viernes, 22 de agosto de 2025

LOS RESCOLDOS DE LA CULEBRA (2024), DE JUAN NAVARRO GARCÍA. FUEGO Y MUERTE EN LOS INCENDIOS DE ZAMORA.

Las terribles imágenes de los últimos días, con amplias zonas de España sometidas a espantosos incendios avivados por un clima atroz, son una reproducción de las que pudimos contemplar hace tres años en la Sierra de la Culebra (una zona que ha vuelto a verse afectada estos días). Está claro que incendios forestales ha habido siempre, sobre todo en un país que sufre con frecuencia episodios de sequía extrema, pero los de los últimos tiempos son especialmente virulentos, imposibles de apagar, compuestos por llamas que devoran todo a su paso y saltan fácilmente por cualquier cortafuegos. Un fenómeno que está auspiciado también por la despoblación paulatina del mundo rural y la consiguiente falta de mantenimiento de los montes. Juan Navarro García es un periodista que fue testigo de la dureza de aquellos días y que aporta con este libro un relato muy preciso de los hechos:

"El viento empuja las llamas, con ráfagas de cien kilómetros por hora, los frentes cambian caprichosamente de dirección y los focos se ceban con la madera seca y un monte bajo —hierbajos, escobas, matorrales, zarzas y cardos— convertido en puro combustible.

Hasta los corzos y lobos chamuscados propagan las chispas que tuestan su pelaje mientras huyen. Otros animales perecen asfixiados en este laberinto de dióxido de carbono. Las cortezas saltan y el humo enrojece los ojos. Las botas se tiznan al salir de los caminos y adentrarse entre las llamas. El instinto obliga a mirar hacia atrás por si un viraje del viento, un árbol derrumbado o la propia intensidad del fuego cortan las escapatorias. No se oye nada más que el sonido de la destrucción y los cercados metálicos quedan incandescentes, abrasadores, más afilados que nunca.

Las sienes laten desbocadas y crece la desesperación. El viento eleva la humareda y cubre la sierra de la Culebra de una cúpula negra donde ni el sol ni la luna sirven como referencia. Las ráfagas cambian de dirección e impiden a los bomberos acometer con garantía las lenguas ardientes. El incendio se empacha de la peligrosa regla del treinta: más de treinta grados, rachas de más de treinta kilómetros por hora y humedad relativa menor al treinta por ciento."

En primer lugar Los rescoldos de la culebra es un homenaje a las personas que se dejaron heroicamente la vida en aquellos parajes tratando de contener el fuego. Pero también es una denuncia de la incompetencia de unos políticos que recortan en políticas forestales y de prevención, empezando por las precarias condiciones de unos bomberos a los que solo se llama para trabajar unos meses al año con unos sueldos paupérrimos y que disponen de unos medios claramente insuficientes para afrontar tragedias como la sucedida en 2022. Lo peor es que la historia ha vuelto a repetirse estos días y podemos ver que la Junta de Castilla León no aprendió nada de aquello y las numerosas promesas planteadas no se tradujeron en mejoras palpables en los medios de prevención.

El periodista vuelve a visitar la Sierra muchos meses después para constatar el abandono evidente que sufren sus habitantes después del desastre. Más que reivindicación, existe en sus habitantes un sentimiento de resignación, que se extiende a toda la población de la Comunidad Autónoma, como si las instituciones no fueran responsables de crear las condiciones para afrontar en el futuro con ciertas garantías situaciones tan extremas. Como decimos, hemos sido testigos este verano de cómo los políticos han abjurado de sus responsabilidades para volver a tirarse los trastos a la cabeza y acusarse unos a otros de dejación de funciones mientras numerosos ciudadanos contemplan con impotencia cómo se devasta la naturaleza, se pone en peligro su medio de vida e incluso sus hogares. De nuevo los desastres vuelven a golpear este país y las administraciones no están a la altura.

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