lunes, 26 de septiembre de 2022

YO ACUSO (1901), DE ÉMILE ZOLA Y EL OFICIAL Y EL ESPÍA (2019), DE ROMAN POLANSKI. LA VERDAD EN MARCHA.

Encontramos en este volumen una recopilación de los escritos de Émile Zola en el que toma partido por el oficial Alfred Dreyfus, un militar de alto grado que fue condenado a cadena perpetua por un caso de espionaje del que era completamente inocente. Lo verdaderamente escandaloso es las pruebas presentadas contra Dreyfus en el Consejo de guerra eran tan endebles que los responsables de la misma sabían que la sentencia era injusta desde primera hora, aunque la fundamentaran en una serie de documentos secretos - inexistentes - que no podían ser exhibidos por comprometer a la seguridad nacional. La perversa lógica que condujo a la condena de Dreyfus fue su condición de judío, por lo que fue considerado un enemigo de Francia y el mejor chivo expiatorio posible para ser exhibido a una nación a la que se le habían ido inculcando altas dosis de antisemitismo durante muchos años. Así lo denuncia Zola:

"El veneno es ese odio rabioso hacia los judíos que, cada mañana, desde hace años, se imbuye al pueblo. Hay toda una banda que se dedica a ese oficio de envenenadores, y lo más gordo es que lo hace en nombre de la moral, en nombre de Cristo, como si fuera un vengador y justiciero. ¿Y quién nos dice que ese ambiente donde se fraguaba no ha influido en el consejo de guerra? No es extraño que un judío traidor venda a su país. Aunque no encontremos ningún motivo humano que explique el crimen, aunque ese hombre sea rico, inteligente, trabajador, sin pasiones, de vida impecable, ¿no basta con que sea judío?"

Yo acuso, quizá el más famoso de los escritos de combate político es ante todo un alegato apasionado a favor de la libertad contra los abusos del Estado. Zola asume el papel de ciudadano escandalizado frente a una decisión radicalmente injusta que está haciendo sufrir a un inocente y deja libre a un culpable, porque los responsables de tal decisión necesitan ocultar su negligencia. Se trata de una figura prácticamente inédita hasta ese momento, la del intelectual que arriesga su prestigio y su libertad - Zola finalmente fue condenado a un año de prisión, aunque huyó a Inglaterra para no cumplir la sentencia - en beneficio de una causa noble. Para él Francia no se jugaba solo la libertad de Dreyfus, sino la esencia misma del Estado y para que su mensaje llegara al mayor número de personas posible no solo lo publicó en los periódicos más liberales de la época, sino también en forma de panfletos que se repartían en la vía pública, en la sagrada misión de contrarrestar la gran mentira oficial.

La película de Roman Polanski es una extraordinaria recreación del caso Dreyfus que no se centra en Émile Zola - esté aparecerá solo al final - sino en uno de sus grandes protagonistas, el coronel Georges Picquart. A priori Picquart era un héroe improbable para esta historia, un tipo que no simpatizaba en absoluto con los judíos, pero sí con el correcto funcionamiento de las instituciones, en especial del estamento militar, por lo que las escandalosas implicaciones del juicio a Dreyfus era algo que no podía tolerar, aunque su actuación pusiese en peligro su brillante carrera. Tampoco Dreyfus aparece retratado como un gran héroe, sino como un tipo corriente que es víctima de hechos extraordinarios y que lo único que busca, con gran angustia, es que alguien advierta que él es un tipo absolutamente inocente respecto a los graves hechos que se le han imputado.

El oficial y el espía es una película cuidada hasta el último detalle, con una ambientación prodigiosa en la que hasta los sonidos remiten a la Francia de finales del siglo XIX y funciona como un retrato magistral del funcionamiento de los servicios secretos del Estado, cómo estos se refugian discretamente en un edificio que huele a cloaca y manejan información sensible al antojo de su promotores. Y todo ello apelando más al intelecto del espectador que a sus emociones, una elección extraña hoy día. Una película que pasó bastante desapercibida en momento, pero que demuestra que los viejos maestros como Polanski o Ridley Scott todavía tienen la fuerza y el oficio como para trasladarnos de manera fidedigna a los hechos del pasado.

P: 9

1 comentario:

  1. Hay que recordar que el oficial Georges Piccard acabó llegando a ser ministro de defensa de Francia: a pesar de la polémica y el inusitado odio sectario que el caso Dreyfus desató en Francia, al final ganaron los buenos...

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