lunes, 16 de septiembre de 2024

LOS DIOSES TIENEN SED (1912), DE ANATOLE FRANCE. EL SUEÑO DE LA RAZÓN.

Évariste Gamelin, el protagonista de la novela, es un hombre puro y austero, tanto que acepta con entusiasmo su militancia en los jacobinos durante la época del Terror. Lo paradójico de Gamelin es que se trata de un buen hombre corrompido por una situación política que lo hace tornar en un monstruo insaciable que, como el sistema al que representa, necesita grandes cantidades de sangre derramada para seguir alimentándose. Como miembro del Tribunal Revolucionario para el que ha sido nombrado, Gamelin no conoce la piedad. Todo acusado es culpable y debe ser guillotinado en pos de la pureza de la Revolución, en pos de una utopía que debe ser cimentada sobre los cadáveres de sus enemigos. Ni siquiera cuando se enfrenta a la tesitura de salvar a la pareja de su hermana es capaz de ser flexible. Sus fanáticas ideas son una sólida roca y acabará muriendo por ellas si es preciso.

Los dioses tienen sed constituye un magnífico retrato de la vida cotidiana en los días más duros de la Revolución Francesa, aquellos en los que nadie se sentía a salvo, casi todo el mundo pasaba hambre y los ejércitos enemigos parecían poder penetrar en el corazón de Francia. El nuevo credo revolucionario quiere sustituir a toda prisa los antiguos dogmas del cristianismo y la monarquía y quiere sustituirlos por nuevas ideas que inevitablemente devendrán en un nuevo dogma que alimenta la intolerancia por cualquier otro sistema de pensamiento. Los héroes aquí no son intelectuales, sino fanáticos del nuevo orden que sacrifican su tiempo y sus escrúpulos para ir eliminando uno a uno a los enemigos de la Revolución. Algo muy parecido a lo que sucedió en los años treinta en la Unión Soviética de Stalin.

La novela de Anatole France se alimenta de numerosas lecturas que tienen su origen en la librería especializada en Revolución Francesa que regentaba su padre. Aquí se plasman magistralmente la ceguera moral y la obcecación criminal que dio lugar a uno de los procesos históricos más decisivos, hoy valorado como el comienzo de un nuevo mundo dotado de libertades y derechos para todos los ciudadanos, pero del que es necesario conocer sus procedimientos más inmorales. No es por nada que la principal imagen que nos viene a la cabeza cuando pensamos en esta época sea la de una guillotina.

PARÍS, DISTRITO 13 (2021), DE JACQUES AUDIARD.

Historia coral de un grupo de jóvenes que salen adelante con trabajos precarios y viven en el distrito de Les Olympiades de París. Son gente - al menos aparentemente - ajenas al compromiso amoroso, pues cambian de pareja con la misma facilidad con la que cambian de trabajo o de vivienda. En este sentido Audiard ha reflejado muy bien la existencia de muchos jóvenes profesionales de hoy que jamás van a encontrar estabilidad en sus vidas, pero la película no es exactamente una denuncia social, sino la crónica de un triángulo amoroso que bebe en cierto modo de las películas de Woody Allen. Los personajes aceptan su existencia nihilista sin mucho problema y establecen sus relaciones precarias pensando solo en el carpe diem, porque tampoco pueden permitirse hacer las cosas de otra manera. En cualquier caso, se supone que la tecnología podrá mantener conectados a quienes han perdido el contacto físico, aunque este contacto sea relativo. La historia de estos personajes se sigue con interés, pero uno se olvida de ellos con la misma facilidad con la que simpatizó con los mismos.

P: 5

domingo, 15 de septiembre de 2024

LA VERDADERA HISTORIA DEL HOMBRE ELEFANTE (1980), DE MICHAEL HOWELL Y PETER FORD. DONDE EL LECTOR CONOCE A UN HOMBRE MUY HUMANO.

