martes, 20 de enero de 2009

TEATRO: AL AMMARIYYA, DE DIEGO RODRÍGUEZ VARGAS. DESESPERANZA EN MARRUECOS.


El sábado ví en Nerja una obra de teatro (de Avalón Teatro) que me hizo reflexionar de nuevo sobre la situación de los jóvenes de nuestro vecino del sur. Quien viaja allí, no tiene que esforzarse mucho para verlo: nada más bajar del barco en Tánger ya estamos observando jóvenes sentados y desocupados, mirando de reojo hacia la otra orilla del estrecho, hacia la cercana España, puerta de entrada hacia una Europa que es el objeto de sus esperanzas.

La obra, perfectamente interpretada por solo cuatro actores, nos habla de la humanidad de los inmigrantes, de la desesperación que les lleva a embarcarse en un viaje incierto en el que suelen estar completamente solos. Y lo que me ha parecido más importante: ellos quisieran quedarse en su país. Como a todo el mundo a ellos les tira su tierra, su familia sus costumbres, pero las desigualdades en Marruecos son demasiado acusadas. Uno de los personajes se debate todo el tiempo en un mar de dudas: quiere irse, pero tiene miedo. Al final se decide, a pesar del discurso pesimista acerca de lo que va a encontrar en Europa y del trato que va a recibir por parte de otro personaje. Este ha sido inmigrante ocho años entre nosotros, está curado de espantos y ha vuelto a Marruecos para regentar un humilde negocio.

También es reseñable el choque entre tradición y modernidad que se está dando en nuestro vecino del Sur, representado en la joven que va a ser diputada, que quiere cambiar el sistema desde dentro. Un sistema injusto que necesita impulsos de los habitantes del propio Marruecos, modernización, democratización, inversiones y reparto de la riqueza, que la hay (aunque concentrada en pocas manos).

Una obra muy meritoria, de corta duración, pero que mantiene todo el tiempo el interés del espectador y le hace observar con nuevos ojos a seres humanos que habitan entre nosotros, realizan los trabajos menos agradecidos y a veces nos parecen invisibles. Una curiosidad: el momento en el que uno de los personajes no quiere oirse comparar con los inmigrantes subsaharianos. Dentro de la inmigración también hay clases.

1 comentario:

  1. Desde aquí mi agradecimiento al autor de la obra, que me envió un libro firmado.

    Abrazos

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