Una de las películas más transgresoras de la historia del cine, protagonizada por una prostituta que quiere olvidar su sórdido pasado instalándose en la tranquila ciudad de Grantville. Kelly pretende ofrecer sus servicios de forma independiente - bajo la obvia tapadera de agente comercial de una marca de champán - pero pronto va a tener su primer encontronazo con la hipocresía de Gratville en forma de su jefe de policía, que primero la contrata para pasar la noche y a la mañana siguiente la invita a abandonar la localidad para acudir como recomendada al prostíbulo del pueblo de al lado. Todo este cúmulo de circunstancias motivan a la protagonista a abordar un cambio radical en su vida y empieza a trabajar como enfermera cuidadora de niños minusválidos. Allí va a enamorar al millonario filántropo de la localidad, frente a las suspicacias del jefe de policía, que no tiene mucha fe en la redención de las prostitutas. Como ya le adelantó su primera experiencia al llegar a la ciudad, bajo la capa de moralidad intachable de sus ciudadanos puede latir la más extrema de las corrupciones, porque al final, pese a su pasado, Kelly va a ser el único personaje cuya existencia se ha mostrado de manera transparente. Una obra extremadamente libre, dura y que apela directamente a la moral del espectador, tal y como declaró Fuller a Cahiers du Cinéma el mismo año de su estreno:
"No voy a hacer un sermón, pero es tiempo de que alguien como una prostituta eche en cara a las personas piadosas y honradas, el mundo en suma, lo que, desde su punto de vista, no funciona. Sé que me arriesgo mucho con respecto al público, pero espero que cada cual creerá que es su vecino o vecina, y no él, quien está realmente implicado. Mi protagonista es una mujer dura y tierna a la vez y que, al no poder tener niños, se dedica con todas sus fuerzas a cuidar pequeños lisiados."
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