Si bien la historia del hombre elefante es conocida sobre todo por la obra maestra cinematográfica de David Lynch, la lectura de este magnífico libro arroja luz acerca de aspectos más desconocidos del personaje, puesto que la obra de Michael Howell y Peter Ford no solo es una biografía de Joseph Merrick sino también una crónica de cómo era la vida en Inglaterra en la segunda mitad del siglo XIX, en el apogeo de la era victoriana. Ante todo esta era una Inglaterra de desigualdades sociales, en la que la mayoría de la población debía adaptarse a las eternas jornadas laborales en la fábricas si quería sobrevivir. De hecho el joven Joseph intentó ganarse la vida, primero como operario en una fábrica de tabaco y después como vendedor ambulante, pero su condición física no permitía que los empleos, cuando podía conseguir uno, le duraran. De hecho esta circunstancia era motivo de conflicto con su familia, por lo que nuestro protagonista terminó habitando una de esas terribles casas de acogida y labor a la que iban a parar los más miserables de la época.

Al final Joseph creía haber encontrado su destino en el mundo de la exhibición de fenómenos humanos, esas barracas de feriantes que recorrían el país enseñando a la gente a presuntos monstruos de la naturaleza cuya presentación ante el público suscitaba emociones fuertes en éste. En esta triste condición es cómo lo conoció el doctor Treves, un hombre que al principio se interesó por Merrick desde un punto de vista estrictamente científico, pero después fue capaz de reconocer al ser humano puro y bueno que existía debajo del terrible cuerpo. La enfermedad de Merrick no tenía curación, pero sí que se le podía hacer la existencia más fácil si se le acogía en el hospital y se atendía a sus necesidades de higiene, alimento y cariño humano, algo que Treves terminó consiguiendo. Hasta el momento el hombre elefante solo había conocido una existencia terrible repleta de miedo y sinsabores, pero los años transcurridos en el hospital fueron, según su propio testimonio, plenos de felicidad.

Hay un aspecto muy curioso en el historia de Merrick, y es su afición a la lectura. El acercarse a los libros le permitía aislarse de su triste condición y leía todo lo que caía en sus manos, prefiriendo las historias de tono amoroso y sentimental, además de aquellos textos que reforzaban su natural religiosidad:

"Era un lector ávido que leía desde la infancia y en los libros había hallado un constante consuelo a su soledad. Su conocimiento de la literatura era a un tiempo excéntrico y diverso, pues la selección de sus lecturas había estado más determinada por lo que el azar había depositado en sus manos que por una exploración o un desarrollo de sus gustos. Lisa y llanamente, había devorado cualquier cosa que le saliera al paso y la Biblia y el devocionario anglicano los había releído varias veces, de modo que conocía ambos a fondo. Tenía en su haber una amplio abanico de periódicos y revistas de todo tipo, incluso una idea fragmentaria de las obras de novelistas de mayor entidad, entre los que se contaba Jane Austen. Había lidiado con una sucesión de libros de texto y disfrutado de un sinfín de historias. De hecho había leído y tomado en cuenta todo pedazo de letra impresa que se ponía ante sus ojos."

Para Merrick la lectura no era un mero divertimento, sino que se tomaba tan en serio las historias a las que se acercaba que las tomaba por verdad absoluta, por lo que se preocupaba por el destino futuro de sus personajes. Gracias a que personajes de alta alcurnia, empezando por la princesa de Gales, se interesaron por él, el hombre elefante pudo permitirse ciertos lujos, como pasar unas semanas en el campo (algo que nunca había podido hacer) o acudir a una función teatral, lo que quizá constituyó la culminación de su existencia, por la maravilla absoluta que encontró sobre el escenario. Así lo describe el doctor Treves:

"Uno ha presenciado con frecuencia el deleite espontáneo de un chiquillo que asiste por primera vez a una representación navideña, pero el embeleso de Merrick era mucho más intenso, así como sumamente solemne. Hete aquí un ser humano con el cerebro de un adulto, las fantasías de un muchacho y la imaginación de un niño. Más que deleitado se le veía maravillado y presa de asombro. Estaba sobrecogido por lo que veía, completamente cautivado. El espectáculo lo dejó sin palabras, a tal punto que si le hablaban no prestaba atención. A menudo parecía faltarle el aliento."

