lunes, 27 de agosto de 2012

ESPERANDO A GODOT (1952), DE SAMUEL BECKETT. LA ESPERANZA INVISIBLE.


En un escenario desnudo, dos personajes esperan la llegada de otro. Mientras, sufren de privaciones, de hambre y, sobre todo, de aburrimiento. Godot debe ser alguien importante, alguien cuya sola presencia puede darle un sentido a sus vidas. Pero el espectador pronto intuye que eso es imposible, que estos dos vagabundos, Estragón y Vladimiro jamás encontrarán lo que creen que buscan, jamás podrán dejar esa parada desolada en el camino en la que al menos creen haber encontrado algo tan absurdo como la esperanza.

Mientras esperan intentan llenar el tiempo, el tiempo vacío de las expectativas incumplidas. Amagan con irse, pero siempre les anuncian que Godot quizá llegue mañana. ¿Por qué no apostar a quedarse un día más? ¿Tiene algo que perder el hombre que espera? En su estancia en esa encrucijada que parece no llevarles a ninguna parte aparecen por el camino Pozzo y Lucky, amo y esclavo, representantes de la mudable fortuna humana, pues al día siguiente puede que hayan invertido sus papeles sin explicación alguna, o, como sucede, que la desgracia se ensañe con ambos. A Estragón y Vladimiro sólo les importa el resto del mundo si logra amenizar su tiempo vacío. A veces miran el árbol desnudo que adorna el camino y se les ocurre que el suicidio es el mejor camino. Pero ¿y si Godot acaba apareciendo?

No sabemos quien es Godot, pero, a tenor de las expectativas que suscita, parece ser un ser milagroso. El hombre en la historia siempre ha esperado a seres milagrosos que nunca llegan. Lo que suele llegar es la misma historia, que lo aplasta y deja paso a otros más fuertes, que también serán aplastados algún día. Quizá la opción de la esperanza sea tan lúcida o tan absurda como otra cualquiera. Si no sabemos por qué estamos aquí, podemos inventar un relato convincente y adornarlo con un final de futura redención. En este sentido, Vladimiro y Estragón son dos héroes de la inacción, porque son creyentes en alguien superior que arreglará la miseria de sus vidas sin tener que hacer nada, solo esperar. Una filosofía que se resume en las palabras de Vladimiro:

"Bien es verdad que quedándonos de brazos cruzados, pesando los pros y los contras, también hacemos honor a nuestra condición. El tigre se precipita en auxilio de sus semejantes sin pensarlo. O se refugia en lo más espeso de la selva. Pero la cuestión no es esta. "¿Qué hacemos aquí?", es lo que tenemos que preguntarnos. Tenemos la suerte de saberlo. Sí, en medio de esta inmensa confusión, una sola cosa está clara: esperamos que venga Godot."

3 comentarios:

  1. Miguel, es una obra por la que tengo curiosidad hace tiempo, esa espera desesperanzada que muestran esos dos personajes. Puede que sea como la vida misma dónde a veces se espera que pase "algo" que nunca llega a pasar. Buena reseña.

    Abrazos

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  2. Es como tú dices, tan absurdo como la vida. Léelo, que vas a emplear poco tiempo.

    Saludos.

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  3. Con el tiempo, le quitas trascendencia a "Esperando a Godot" y le ves el aspecto cómico:
    -En otros tiempos nos hubiéramos tirado desde lo alto de la Torre Eifel, ahora no nos dejarían ni subir.

    ...

    -Las mujeres hablan...
    -¿De qué hablan?
    -Hablan de sus vidas...
    -No les basta con vivir, sino que encima hablan de ello...

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