Lo primero que llama la atención nada más comenzar El crepúsculo de los dioses, es que la historia nos la cuenta un cadáver. Joe Gillis acaba de ser asesinado por la antigua estrella de Hollywood Norma Desmond en la mansión de ésta. Y quiere contarnos su historia. Una narración sórdida como pocas, relatada por un hombre atrapado por sus deudas que acaba siendo prisionero de los delirios de una diva del cine mudo que pretende volver al mundo del cine por la puerta grande.
Gillis, un guionista fracasado, podría ser el santo patrón del enorme colectivo de personas para los que la experiencia de Hollywood tuvo mucho más de pesadilla que de sueño. Aquellos con sueños de triunfo que se encontraron con la dura realidad de una competencia feroz, en la que el triunfo solo está reservado a unos pocos. Como Norma Desmond, que lo fue todo en la década de los veinte, pero a la que no sentó nada bien la llegada del cine sonoro. Ahora el ego oscuro y demente de Desmond, ya con cincuenta años, lame sus heridas proclamando en su pequeño mundo, que se reduce a Max, un hombre imperturbable que a la vez es su mayordomo y su ex-marido. La definición que ofreció Glenn Close, que interpretó a Desmond en un musical, de su relación con Max, es muy acertada:
"Los que la rodeaban alimentaron su demencia. Max era un esclavo de su mentira. También creo que ella era una auténtica paranoica. Finalmente alcanzó el punto sin regreso. La realidad hubiera sido un golpe muy violento. Nadie le dijo nunca a Norma: "Cariño, el mundo está cambiando, hagámoslo de otra forma".
Cuando Gillis llega a la propiedad de Desmond huyendo de sus acreedores, la antigua actriz está velando a su mascota, un enorme chimpancé, del que Billy Wilder aseguraba que mantenía relaciones sexuales con la diva. Habiendo sido testigo de esa escena esperpéntica, entre los muros de la mansión encuentra un universo enfermizo y decadente, una especie de burbuja en la que su futura amante vive aislada del mundo exterior y a la vez planea su regreso triunfal a éste. La llegada del joven guionista es como una señal para ella, porque Joe Gillis será quien revise el proyecto de película que ha estado escribiendo en los últimos años: la historia de Salomé, en la que ella será la protagonista. Un propósito insensato, pero que es secundado por él, ya que la inesperada amistad con Desmond se le presenta como su única tabla de salvación, aunque todavía no conoce el alto precio que va a tener que pagar por ello...
El crepúsculo de los dioses sigue siendo el retrato más inteligente y a la vez visceral del mundo de Hollywood jamás realizado. El libro de Sam Staggs recoge todo el proceso de elaboración del film, desde el guión que escribieron con su peculiar estilo de trabajo Wilder y Charles Brackett hasta la elección de sus protagonistas. A pesar de haber sido una gran estrella del cine mudo, "la más grande de todas", Gloria Swanson es recordada sobre todo por la fuerza que imprimió a un personaje que, teniendo muchos puntos en común con ella, se amoldaba a su carácter un tanto excéntrico, sabiendo añadirle la locura progresiva que se va adueñando de la actriz, hasta el memorable final. Porque la película de Wilder es sobre todo una historia de ambición (la ambición de volver a la cima por parte de Desmond) y de supervivencia (el humillante papel que tiene que asumir Gillis como amante de una mujer mucho mayor), pasando por el papel de Max, un servidor incondicional de los delirios de la antigua diva.
Una película inmortal, venerada por legiones de cinéfilos y de la que podemos transcribir el testimonio de uno de sus primeros espectadores, recogido por Staggs:
"Se me antojó como un cuento de hadas moderno y pensé que Norma Desmond era una bruja mala que vive en un extraño castillo aislada del mundo, y que captura al apuesto y joven príncipe."
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