La verdadera historia del hombre elefante nos hace amar a un personaje que, a pesar del infierno en vida que tuvo que padecer durante años, jamás renegó de su humanidad y de su anhelo de sencilla felicidad. Al igual que sucede en la película de Lynch, en la narración de Howell y Ford Merrick es capaz de atrapar el corazón del lector. 

ESTAMOS HECHOS PARA ENTENDERNOS (2021), DE PASCAL ELBÉ.

Antoine es un profesor de secundaria que está empezando a padecer un pequeño drama: se está quedando sordo. Buena parte del contenido de comedia de esta película tiene que ver con los pequeños malentendidos que causa al protagonista su nueva condición, que al principio se niega a asimilar, aunque acabará acudiendo al médico para que le coloquen un aparatito en el oído. El otro punto de interés de Estamos hechos para entendernos es la relación que el Antoine establece con su vecino que, como suele suceder en este tipo de películas, comienza siendo de odio para transformarse finalmente en amor, en este caso con la ayuda de la buena relación que el profesor establece con la pequeña hija de la vecina. La obra de Elbé se ve con cierto agrado, pero no deja de ser una comedia intrascendente que se sostiene por el buen hacer de sus intérpretes principales. Seguramente pasará por los ojos de la mayoría de los espectadores sin pena ni gloria. 

P: 4

sábado, 14 de septiembre de 2024

LA CASA EN LA SOMBRA (1951), DE NICHOLAS RAY.

El protagonista de La casa en la sombra es una especie de predecesor de Harry el sucio. Se trata de un policía con métodos muy particulares y violentos, pero que son efectivos a la hora de resolver los casos que se le asignan. Sus compañeros lo aprecian, pero ven en él a un ser atormentado, excesivamente afectado por la basura humana con la que debe tratar día tras día. La primera parte de la película trascurre en un ambiente urbano con un estilo del más puro cine negro y el espectador puede contemplar como la ira y la frustración de Jim Wilson va creciendo: él es un ser que parece vivir solo para su trabajo y al que no le importa agredir a los sospechosos en busca de información. En la segunda mitad al protagonista le asignan una misión en el medio rural, quizá para que se despeje un poco de sus traumas urbanos. Se trata del asesinato de una niña por un perturbado. Allí conocerá al padre de la criatura, que no se despega de su rifle, en busca de venganza y también a una muchacha ciega (extraordinaria Ida Lupino), que parece tener cosas que ocultar. Para Wilson el campo no va a ser más que una prolongación de la ciudad: ante ciertas circunstancias la gente puede enloquecer y paradójicamente, ahora él va a tener que adoptar un papel más comedido para contrarrestar la ira ciega del padre. Todo un clásico del cine negro que crea un personaje inolvidable y que seguro que ha influido en películas muy posteriores. 

P: 8

EL CRIMEN DE LA CALLE DE BORDADORES (1946), DE EDGAR NEVILLE.

El crimen de la calle de Bordadores nos traslada a un pasado ya remoto, a finales del siglo XIX, pero lo hace con un particular equilibrio entre lo realista y lo teatral. La película no es solo una comedia costumbrista, sino que tiene toques bastante efectivos de cine policiaco en un estadio muy primitivo. La creación de un ambiente castizo dentro de una trama policiaca y con toques de cine negro no es tarea fácil, pero aquí se consigue plenamente. Destaca también el papel de los periodistas, emparentados con los que ya había retratado Howard Hawks en Luna nueva: unos tipos mucho más interesados en el sensacionalismo que hace vender periódicos que en contar la verdad. La novedad del crimen y las dudas sobre su autoría se extienden por un Madrid en el que no hay televisión ni radio, pero eso no impide que se celebren apasionados debates en numerosas sobremesas. Al final incluso tenemos unas gotas de cine judicial. Una película a reivindicar, pues retrata parte de nuestra historia, algo deformada, pero real.

P: 7

domingo, 8 de septiembre de 2024

EL OTRO SEÑOR KLEIN (1976), DE JOSEPH LOSEY.

