Si hay algo que que hay que agradecer a Miguel de Unamuno es haber sido siempre consecuente consigo mismo en la búsqueda de nuevos caminos filosóficos y literarios, aunque en su caso filosofía y literatura se funden para ofrecer obras perturbadoras y que nunca ofrecen todas las respuestas. Un ejemplo clásico es "La Tía Tula", de la que recomiendo ver la adaptación cinematográfica de Miguel Picazo recién terminada la lectura, pues posee una calidad comparable al original literario. Aquí el artículo:
A pesar de su
evidente sencillez formal, La
tía Tula es una
novela extraordinariamente compleja. De hecho, fueron veinte años los que
estuvo desarrollándose en la imaginación del autor. Miguel de Unamuno escribe
en las primeras décadas del siglo XX, por lo que el naturalismo en la novela es
un concepto que empieza a superarse. Ahora la narrativa sirve para
experimentar, para buscar lenguajes nuevos. La apuesta de Unamuno es la novela
filosófica, aquella que se adentra en la psicología de los personajes, que se
construye a través de unas intimidades de las que el lector intuye su
existencia, pero que a menudo no puede vislumbrar del todo. El propio Unamuno
dejó escrita en el prólogo de Tres novelas ejemplares su definición de novela:
"En una
creación la realidad es una realidad íntima, creativa y de voluntad. Un poeta
no saca sus criaturas - criaturas vivas - por los modos del llamado realismo.
Las figuras de los realistas suelen ser maniquíes vestidos, que se mueven por
cuerda y que llevan en el pecho un fonógrafo que repite las frases que su Maese
Pedro recogió por calles y plazuelas y cafés y apuntó en su cartera." (Obras completas, edición de
Manuel García Blanco, Tomo IX, pág. 415).
Don Primitivo y la educación cristiana de Rosa y
Gertrudis
Rosa y
Gertrudis son dos hermanas que han sido criadas por su tío don Primitivo, un
sacerdote que les ha inculcado, a través de su ejemplo discreto, la forma de
vida católica, prácticamente la única posible en la España de la época. Rosa
es, a primera vista, la más hermosa de las dos, por lo que es a ella a quien se
dirige Ramiro buscando una relación. Una vez que son novios, Ramiro se siente
atraído por la belleza más serena y misteriosa de Gertrudis, pero se guarda
bien de decirlo, aunque esta última intuye esa pasión secreta.
Tula, la madre virgen de sexualidad atormentada
Gertrudis
(la tía Tula) se convierte en estos primeros compases casi en un personaje de
novela de terror: presiona a los novios para que se casen y, una vez casados,
les insta a tener hijos. ¿Para qué se han casado si no?, les pregunta. Su
verdadera vocación es la de ser madre y a través de la pareja va a conseguir su
sueño: convertirse en una madre virgen. La futura Tía Tula posee un extraño
poder para manipular a Ramiro y su hermana. Su fuerza está en la normalidad
religiosa de la época: si hay amor, tiene que producirse el matrimonio y en el
seno del matrimonio, han de engendrarse cuanto más hijos mejor. En este
sentido, ella es más papista que el papa.
La
sexualidad de Tula es tan retorcida que el lector nunca llega a conocer sus
deseos más íntimos. Cuando muere su hermana, se crea una situación insólita
entre ella y Ramiro: viven bajo el mismo techo y ella se autoproclama madre de
los chiquillos, pero rechaza cualquier contacto sexual con su cuñado, a pesar
de la evidente tensión entre ambos. Tula es una verdadera virtuosa, una
campeona de la pureza carnal y espiritual. En los niños encuentra la inocencia
con la que se define la verdadera fe y por ello, alejarlos del sucio
sexo es fundamental. Pero esa inocencia no la encuentra en ella misma, y eso no
hace sino atormentarla:
"Y era
lo cierto que en el alma cerrada de Gertrudis se estaba desencadenando una
brava galerna. Su cabeza reñía con su corazón, y ambos, corazón y cabeza,
reñían en ella con algo más ahincado, más extrañado, más íntimo, con algo que
era como el tuétano de los huesos de su espíritu." (pág. 108 de La Tía Tula,
ed. Cátedra)
El rechazo del matrimonio con Ramiro
Así pues,
tenemos a una Gertrudis que, a primera vista, vive absolutamente sacrificada en
su misión de criar a unos niños sanos espiritualmente. ¿Pero esta misión vital
no será su auténtica felicidad? Unamuno nos ha presentado a un personaje
amante de la limpieza, al que incluso no le importa pasar por alto las
sugerencias de su director espiritual, en el sentido de que debería contraer
matrimonio con Ramiro con el fin de evitar un escándalo. Ella está por encima
de todo eso: ha conseguido ser madre sin relaciones sexuales y eso es lo único
que importa. Casarse con Ramiro no tendría sentido, pues los hijos ya están
ahí. Pero en realidad Tula se engaña a sí misma, aunque lo hace de manera tan
persuasiva que al final queda convencida, al menos exteriormente, de que obra
según su propia voluntad.
La adaptación cinematográfica de Miguel Picazo
En la
magistral adaptación que rodó Miguel Picazo en 1964, el
relato se apoya en la memorable composición que Aurora Bautista hizo de la tía
Tula. Aquí, el personaje adquiere incluso más matices que en la novela: el
espectador puede apreciar con más detalle su tormento interior, su lucha entre
su deseo oculto y transgresor de sus propias ideas y la voluntad de comportarse
conforme a su propio modelo de virtud. De hecho, la película comienza con la
muerte de su hermana, obviando toda la historia anterior (y esa era la
intención original del autor de San
Manuel Bueno Mártir), por lo que el director puede centrarse en la relación entre Gertrudis y
Ramiro, dotando a la misma de una buena dosis de erotismo, poco frecuente en el
cine español de la época. Una adaptación que hace justicia al clásico de
Unamuno y que retrata perfectamente a un personaje tan contradictorio como
enigmático.
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