sábado, 22 de noviembre de 2025

SIN PERDÓN (1992), DE CLINT EASTWOOD.

Uno de los grandes prodigios del cine de los años noventa fue esta revitalización y puesta al día de un género que se creía extinto. No es que desde entonces se haya sucedido un torrente de películas del oeste, pero Sin perdón demostró que se podía dar una vuelta de tuerca a uno de los géneros más populares. Aquí no existe el heroísmo, la historia es absolutamente sórdida y por ello absolutamente realista. El protagonista no es un héroe, ni siquiera un antihéroe. Se trata de un antiguo asesino despiadado y cruel que redimió su existencia gracias al amor de una mujer que murió hace pocos años. Vive retirado en una pobre granja con sus hijos, tratando de llevarla adelante entre enfermedades de los animales y grandes cantidades de estiércol. Por eso, cuando se le ofrece la oportunidad de volver, aunque sea brevemente, a su antigua vida, la tentación será demasiado fuerte, puesto que comprende que todo era más fácil en aquellos días, pues solo se trataba de apretar el gatillo y emborracharse. En cierto modo, a William Munny se le convoca para hacer justicia, como un demonio vengador que tiene que ajustar la cuentas a quienes han marcado horriblemente el rostro de una prostituta. Todo es deshumanizador en el oeste que refleja Clint Eastwood. Las prostitutas son mera mercancía cuyo daño el consumidor debe compensar económicamente. La justicia está representada por un sheriff corrupto y violento que decide lo que es la ley con su mera voluntad, por lo que las víctimas deben recurrir a peligrosos forajidos para encontrar su anhelada venganza. Sin perdón está rodada por un Clint Eastwood en estado de gracia que retrata magistralmente a unos personajes que experimentan reacciones muy humanas frente al mundo violento en el que se ven inmersos. Una película que puede contemplarse una y otra vez sin que pierda un ápice de su fuerza y autenticidad.

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UNA BONITA MAÑANA (2022), DE MIA HANSEN-LOVE

La premisa con la que se inicia esta película es tan terrible que le puede pasar a cualquiera: la protagonista tiene que hacerse cargo de los cuidados de un padre que sufre una severa enfermedad neurodegenarativa, un antiguo profesor de filosofía que contempla desolado como se le va escapando la memoria mientras contempla su nutrida biblioteca, símbolo de tiempos mejores. Quizá para refugiarse de esta situación Sandra, que es una viuda joven, empieza una relación con un hombre casado. Todo en esta película apela a lo coditiano, a que el espectador se pueda ver reflejado en las circunstancias que tiene que vivir la protagonista, sus buenos y sus malos momentos. Mi escena favorita, que también tiene algo de siniestro, es el reparto de la biblioteca del fallecido profesor entre algunos de sus antiguos alumnos. Es como recoger fragmentos de una persona e intentar salvaguardarlos. Los libros duran más que las personas, es uno de los absurdos de la existencia y una de las grandezas de la palabra escrita, que puede ser aprovechada por nuestros sucesores.

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jueves, 20 de noviembre de 2025

PRESENTES (2024), DE PACO CERDÀ. UN FANTASMA DESPUÉS DE LA BATALLA.

Finalizada la Guerra Civil, en el otoño de 1939, se produjo un hecho singular, que solo había tenido un precedente en el peregrinaje de Juana la Loca con el cadáver de su esposo por los caminos de su Reino. Se trata del traslado a pie de los restos mortales de José Antonio Primo de Rivera desde Alicante hasta El Escorial, donde se le había preparado una tumba en un lugar reservado a los Reyes. Se trata de un hecho verdaderamente notable, una procesión de muchos días en los que diferentes agrupaciones de falangistas se iban relevando para llevar los restos de su líder a hombros mientras pasaban por diferentes localidades que se engalanaban para la ocasión. El cortejo fúnebre era algo impresionante a la vez que grotesco en las circunstancias de una guerra fraticida recién acabada, en una época en la que el bando nacional se estaba ensañando en una depuración salvaje de los prisioneros del enemigo.

