viernes, 24 de agosto de 2012

EL CLUB DE LA LUCHA (1996), DE CHUCK PALAHNIUK. NIHILISMO Y VIOLENCIA.


El ser humano ha sentido desde siempre fascinación por la violencia. A los hombres de nuestra época nos está dado poder contemplarla a salvo, cómodamente instalados en el sillón de casa. Pero por muy realista que sea la representación de la misma, nunca se acercará a la experiencia de la violencia auténtica, la que podríamos sufrir cualquier día en nuestras carnes de la manera más inesperada.

En la novela de Palahniuk su protagonista, un ser tan deshumanizado que ni siquiera tiene nombre, no puede dormir. Eso le lleva a aficionarse a asistir a terapias de enfermos terminales lo que, paradójicamente, le hace sentir vivo, quizá por el sentimiento de superioridad que le otorga saber que goza de buena salud. A pesar de todo, la respuesta definitiva la encuentra al conocer a Tyler Durden, un hombre carismático, un profeta del nihilismo que quiere ejecutar una especie de venganza social por parte de los oprimidos del sistema. Sus intenciones se van a ver favorecidas a través de la creación del "club de la lucha", una institución de reglas sencillas y contundentes: hombres que se reúnen para pegarse y para contemplar la violencia. Parece que esta forma de desahogarse tiene un gran éxito entre los que se pasan la vida sirviendo a otros. ¿Qué mejor terapia que machacar a otro para volver a sentir autoestima?

Pero los planes de Tyler van mucho más allá. El club de la lucha (que va abriendo sucursales en otras ciudades) es sólo la base para la creación del Proyecto Mayhem, una especie de organización terrorista concebida para liberar a los oprimidos a través de acciones cada vez más atrevidas, dirigidas contra los más mimados por el sistema. 

Es indudable que, como novela, "El club de la lucha" tiene la capacidad de enganchar al lector a través de la constante provocación y su ágil estilo. Pocas narraciones pueden leerse tan repletas de escenas desagradables y perturbadoras. Pero ¿y la ideología? ¿nos quiere decir algo Palahniuk o simplemente todo esto es una inmensa broma? Para intentar responder a esta pregunta lo mejor es visionar la magnífica adaptación de David Fincher, que supera ampliamente a la novela, ya que el cineasta comprendió desde el principio que se trata de una historia muy visual. Fincher recoge el tono nihilista de la narración y la llena de imágenes impactantes y violentas. El personaje de Tyler, magníficamente interpretado por Brad Pitt, es retratado como una especie de semidiós, como un apóstol de la violencia que predica que en el ordenamiento social actual sólo pueden sobrevivir los más aptos, por lo que los parias deben prepararse para una lucha en la que los que sobrevivan no van a heredar nada, sólo escombros. Pero mientras tanto disfrutarán del poder que otorga la fuerza, de ejercer el terror por la violencia, para que sepan lo que significa sentirse vivos.

Ni que decir tiene que el hecho de la película de Fincher me parezca magnífica no quiere decir que esté de acuerdo con la ideología que parece subyacer en sus imágenes. El cambio social, si debe producirse, no puede llegar jamás a través de la violencia nihilista. Resulta curioso cómo las imágenes finales de la película, con esos edificios desmoronándose, prefiguran de forma tan clara el 11 de septiembre, que llegaría sólo dos años después de su estreno.

2 comentarios:

  1. Miguel vi la película y me costó entender tanta violencia, igual es problema mío.
    Tu reseña de la novela se que cuestiona instintos y verdades.

    Abrazos

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  2. A la hora de leer libros y ver películas es importante distinguir entre calidad intrínseca y la ideología que puedan transmitir los mismos. Es la mejor manera de disfrutar de ellos.

    Abrazos.

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