El señor Klein se ve a sí mismo como un hombre pragmático. Por eso no le importa aprovecharse de la situación que vive Francia en 1942, durante la ocupación y se dedica a hacer negocio a través de vendedores judíos desesperados. Un día recibe en su puerta un diario judío que solo llega a suscriptores. El hecho le inquieta y decide investigar. Pronto se va a ver envuelto en una intriga de corte kafkiano, en la que incluso empieza a dudar de su propia identidad, puesto que existe alguien que se llama igual que él que puede haberle tendido una trampa que le haga caer en la telaraña nazi. Como si de una dosis de karma se tratara, Klein empieza un lento descenso a los infiernos que puede despojarle de su magnífico bienestar e identificarle con los parias de aquel momento histórico. El espectador se identifica en todo momento con la extraordinaria interpretación de un Alain Delon al principio cínico, después desconcertado y finalmente horrorizado por el giro del destino que está sufriendo su existencia. La última escena de la película es realmente memorable y resume todo el horror de una época infame no solo para Alemania, sino también para la colaboracionista Francia. Todo ello marcado por una atmósfera asfixiante que va creciendo gracias al ejemplar guion de Costa-Gavras. 

P: 7

sábado, 7 de septiembre de 2024

MERLÍN (2006), DE GEOFFREY ASHE. HISTORIA Y LEYENDA DE LA INGLATERRA DEL REY ARTURO.

Casi todos los países europeos, dada la antigüedad de sus orígenes, poseen sus mitos fundacionales, esos relatos repletos de hazañas y seres casi mitológicos que hablan al ciudadano de la pureza de la concepción de su nación y otorgan un sentido a la unidad de la misma. La saga de los caballeros del rey Arturo británica es una de las más fascinantes, todo un ciclo tradicional cuya mitología escrita sigue prolongándose hasta nuestros días. Los personajes de estas sagas distan de ser perfectos, aunque sus espíritus rebosen de anhelo de perfección y la mayoría de sus acciones sean un ejemplo para el lector.

Lo verdaderamente curioso del personaje Merlín - a los que algunos encuentran indicios de basarse en algún personaje histórico - es la interpretación contradictoria que distintos autores hacen de su naturaleza, aunque lo verdaderamente importante es su papel trascendental en el ascenso del rey Arturo y la creación de esa utopía llamada Camelot. A Geoffrey Ashe le interesan sobre todo los aspectos filológicos de esta mitología y su libro es una auténtica recopilación de las fuentes que han relatado la historia de Merlín y el rey Arturo, desde las más remotas a novelas del siglo XX.: 

"Merlín es un enigma. Se trata de uno de los personajes más extraños de la leyenda y la literatura y resulta todavía más enigmático cuando se tiene en cuenta que no hay ningún otro como él, nadie con quien compararlo o clasificarlo. Merlín cambia de forma y desaparece sin más. Lo que siempre se suele decir de él, el punto de partida para cualquier discusión, es que fue el mago de la corte del rey Arturo. Sin embargo, esta apreciación no debería ser más que una anécdota en la vida del mago, ya que su asociación con Arturo, al menos en la forma en la que más nos resulta familiar, es más breve de lo que cualquiera podría imaginar."

LOS NIÑOS DE WINTON (2023), DE JAMES HAWES.

Con muchas similitudes con La lista de Schindler, esta película narra la hazaña singular de Nicholas Winton, un británico acomodado que, ante la amenaza nazi sobre la ciudad de Praga, ayudó activamente a rescatar a casi setecientos niños judíos y buscar para ellos familias de acogida en su país, respetando escrupulosamente el derecho internacional. Aunque la narración es convencional, destaca en Los niños de Winton ante todo la actuación de Anthony Hopkins, como un hombre un poco introvertido que no considera que su pasado sea heroico, sino que más bien se encuentra atormentado (como el mismo Schindler) de no haber hecho más para rescatar a más niños. Resulta curioso que fuera a través de un programa de la televisión-espectáculo de los ochenta como se diera a conocer la hazaña de Winton y que el mismo programa, haciendo alarde de ese sentimentalismo que otorga grandes índices de audiencia, reuniera posteriormente a Winton con algunos de sus niños y sus descendientes. Lo malo de la película de Hawes es que deja algo frío al espectador. Intenta recurrir a la emoción fácil a través de la música, pero lo que se ve en pantalla es demasiado convencional, como algo ya contemplado muchas veces.

P: 5