En realidad todo fue un macabro espectáculo orquestado por un Franco que quería consolidar su poder personal utilizando la figura de José Antonio, convirtiéndolo en un mito que se habría sacrificado para que fuera posible el nuevo Estado que se estaba construyendo. Se dio orden para que periódicos y radios glosaran al gran héroe que junto al Caudillo había hecho posible resurgir de la verdadera España. El autor transcribe muchos de estos elogios, escritos casi todos en un lenguaje pomposo e imperial muy propio de la época. El final fue apoteósico, incluyendo en el homenaje al fallecido representantes de la Italia fascista y de la Alemania nazi, que respaldaban con su presencia al nuevo caudillo de España.

Pero Presentes no se limita a una descripción minuciosa del cortejo fúnebre de José Antonio. Mira alrededor del mismo y se ocupa de la suerte de los vencidos, de aquellos que esperaban la muerte en prisiones miserables, de los que estaban escondidos como topos y de aquellos que habían tenido que emprender un doloroso exilio. Además, también se aproxima a los vencedores, a aquellos que habían bendecido su suerte en la victoria y aquellos que habían sido mutilados y prácticamente abandonados a su suerte, pese a haber luchado en el bando ganador. Paco Cerdà realiza un magnífico retrato de una época oscura, en la que la política del nuevo Estado era la de la venganza y en la que no podía haber esperanza de regreso a un régimen democrático que había fracasado también por sus errores internos. Es necesario asomarse a un libro que describe como pocos lo que significa una lucha fraticida y sus funestas consecuencias. 

domingo, 16 de noviembre de 2025

UN FANTASMA EN LA BATALLA (2025), DE AGUSTÍN DÍAZ YANES.

El estreno de está película ha venido marcado por las inevitables comparaciones que se han establecido con una que estuvo presente en los cines hace unos meses: La infiltrada, de Arantxa Echevarría, ya que cuentan con un argumento similar, aunque el tono sea distinto. Mientras La infiltrada tiene más características de thriller, aquí se pretende ofrecer un fresco histórico de un periodo determinado de la lucha contra ETA a través de la historia de Amaia, que permanece, sin desvelar nunca a sus compañeros terroristas su condición de guardia civil, más de una década como miembro de la banda terrorista. Lo más sugerente de Un fantasma en la batalla es que está mostrando un guerra oculta, que se producía mientras el resto de ciudadanos del país realizaba una vida normal, que se manifestaba de vez en cuando con feroces acciones que conmocionaban durante unos días a la opinión pública. Mientras tanto gente como la protagonista se jugaba la vida día a día intentando que los atentados fueran los menos posibles. Pero los personajes más interesantes de esta película son las dos mujeres de ETA que aparecen. Ambas con expresión amargada, resentidas y protagonistas de una lucha baldía cuyos frutos solo se manifestaban como un intenso dolor para ambas partes. Mujeres que se representan como la quintaesencia de lo fanático y que son capaces de sacrificar sus vidas y las de sus familias en pos de objetivos irreales mientras el pueblo al que dicen representar mira hacia otro lado y solo espera que llegue de una vez la anhelada paz.

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TIBURÓN (1975), DE STEVEN SPIELBERG.

