Después del relativo fracaso de las versiones cinematográficas anteriores del cómic clásico de Stan Lee y Jack Kirby, parecía que la traslación a las pantallas de las aventuras de este grupo era excepcionalmente difícil y que cualquiera que volviera a intentarlo, volvería a estrellarse. Bastaba con volver a los orígenes, a la escencia de lo que quisieron transmitir sus creadores originales, a ese sentido de la maravilla que desprendía una nueva manera de realizar cómics de superhéroes: a través de unos protagonistas imperfectos, que tienen conflictos entre ellos y que, ante todo, ofrecen algo asombroso en cada uno de sus episodios pues, ante todo, los Cuatro Fantásticos son una familia de científicos, exploradores de lo desconocido. Y a los responsables del universo cinematográfico Marvel se les ha ocurrido presentarlos en su propio mundo. Un mundo retro, basado en los años sesenta del siglo pasado que refleja un tiempo mucho más optimista que el nuestro, con una gran confianza en la ciencia como motor de progreso y en el que el grupo del superhéroes es reconocido de forma casi unánime como los defensores de la Tierra. Matt Shakman ha filmado una película excepcionalmente entretenida que no es de orígenes, sino que parte ya de un grupo consolidado del que se ofrece un pequeño resumen de sus logros anteriores. La presencia de Galactus como oponente quizá sea un poco precipitada, ya que un enemigo de estas características debería ser una amenaza presentada con un poco más de calma en varias películas, pero quizá esto se deba a la conexión que se va a realizar con el resto del universo Marvel, algo inminente en una película que está rodándose ya. Respecto a los personajes, están muy bien presentados. Un Reed Richard genio científico y algo torpe en sus relaciones humanas, una Susan Storm que adquiere un papel muy relevante como negociadora e impulsora de una alianza mundial, un Johnny Storm mucho más inteligente de lo que cabría esperar respecto al personaje de los cómics y un Ben Grimm del que solo se ofrecen algunos esbozos de su personalidad (no puede darse en la películael mismo protagonismo a todos), pero del que pueden esperarse grandes cosas en el futuro inmediato. Una película imperfecta (sobre todo si se analizan algunas decisiones absurdas que toman sus personajes), pero que consigue lo más importante: reflejar cinematográficamente el espíritu de aquellos cómics tan mágicos que pueden ser leídos hoy como lo hacían aquellos adolescentes de los sesenta.
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