sábado, 22 de octubre de 2022

LICENCIA PARA MATAR (1989), DE JOHN GLEN.

Después de un más que aceptable debut como 007 en Alta tensión, los productores prepararon una segunda película mucho más a la medida de Dalton, con una trama que se alejaba radicalmente de lo que se había visto hasta el momento del personaje. Aquí Bond no trabaja en una sofisticada misión para salvar al mundo de un villano megalómano, sino que se enfrenta a un señor de la droga sudamericano por puro instinto de venganza y al margen de las órdenes del gobierno británico. Además, Licencia para matar contiene las escenas de violencia más duras que se habían dado en la serie hasta el momento, empezando por la mutilación por parte de un tiburón del amigo íntimo de Bond, Felix Leiter. Aquí el protagonista es un hombre furioso al que le importan poco las consecuencias de sus actos, siempre que consigan su objetivo, un hombre apenas simpático que se ajusta bastante al original literario. Unas pocas escenas están basadas en la novela Vive y deja morir, la segunda que publicó Fleming sobre el personaje, pero el resto de la trama es enteramente original. ¿Cuáles son los problemas que hace que Licencia para matar no llegue a ser la gran obra que podría haber sido? Seguramente un guion falto de ritmo que se basa demasiado en lo que estaba de moda en aquel momento, unos secundarios que brillan poco y una producción un tanto pobre, que desentona un poco con otras películas del personaje, además de alguna escena ridícula, como la del ataque de los ninjas, que están absolutamente fuera de lugar respecto a la pretensión de realismo de esta historia. En cualquier caso es un intento muy interesante de llevar al personaje por caminos no transitados, haciendo de él prácticamente un antihéroe o quizá un héroe más puro y más humano, puesto que pone su amistad con Leiter por encima de cualquier interés personal.

P: 6

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