola persona de un grupo de veinte era arrestada, eso bastaba para mantener a las otras diecinueve asustadas. La red de informantes de la policía secreta era omnipresente, y aun cuando no lo era, la gente creía que podía serlo. La inevitable y repetitiva propaganda en las escuelas, en los medios de comunicación, en las calles, y en toda clase de reuniones y acontecimientos «apolíticos» hizo que las consignas parecieran forzosas y el sistema, inevitable. ¿Qué sentido tenía oponerse?"

martes, 8 de septiembre de 2015

FRACTURA (2015), DE MARÍA TORVISCO. DEL ETERNO RETORNO.


Qué extrañeza produce a veces reflexionar acerca de nuestra posición en el mundo, de las infinitas decisiones que son posibles en cada uno de los instantes de nuestra vida y a la vez, de las limitaciones que nos imponen las circunstancias de lugar y tiempo en las que existimos. La memoria puede hacernos evocar escenas del pasado, pero esos recuerdos casi siempre son ilusorios, adornados por el paso del tiempo, porque ya no somos los mismos que los protagonizaron. Pero es cierto que dichos recuerdos constituyen nuestra identidad y deben ser evocados para poder interpretar nuestra biografía. Pero ¿es posible controlar ese tiempo que parece que se nos deshace entre los dedos día tras día?


Lugar

no fue posible demorar, corrí
hasta el lugar exacto de la vida.

De uno en uno son frágiles,
me refiero a los días.


Entonces la eternidad y el instante se confunden como parte de una misma realidad metafísica, llegando a poder ser controladas por el ser viviente, que por el mero hecho de existir ya forma parte integrante del tiempo y a la vez rompe con el concepto tradicional del mismo como una línea continua:


Aquel día era de día

filamento de luz
que arrancas el tiempo acumulado en las nueces
y haces saltar la memoria por los aires,
¡no ves que es imposible que se quiebren mis ojos!

Esta eternidad no es más que agua, ¡dios!

Seguiré mirando y mis párpados serán
quienes marquen las horas.


Por supuesto, en esta ruptura y confusión, en este juego eterno de engaños a lo temporal, también participa el futuro, del que también podemos extraer recuerdos:


Eligió la falsa apariencia de las cosas
el futuro - filosóficamente hablando - 
y decidió contarse cuentos
que le permitieran construir
nuevos recuerdos.


Hay también en este extraordinario poemario de María Torvisco momentos para la evocación y homenaje para una película tan evocadora de la condición humana como Blade Runner:


Saxo

aquel metal cóncavo ahuyentaba
las luces del tiempo horizontal.
No nos tiembla la puerta abatida
sino el recuerdo diario
de que somos humanos
y eso nos impide
soñar con unicornios eléctricos.


Pero todos estos descubrimientos, precisamente por no poder ser controlados ni entendidos en toda su magnitud, no llevan al sosiego, sino a un permanente estado del temor que se deriva del absurdo:


El miedo

atmósfera inquietante atenazada
por signos turbadores.

Las oleadas en nuestros días
orientan nuestros ojos, los humanos
soportamos absurdamente el horizonte.

Nadie sabe con exactitud
disolver la relación generosa
con la existencia que genera la vida.

El miedo transformado en ciega cotidianidad. 


María Torvisco, que define su escritura como un acto de rebeldía, entrega un libro inquietante y profundo, dedicado a explorar nuestro mundo cotidiano más íntimo, el más auténtico, el que define nuestra existencia, que es la vez el más inexplicable. Esa estructura circular con la que queremos ordenar el tiempo, nuestro devenir, volver a lo cotidiano y tratar de prever el futuro. Una frágil muralla de orden contra la tormenta perfecta del caos. Vivamos y sigamos mirando el mundo con el mismo asombro que los primeros días.

lunes, 7 de septiembre de 2015

IDA (2013), DE PAWEL PAWLIKOWSKI. EN LA POLONIA PROFUNDA.

