El tema de esta película ha sido ya tratado en otras ocasiones - recuerdo una española llamada Horas de luz - pero no por ello deja de resultar interesante. Se trata de la historia de una psicóloga muy experimentada en su campo, que se siente atraída irresistiblemente de un agresor sexual muy violento en proceso de rehabilitación. Desde luego la hibristofilia es una triste realidad. Muchos delincuentes violentos o asesinos en serie que se hacen famosos a través de los medios de comunicación reciben cientos de cartas de admiradoras, sobre todo el físico del delincuente acompaña, aunque esto último no siempre es necesario. Pero lo que experimenta la protagonista es un fenómeno mucho más complejo, derivado de la relación profesional que establece con su peligroso paciente. Entre ambos se establece una especie de juego de manipulaciones y mentiras en el que ella tiene que tratar de contener la atracción irracional que se le ha despertado por tal sujeto. Todo este juego de poder - el poder institucional de ella contra el malsano poder de seducción de él - está bien planteado a priori en el argumento, pero el desarrollo se pierde en un desarrollo muy irregular, quizá porque la situación mental de Nicoline es demasiado compleja como para ser trasladada de forma efectiva a la pantalla. Además, está esa extrañísima relación con su madre, que seguramente tiene que ver con el estado de su psique, pero al final constituye otro factor de ambigüedad del relato. El espectador queda con una gran sensación de desasosiego, pero también bastante desconcertado.
P: 5
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