miércoles, 13 de agosto de 2025

LA PIEL QUEMADA (1967), DE JOSEP MARÍA FORN.

A veces uno descubre obras cinematográficas casi olvidadas, como la que nos ocupa. Películas que pasaron en su día sin pena ni gloria, pero que, vistas hoy, ofrecen un retrato tan preciso como contundente de la historia viva de nuestro país en las últimas décadas. La historia transcurre en plena época del desarrollismo franquista. José es un emigrante andaluz que trabaja en Lloret de Mar como albañil. En su duro trabajo diario puede contemplar cómo otros más afortunados (muchos de ellos extranjeros) pueden disfrutar de la playa y del alojamiento en apartamentos que han construído con su sudor otros como él. Mientras tanto, su mujer, sus hijos y sus hermano, emprenden un largo viaje (un viaje en tren de los de antes) desde Guadix para encontrarse con él después de muchos meses y establecerse definitivamente en Cataluña, la tierra de la gran promesa. La película ofrece un contraste magistral entre las novedades (la música, los bailes, el sexo libre) que vienen del extranjero y la España más tradicional que debe ir adaptándose a una nueva realidad que poco tiene que ver con su presunta esencia católica. En José y en sus compañeros persiste un primitivismo, sobre todo de carácter sexual, que parece tener mucho éxito entre las extranjeras que pasan sus vacaciones en Lloret. La piel quemada transmite autenticidad por los cuatro costados y no solo refleja la historia de sus protagonistas, sino la de todo un país que enfrentaba grandes cambios a pasos agigantados, dejando atrás a mucha gente y construyendo viviendas e infraestructuras de manera apresurada. También aparecen episodios esporádicos de odio a los emigrantes andaluces y extremeños, considerados unos miserables que roban el trabajo a los locales, por parte de catalanes, algo que recuerda a lo que está sucediendo hoy día con los extranjeros que vienen a buscarse la vida a nuestro país. Muchos de los males que hoy sufrimos (no hay más que recordar la España de los incendios que estamos padeciendo, fruto, entre otras cosas, de un urbanismo tan desordenado como desmesurado) tienen su origen en esta época, en la que muchos se dieron cuenta de lo fácil que es hacer dinero aprovechando los deseos de Sol, playa y buena gastronomía de muchos otros. La piel quemada no es solo una película, es un testimonio vivo de las circunstancias que no han definido como un país moderno con graves carencias de todo orden.

P: 9

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