Corpus Christi narra la historia de un joven que deja un duro internado para ir a trabajar a un aserradero pero al llegar a un pueblo le surge inesperadamente la oportunidad de hacerse pasar por el nuevo sacerdote. Para Daniel, alguien que prácticamente solo ha conocido una vida de violencia la nueva situación es una oportunidad de hacerse respetar a través de un camino pacífico. Además, ser sacerdote siempre ha sido su vocación desde que fue internado, quizá porque la religión le otorga la paz espiritual que necesita para contener su constante tendencia a la violencia. Pero David ha llegado al que considera su destino en un momento muy delicado, cuando el pueblo está viviendo un duelo debido a un accidente en el que han fallecido varios jóvenes y los familiares de las víctimas no son capaces de perdonar al presunto responsable. En esta circunstancia el protagonista atisbará una especie de misión redentora a la que dedicará todos sus esfuerzos. Y es que Daniel, sin haber pasado por el Seminario, posee una evidente capacidad de llegar a los demás aplicando los fundamentos del cristianismo de una manera poco ortodoxa, pero eficaz, consiguiendo de esta manera hacerse querer. Para él la situación es paradisiaca: de pronto no necesita utilizar la violencia para ser un líder, ni siquiera para sobrevivir, aunque sabe que esto no durará. Cualquier día será descubierto y jamás podrá continuar su sueño, puesto que las leyes polacas impiden el ejercicio sacerdotal a alguien con su pasado. Además, dicho pasado llama a su puerta de la manera más inesperada, por lo que su situación se va haciendo poco a poco más insostenible. Corpus Christi es una película muy sólida, un retrato del fenómeno religioso visto desde muchas aristas que trata con mucha inteligencia al espectador a la vez que lo hace sentir incómodo, ya que no sabe qué posición moral tomar frente a lo que está viendo en la pantalla.
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