El segundo visionado de esta estupenda película del polaco Pawlikowski me ha transmitido sensaciones muy positivas, hasta el punto en que he disfrutado aún más que la primera vez, hace algunos meses. La historia de su protagonista está marcada por la de su país, una Polonia que se convirtió en una nación mártir en el siglo XX. Aquí el artículo:

http://asociacioncristobalcuevas.blogspot.com.es/2015/09/ida.html

viernes, 4 de septiembre de 2015

LA RELIGIÓN DE LOS ANDALUCES (2006), DE SALVADOR RODRÍGUEZ BECERRA. LA TIERRA DE MARÍA SANTÍSIMA.

Me gusta mucho entrar en las iglesias, admirar su arquitectura y el arte que encierran dentro. Pero siempre que lo hago - y Andalucía es un lugar inmejorable para ello - no puedo evitar fijarme en los detalles de índole antropológica que uno puede encontrar en cualquier templo: desde gente rezando o confesándose, hasta colecciones de exvotos decorando los altares en los que se venera a los santos más populares. Y aunque estamos en un tiempo de secularización, muchas costumbres permanecen igual que hace siglos y otras se intentan adaptar a los tiempos para que no acaben muriendo. La cultura de un pueblo no se compone solo de su patrimonio arquitectónico y artístico, sino que sus rituales y creencias son una parte fundamental de la misma. En Andalucía, una tierra tan interesante para cualquier aficionado a esta ciencia, los estudios de esta índole, realizados con rigor y objetividad, constituyen por desgracia un hecho demasiado reciente. Hasta hace poco solo existían tratados teológicos, exaltaciones de la Virgen o hagiografías escritas en un lenguaje tan preciosista como difícilmente digerible. 

Por todo esto, estudios como los del profesor Rodríguez Becerra son muy importantes, porque nos ofrecen una visión de nuestra realidad cotidiana realizada desde una perspectiva muy reflexiva y teniendo muy en cuenta la evolución histórica de este territorio, muy marcada por las condiciones en las que se realizó la reconquista cristiana y por la convivencia durante siglos con los musulmanes, cuyo Reino de Granada fue el último en caer, a finales del siglo XV. En cualquier caso es fundamental separar la teología de la religión cristiana institucionalizada de las auténticas creencias populares que, partiendo de aquella, crea su propia mitología, poblada de seres sobrenaturales, poderes curativos, milagros y magia. Solo hay que comparar la asistencia a misa con la asistencia a eventos como la Semana Santa o distintas romerías, así como el verdadero sentido que la gente da a ciertos sacramentos, como bodas, bautizos y comuniones. En esto último es en lo que se debe profundizar, estudiando los orígenes auténticos de dichas creencias y su evolución en el tiempo:

"Los andaluces viven intensamente la religión aunque no participan de todos los principios de la Iglesia, ni siguen sus rituales, y desde luego no parecen dispuestos a ayudarla en sus necesidades. La distinción y contraposición entre religión devocional - propia de las gentes cercanas a la Iglesia - y la religión tradicional, versión esta última en la que se sitúan la inmensa mayoría de los andaluces, parece pertinente. Esta postura puede ejemplificarse con la escasa asistencia a la misa dominical o en la reducida aportación que hacen mediante el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas. (...) Existe todavía un fuerte rechazo del ejercicio del poder y de dominio sobre los hombres llanos que pagaban los diezmos, las penas impuestas por los tribunales eclesiásticos y agachaban la cabeza ante los eclesiásticos por temor al poder real que tenían o podían llegar a ejercer."

