La gran película de culto del cine español parece filmada en un estado de ensoñación que produce a la vez inquietud y fascinación en el espectador. Todo transcurre en un Madrid sórdido y sin esperanzas en el que sus personajes principales sufren adicción a las drogas y son gente obsesionada por el cine, un fenómeno que contemplan como mucho más que un mero arte. Para Pedro, un tipo solitario y extraño, el objetivo parece ser fundirse con las imágenes que toma con una cámara Super 8. José (Eusebio Poncela) tiene una relación más alimenticia con el cine, es director de películas de serie B, pero no puede obviar la extraña fascinación que le produce un personaje tan peculiar (hoy lo llamaríamos friki) como Pedro y ese hallazgo que dice haber encontrado en un determinado fotograma de sus filmaciones. De algún modo Arrebato consigue el milagro de que el espectador se funda con sus imágenes y entre en ese mundo peculiar como algo más que un mero voyeur. La película de Zulueta es también un ejercicio de radical libertad cinematográfico, una obra muy personal con inspiración directa del underground estadounidense, un fenómeno muy extraño en un cine español en el que históricamente se arriesga poco en sus producciones y se innova aún menos. Una película que merece más de un visionado, porque es de esas que nunca acaban de decir todo lo que tienen que decir.
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