lunes, 5 de enero de 2009
LA SEMILLA DEL DIABLO, DE ROMAN POLANSKI. SUGERIR Y NO MOSTRAR.
Traducir "Rosemary´s baby" (El bebé de Rosemary) como "La semilla del diablo" es como si en España hubieran traducido "El imperio contraataca" como "Darth Vader y su hijo Luke". Lo cierto es que, polémicas aparte de nuestros traductores de títulos cinematográficos, nos encontramos ante una de las cumbres del terror contemporáneo.
Durante todo el metraje se va creando una atmósfera malsana que culmina en un final estremecedor. No se parece en nada a las películas de terror actuales llenas de sustos y efectismos baratos. El terror está en lo que no se muestra, en lo que se intuye y eso lo hace más terrible aún. Pocas cintas han logrado transmitir de un modo tan certero un sentimiento de soledad como el que sufre la protagonista, atrapada en una red que apenas puede entrever.
No voy a contar más. Para quien no la haya visto, que lo compruebe por sí mismo.
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