viernes, 9 de enero de 2009

THE QUEEN, DE STEPHEN FREARS. LA REINA INCONMOVIBLE Y LA "SABIDURÍA" DE UN PUEBLO.


Siempre he odiado con toda mi alma la llamada prensa del corazón. Pero no porque, tras ver esta película considere que fueron los asesinos de Diana ni tonterías por el estilo, sino porque representan uno de los nuevos opios del pueblo, quizá el más eficaz en su función de atontamiento. Es verdaderamente el reino de la banalidad y de los chupópteros (de uno y otro lado) que crean continuamente "noticias" acerca de personajes casi siempre impresentables y que se caracterizan sobre todo por su gandulería y pésimos modales. Noticias a cual más estúpida, seguramente casi siempre pactadas para repartir beneficios ante la credulidad de sus seguidores, que creen asistir a hechos muy relevantes y escandalosos.

Dentro de este periodismo existe la modalidad de las noticias dedicadas a las casas reales, que suelen repartirse en las modalidades "vestuario y peinados" (para reinas y princesas) y "campechanía y cercanía al pueblo" (para reyes y príncipes). La princesa Diana fue un caso especial en todo este negocio, pues desde el principio se vio que era perfecta carnaza para la prensa amarilla (que en Gran Bretaña es particularmente voraz por tradición) y se le sometió a un continuo marcaje que culminó en los desgraciados hechos parisinos que todos conocemos.

La llamada "princesa del pueblo" subió así a los altares y se convirtió en un mito que colocó a los británicos al borde de la histeria colectiva y que a punto estuvo de acabar con la monarquía de aquel país. Dicha "revolución antimonárquica de una semana" no se dio, como dictaría la lógica y el sentido común, porque de pronto a los súbditos de la reina se le cayeran las vendas de los ojos y quisieran acabar con la estafa de una monarquía hereditaria que esquilma bienes que deberían pertenecer al pueblo, no paga impuestos y cuyos miembros y allegados viven como reyes a costa de los impuestos del pueblo. No. El cuestionamiento de la monarquía se dio por la poca sensibilidad mostrada ante la muerte de Lady Di, un pecado muy venial si lo comparamos con lo anterior, pero que el pueblo soberano, en su infinita sabiduría, interpretó como una falta de acercamiento a los sentimientos de la gente (como si los reyes compartieran alguna vez algo con sus súbditos).

La película hace un muy buen tratamiento de aquellos días. Se nos lleva al palacio de Balmoral, donde el aislamiento es tal, que los miembros de la familia real no comprenden que se la están jugando hasta el último momento (solo el sufrido Charles parece entender lo que hay que hacer desde el principio). La figura de un angelical Tony Blair, cuando las Azores eran para él todavía unas pequeñas islas enmedio del Atlántico, resulta fundamental para despertar a la reina y de paso, para alcanzar unas cuotas de popularidad pocas veces vistas en un primer ministro. Helen Mirren está perfecta en el papel y sabe transmitir toda la frialdad y majestad de la reina, por lo que mereció ampliamente su oscar. La película me ha gustado en general y me ha resultado interesante, sobre todo por el tono de tragedia shakesperiana que sabe darle a unos hechos que conmocionaron al mundo e hicieron a mucha gente derramar abundantes lágrimas, que quizá nunca derramarían por la muerte de un familiar. Lágrimas por una princesa divorciada, con un patrimonio de unos 30 millones de euros, y que salió una noche del mejor hotel de París a dar un paseo en el Mercedes de su amante, el hijo de uno de los hombres más ricos de Gran Bretaña. La vida a veces es sorprendente.

2 comentarios:

  1. no te olvides que Frears tiene aún mejor cine.
    que no te ciegue tu amor por la pérfida Albión y su realeza.

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  2. Ya se irán publicando nuevas entradas sobre Frears, no seas impaciente Místico.

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