La película de Ray está rodada prácticamente en un solo escenario - la casa de la protagonista - y con tres personajes principales, pero está elaborada con gran sensibilidad y humanismo. Aunque es una historia muy inscrita en las costumbres de la alta sociedad hindú del siglo XIX, los comportamientos de los protagonistas son universales. Charulata, que debe tener un papel discreto como esposa de un rico heredero, se aburre y necesita emociones, que llegarán en forma del primo de su marido, Amul, mucho más vivaz e imaginativo que éste, que conecta de inmediato con la protagonista al compartir su interés por la literatura y la escritura. Pero el tercer vértice del triángulo es el esposo que, contra todo pronóstico, se trata de un hombre muy noble que ha decidido emplear buena parte de su fortuna en la fundación de un periódico que se ocupe con vehemencia del tema que más le apasiona: la política. Quizá el ritmo de la película sea un tanto lento para los ojos occidentales, pero la forma de rodar de Satyajit Ray es mágica: consigue transmitir la atmósfera que se vive en ese hogar con sus sutiles movimientos de cámara. Una alternativa a los clásicos de Hollywood de la época y toda una grata curiosidad para quien está habituado a otro tipo de cine.
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