El libro de Margaret MacMillan, una reputada historiadora que ha escrito páginas memorables sobre la Primera Guerra Mundial, intenta acercarse a la noche de los tiempos para desvelar de dónde viene ese constante recurso a la violencia que está presente en toda la historia humana. Seguramente es una mezcla entre factores instintivos y culturales, pero lo que es cierto es que es necesario una comprensión profunda del fenómeno para intentar que desaparezca en el futuro:
"Tal vez la guerra sea el resultado de la avaricia o de la competencia por los recursos menguantes, alimentos, territorios, compañeros sexuales o esclavos. O tal vez estemos condicionados por los lazos biológicos y la cultura compartida para valorar a nuestro propio grupo, ya sea un clan o una nación, y temer a los demás. ¿Arremetemos instintivamente contra lo que tenemos delante cuando nos sentimos amenazados como hacen nuestros primos los chimpancés? ¿La guerra es algo inevitable, o bien algo que hemos construido a través de ideas o cultura? Puesto que la guerra y el miedo a la guerra siguen muy presentes en el siglo XXI, las respuestas a estas preguntas son importantes."
Con el paso de los siglos la guerra se ha ido profesionalizando y los avances científicos han conseguido que los ejércitos dispongan de armas cada vez más poderosas que deben ser contrarrestadas con urgencia para mantener el equilibrio entre contendientes. Si bien en el siglo XVIII, después de los desastres sucedidos en Europa en el siglo anterior con la Guerra de los treinta años, se generalizó una visión más humanista de la guerra, con unas batallas sometidas a unas reglas muy estrictas en las que se intentaba respetar en lo posible a la población civil, lo que sucedió en el siglo XX careció de precedentes en cuanto crueldad y devastación, llegándose a la destrucción completa de grandes ciudades en una sola noche de bombardeo o al uso de bombas atómicas. Si bien se han intentado regular normativas humanitarias a nivel internacional para evitar al menos el sufrimiento de inocentes, estas se vuelven papel mojado con demasiada frecuencia cuando comienza la violencia.
El libro de Margaret MacMillan se pone de plena actualidad en las presentes circunstancias. A la guerra híbrida y las guerras soterradas de carácter económico y tecnológico se une ahora un conflicto abierto en pleno corazón de Europa de consecuencias imprevisibles pues, al menos uno de sus actores principales posee armas nucleares y ha amenazado con usarlas. La lógica nos dicta que Putin medirá las consecuencias y no será capaz de hacerlo, pero la historia bélica está repleta de desagradables sorpresas que eran inconcebibles en el momento en el que se produjeron. Ojalá acabe imponiéndose la cordura.
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