La religión de los andaluces parte de una carta que Gerald Brenan envió al famoso antropólogo Julio Caro Baroja, instándole a investigar la devoción que generan a su alrededor las ermitas y santuarios presentes en prácticamente todos los pueblos del territorio, algo poco tenido en cuenta a la hora de comprender las verdaderas creencias de unos habitantes cuyas vidas fueron durante siglos subordinadas a un control social del comportamiento a través de las autoridades eclesiásticas, con fuerte presencia del temible Tribunal de la Inquisición, garante de la pureza de la fe y fiscalizador de las conductas al respecto. La asistencia a misa estaba fuertemente controlada, así como los pecados de la gente, a través de la institución de la confesión. El aflojamiento de esta presión coercitiva al perder la Iglesia gran parte de su poder, ha hecho que las creencias populares puedan seguir sus propios derroteros, llegándose al punto de que la devoción a ciertas imágenes supera con creces a la de Dios Padre, quizá un concepto demasiado metafísico para que llegue al pueblo. 

La fiesta se configura así en la gran ocasión de rendir culto a la Virgen o Cristo a la que se reza todo el año, un momento de gran emoción para mucha gente, que vive como una especie de éxtasis la cercanía física de la imagen, como si su poder benéfico de otorgar milagros se incrementara en esas ocasiones especiales. Siendo objetivos y para restar componente sobrenatural a estos intensos sentimientos, resultan ser muy parecidos a los que viven los aficionados de un equipo de fútbol ante una gran victoria de su club: un partido importante también se vive como una fiesta de devoción, cuyos momentos de éxtasis y estallido son los goles del propio equipo, mateniéndose el culto durante todo el año, de una forma particular, pero con elementos propios de la fe religiosa en muchos casos.

También resulta muy útil saber que las devociones a ciertos santuarios tienen periodos de esplendor, para luego declinar, cuando la gente estima que no se producen suficientes milagros en ellos. A principios del siglo XVII el más popular era el de la Virgen de Gracia, en Carmona, para pasar luego las preferencias al de la Virgen de Consolación de Utrera. Ambos están olvidados hoy a favor del Rocío y la Virgen de la Cabeza y quien sabe si serán capaces de mantener su estatus en el futuro o tendrán que pasar el testigo a otros. Hay muchos otros casos parecidos, como el que refleja Federico de Olóriz, eminente médico granadino del siglo XIX, en sus impresiones de un viaje por la Alpujarra:

"La virgen de las Zorreras en Ferreirola (Granada), hace unos diez o doce años se apareció a tres pastorcillos; hubo devociones por entonces, pero hoy está casi olvidada."

Poseer un santuario de estas características es objeto de deseo para muchos pueblos, y no solo por los beneficios espirituales, sino también por los económicos, y el proceso para conseguir su fama suele ser parecido: el hallazgo milagroso de una talla presuntamente antigua o la aparición de la Virgen a alguien humilde expresando su deseo de que se construya una ermita en el lugar. Es importante que el elemento mágico y milagroso esté presente desde el principio y que la localidad cobre renombre gracias a estos hechos y la fama se mantenga gracias a los milagros que concede la imagen a quienes la visitan. El famoso salto de la reja que se produce todos los años en Almonte, en cierto modo representa el derecho de propiedad sobre la imagen que ejercen los jóvenes de la localidad, impidiéndose la participación en este acto a foráneos, que, si se atrevieran a acercarse, serían repelidos violentamente por los almonteños. 

La religión de los andaluces constituye un libro muy necesario en una tierra como esta, en la que establecer un discurso racional y un análisis objetivo de las costumbres resulta en muchas ocasiones una tarea muy complicada, ya sea porque cualquier cuestionamiento religioso puede ser recibido con hostilidad por el devoto, ya sea porque el análisis objetivo de la propia realidad y el descubrimiento de sus fuentes, de la auténtica historia de la misma, puede entrar en controversia con las leyendas y relatos fantásticos aceptados como válidos por el creyente.

miércoles, 2 de septiembre de 2015

CLUBES DE LECTURA EN MÁLAGA EN SEPTIEMBRE. ¡ÚNETE!

