El notario Josef Bartok disfruta de una existencia acomodada en Viena, repleta de honores y fiestas. Pero en una sola noche, el peso de la historia cae sobre sus hombros y los invasores nazis lo encierran en una habitación de un lujoso hotel. Bartok posee información privilegiada acerca de cuentas en el extranjero de miembros de la nobleza austriaca y los alemanes pretenden quedarse con esos bienes. Pero, contra lo previsto, la tortura con la que intentan sonsacar la información a Bartok no va a ser física, sino psicologíca: al prisionero se quedará solo en su habitación sin otro entretenimiento que sus propios pensamientos. En una de sus escasas salidas para ser interrogado, el protagonista consigue ocultar entre sus ropas un pequeño volumen. Resulta ser un libro de ajedrez, un juego que él siempre ha despreciado, aunque en esta ocasión va a tener que aferrarse a él para intentar terminar su experiencia con un poco de cordura, una especie de parábola de la capacidad humana de salir adelante incluso en las situaciones más desesperadas. Basada libremente en el estupendo libro de Stefan Zweig, Novela de ajedrez, la película de Stolzl resulta una adaptación muy competente que se basa sobre todo en la espléndida interpretación de Oliver Masucci, que es capaz de ponerse con mucha convicción en la piel de un hombre que va sufriendo paulatinamente un severo hundimiento psicológico.
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