El mes de septiembre siempre es especial, el de los buenos propósitos, el de las nuevas ilusiones que intentan cimentarse con las fuerzas renovadas del descanso veraniego. Muchos clubes de lectura también arrancan con sus proyectos ya consolidados y con ganas de convertirse en auténticos vertebradores de cultura en la sociedad. Por eso es importante que cada vez sea más gente la que se atreva a participar. Y escojo el verbo atreverse de manera deliberada, porque muchos lo desean, manifiestan esa intención, pero a la hora de la verdad surgen muchas dudas e incluso miedo: ¿se tratará de un club elitista? ¿mis intervenciones serán bien acogidas? ¿los libros que se leen no serán demasiado difíciles? Son las mismas cuestiones que yo mismo me hice la primera vez que acudí a un club de lectura. Pero pronto advertí una voluntad de estimular la participación de todos los asistentes y un ambiente culto y respetuoso orientado a los principales objetivos de este tipo de reuniones: pasar un rato agradable, aprender de los demás y que los demás aprendan de uno mismo. 

Jamás he asistido a un club de lectura del que no haya salido satisfecho, intelectualmente estimulado y lleno de ganas de abordar el siguiente. Por eso al que tenga dudas le recomiendo que pruebe, que guarde sus miedos y acuda dispuesto a exponer sus opiones y escuchar respetuosamente las de los demás. O, si es tímido, que asista las primeras veces solo de oyente y poco a poco vaya participando. Cada vez somos más y yo creo firmemente que los clubes de lectura pueden convertirse en uno de esos puntales de la sociedad civil, sin influencias políticas, religiosas o ideológicas concretas, de los que tan necesitado está este país.

En el club de lectura de la Biblioteca Cristóbal Cuevas, hablaremos de El insólito peregrinaje de Harold Fry, de Rachel Joyce,  que cuenta la historia de un personaje muy especial, un recién jubilado que por primera vez en su vida toma una decisión que se supone irracional.

Respecto a los clubes de lectura y cine de Más Libros Libres se pueden ver con detalle en este enlace:

http://maslibroslibres.com/clubes-de-lectura-en-mas-libros-libres-en-septiembre/

En el club de lectura del Ateneo de Málaga, una novela de una de las grandes damas del suspense, cuya maestría literaria va más allá de dicho género: Patricia Highsmith con El diario de Edith.

En el club de lectura de la librería Luces, ¡Vivir!, de Yu Hua, una novela cuyo protagonista tiene que sufrir los avatares de la complicada historia de China en el siglo XX y que fue objeto de una adaptación cinematográfica dirigida por el gran Zhang Yimou.

En el club de lectura de Fnac Málaga, la última novela de uno de los grandes escritores malagueños: El protegido, de Pablo Aranda. Contarán con la presencia del autor.

En el club de lectura de Casa del Libro, una narración, que también fue objeto hace pocos años de una adaptación cinematográfica: El velo pintado, de William Somerset Maugham, el autor de El filo de la navaja.

En los clubes de lectura del Centro Andaluz de las Letras, dos propuestas muy estimulantes: Cristo se paró en Éboli, de Carlo Levi, novela autobiográfica, que narra la vida en un pueblo humilde de Italia durante el fascismo y Un asesinato que todos cometemos, de Heimito Von Doderer, una historia un tanto escabrosa acerca de un hombre que se enamora del retrato de la hermana fallecida de su esposa.

Y finalmente en la Biblioteca Cristóbal Cuevas, celebraremos una tertulia temática en torno a la película Ida, de Pawel Pawlikowski, ganadora del último Oscar a la mejor realización extranjera, donde trataremos de la vida en los países del Este de Europa durante la etapa comunista.

En cuanto se vayan produciendo novedades, como el primer libro que se va a leer en la nueva temporada del club de lectura de la Biblioteca Provincial, tendrán cumplida noticia de ellas. Mientras tanto, lean mucho y, ya saben, únanse.

martes, 1 de septiembre de 2015

ROCÍO (1980), DE FERNANDO RUÍZ VERGARA Y EL CASO ROCÍO (2011), DE JOSÉ LUIS TIRADO. EL PAGANISMO CATÓLICO.

En un determinado momento de ese documental heterodoxo, magistral y a la vez necesario que es Rocío, Francisco Gil Delgado, canónigo de la Catedral de Sevilla en aquella época, intenta explicar el fenómeno de la romería desde un sentido místico, lo cual es lo mismo que asegurar que no puede hacerse desde la racionalidad. Precisamente la intención de Fernando Ruíz Vergara cuando emprendió la tarea de iniciar el rodaje era la contraria, la de indagar en los orígenes del fenómeno y tratar de llegar a una verdad que se pierde entre leyendas, intereses de clase y medias verdades. A pesar de que a finales de los años setenta ya se podía dar por asentada la democracia en España, con la Constitución recién aprobada, había ciertos temas (y esto sigue vigente a día de hoy, me atrevería a decir), en los que no se debía profundizar, asuntos que podía herir la sensibilidad del pueblo y cuestionar el status quo establecido y que en gran parte se consolidó en aquellos años de negociaciones y consensos bajo la atenta vigilancia de las clases privilegiadas.

Rocío es un documental que adopta un acertado punto de vista antropológico para retratar la manifestación de fervor más intensa - con permiso de la romería de la Virgen de la Cabeza - entre las que se dan en Andalucía. Su origen no es muy original: tiene que ver con el supuesto hallazgo milagroso en la zona, después de la reconquista, de una talla de la Virgen que habría sido escondida siglos antes por los cristianos que huían del avance musulmán. Como es preceptivo la Virgen pide que se construya en el lugar un santuario en el que se le rinda culto y poco a poco, a base de milagros, el sitio se hará famoso y allí acudirán miles de devotos esperanzados en la consecución de un milagro personal. Estos santuarios eran lugares en los que la iglesia, que había estado tanto tiempo ausente, iba cimentando su prestigio y poder entre el pueblo, obviando el hecho de que los visigodos hubieran profesado en su tiempo el arrianismo. Se fomentó la falsa idea de una continuidad entre la iglesia ligada al poder que llegaba con la Reconquista con la que existía antes de la llegada del islam, con la intención de legitimar lo antes posible a las nuevas fuerzas dominantes.

Uno de los discursos más valientes del documental de Ruíz Vergara es su carga de profundidad contra las clases dominantes en el campo andaluz, que utilizarían la romería como uno más de los basamentos de su preponderancia. El hecho de que se necesiten importantes medios económicos para participar en la peregrinación - carretas, caballos, animales, provisiones, vehículos todoterreno y un par de semanas de vacaciones en pleno mayo - hace que sean los privilegiados los que puedan participar con toda plenitud en ese festival de ostentación en el que se convierte el Rocío, aunque no falten historias de gente más humilde que se endeuda para aparentar una riqueza que no posee. En cualquier caso, son muchos más lo que participan en la medida de sus posibilidades. Lo curioso es que desde que comienza la romería las imágenes que suelen verse y las que muestra el documental, poco tienen que ver con lo que predica la doctrina cristiana: más bien nos encontramos ante una fiesta de carácter pagano, en la que se venera exclusivamente a una imagen que pertenece a un determinado lugar, hecho que se celebra con copiosas comidas, generosas dosis de alcohol y - parece ser - con drogas y sexo desenfrenado. Más que una manifestación de austeridad y penitencia, el Rocío constituye una perfecta exaltación del hedonismo, la imagen más representativa del andaluz ante el foráneo.

Pero el éxtasis llega con la salida de la Blanca Paloma de su templo, con el célebre salto de la verja como momento culminante, el instante en el que la pasión irracional se desata con un furor inusitado y vemos escenas a la vez hermosas y dantescas: una enorme masa humana pugnando por hacerse un sitio bajo el trono de la Virgen para poder llevarla, símbolo máximo de prestigio social, a la vez que el sujeto recepciona la gracia divina que emana de la talla. Entre tanto rostro sudoroso, entre desmayos, lágrimas, peleas y gritos, los padres elevan a sus hijos para que la gente los acerque a la Virgen entre empellones, sin importar el llanto desesperado de los pequeños: los beneficios serán mucho mayores: la creencia en el poder mágico de la imagen es mucho más poderoso que la preocupación por la seguridad física de los menores.

En El caso Rocío, documental realizado treinta años después, se analizan, con la perspectiva que da el tiempo, las consecuencias del procedimiento judicial que sufrió la película, deriva de la mención de un determinado nombre por un vecino de Almonte, que denuncia ante la cámara la represión que se llevó a cabo en el pueblo durante la Guerra Civil por parte de una banda liderada por José María Reales Carrasco, que fue alcalde de aquella localidad. Después de provocar una matanza entre los elementos izquierdistas del lugar, estos hombres se unieron al ejército nacional, ostentando bien visibles en todo momento sus medallas de la Virgen del Rocío. Los familiares de Reales Carrasco no tardaron en interponer una denuncia por injurias graves, así como por escarnio a la religión católica y ultraje contra los responsables del documental, del que se decretó su inmediato secuestro jucidial. El juicio tuvo repercusión incluso a nivel internacional y terminó con partes de la película censurada. A Fernando Ruíz Vergara se le impusieron dos meses de arresto mayor, una multa de cincuenta mil pesetas y el abono de diez millones de pesetas en concepto de responsabilidad civil por el delito de injurias graves contra Reales Carrasco, respecto al cual el juez no dejó probar al testigo la veracidad de los hechos que había declarado.

En el documental de José Luis Tirado, además de hablarse de las dificultades del rodaje de Rocío, aparece un Fernando Ruíz Vergara enfermo y derrotado (moriría poco después), pero todavía combativo, defendiendo su libertad de expresión y denunciando su caso como un ejemplo de los pactos ocultos de la Transición, de los límites de nuestra democracia, que impiden que se profundice en algunos temas que pueden resultar ofensivos para algunos: en los fundamentos de la religión y en la represión que se llevó a cabo en nuestra Guerra Civil.

Pero después de todo lo verdaderamente importante es que hoy podemos disfrutar de la obra maestra de Ruíz Vergara y su equipo, de esas imágenes, que no han vuelto a ser posibles, de la Virgen sin sus oropeles, una figura de madera carcomida, a la que se le pueden desmontar sus brazos, una talla destrozada por dentro, que es objeto de una devoción apasionada, un rasgo de identidad de un pueblo que ayuda a que la jerarquía social siga intacta. Como conclusión, transcribo aquí las palabras de Alonso Tostado, obispo de Ávila del siglo XV:

"De aquesto tal se siguen grandes pecados y errores y escándalos, y el pueblo menudo se torna hereje idólatra, ca puesto en algunas imágenes por revelación de Dios fuesen falladas en peñas o en fosaduras de tierra o en corazones de árboles, en lo cual hay muchas mentiras y muy pocas verdades; mas fue y es lo más dello introducido por sacar el dinero de las bolsas ajenas. Empero dado que fuese así en verdad, aquella imagen no es más de virtud que las otras, ca por manos de hombres es fecha, y no de ángeles, ni menos cayó del cielo, porque allá no hay piedras ni maderos; y dado que fuese hecha por mano de ángeles, no podría ser fecha salvo de piedra o de madera o de algún metal, e así no pudo tener mayor virtud que las otras imágenes, de piedra o de madera ni más que los palos del campo; y así si honramos a aquella imagen más que a las otras, entendiendo que tiene mayor virtud, y con mayor devoción delante della nos inclinamos, pecamos en idolatría."