Recuerdo que cuando vi esta película, de niño, por primera vez - supongo que sería en una reposición en el cine - me impactó tanto que incluso lei la novela de Peter Benchley, que se publicó un par de años antes de que se estrenara la película y que contiene una serie de tramas (alguna de carácter un tanto erótico) que se eliminan de la versión cinematográfica. Porque al joven Spielberg lo que le interesa es transmitir esa especie de terror primitivo que se apodera del espectador ante la amenaza de un monstruo que permanece casi todo el tiempo invisible. Un monstruo real, que existe en nuestros océanos, por lo que adquiere una dimensión única, hasta el punto de que, después del estreno de la película y de haberse convertido en una de las más taquilleras de la historia, la gente tenía miedo de bañarse en el mar. Aquí el ritmo de la narración está medido con sabiduría por Spielberg. La trama comienza con un ataque nocturno del tiburón, una escena muy cruda que sirve para que el espectador entre en materia de manera directa. Luego contemplamos el debate entre los partidarios de cerrar las playas y los que, liderados por el alcalde, no quieren echar a perder la temporada turística. Después veremos una escena que hoy en día sería impensable: la muerte de un niño, a plena luz del día, por el ataque del tiburón. La última parte será la dedicada a la caza del escualo, que es donde la película alcanza ya una tensión insoportable, entre otras cosas porque el espectador ya ha adquirido un cierto cariño a los tres valientes personajes que se han embarcado en su búsqueda. Tiburón es una película modélica, realizada sin muchos medios pero con un talento inmenso. Dio lugar a una serie de secuelas que ni siquiera se acercan a la calidad del original.

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sábado, 15 de noviembre de 2025

EL RUGIDO DE NUESTRO TIEMPO (2025), DE CARLOS GRANÉS. BATALLAS CULTURALES, TRIFULCAS POLÍTICAS.

Vivimos en un mundo muy extraño en el que los artistas se han vuelto moralistas y los políticos son unos transgresores que ofrecen espectáculos cada día más grotescos.  A raiz de fenómenos como el Me Too, el auge del feminismo y de los valores de una izquierda purista e identitaria han convertido a una buena parte de los componentes del mundo del arte y la cultura en unos moralistas insoportables: la idea de justicia, de ética, prevalece sobre la libertad del artista. La política en cambio es más que nunca un campo de batalla en el que todo vale. Personajes tan insólitos como Trump o Milei, que hace unos años hubieran parecido risibles a cualquier elector, suscitan pasiones inusitadas y adhesiones fervientes, quizá porque venimos de un tiempo de promesas incumplidas, de políticas que han favorecido sistemáticamente a los más poderosos en detrimento de una clase media que pierde poder adquisitivo y derechos a pasos agigantados:

"La política era ahora el campo de las bajas pasiones, de la teatralización del odio y del desprecio, de la performance agresiva y visceral que encarnaba la rabia contenida y la contagiaba. Su función era aglutinar a través de la animadversión y del resentimiento. Destruir un orden global liberal para que volvieran a imponerse los valores tradicionalistas, nacionalistas y religiosos, si quien hablaba era Javier Milei, Santiago Abascal o Donald Trump, destruir la oligarquía, a los conservadores, el neoliberalismo o la "fachosfera·, si quien hablaba era Petro, AMLO o Pedro Sánchez, Cambiaba el rol del político. Ahora importaba menos lo que hacía en la realidad, sus acciones concretas para resolver problemas, porque más relevante era la manera en la que intervenía en el mundo simbólico que se materializaba en pantallas y en las redes."

Quizá no somos conscientes, pero los asesores de los políticos ya no se encargan tanto de guiarlos en decisiones económicas, sociales o legislativas. Ahora lo importante es la construcción de un relato (en la mayoría de los casos ficticio y absolutamente interesado) que sea satisfactorio para la parroquia propia. No se quieren ganar batallas reales, que tengan que ver con los problemas que afectan a los ciudadanos en su día a día, sino simbólicas. El político tiene que tener un estilo reconocible y su actividad debe ser juzgada en las redes más que en el Parlamento. Si hay una crisis de la vivienda, por ejemplo, no se elabora un plan ambicioso de construcción de vivienda pública, sino que se lanza una campaña publicitaria asegurando al ciudadano que el gobierno ha hecho todo lo posible para resolver el problema (algo que casi nos remite a la célebre frase de Groucho Marx: "¿a quién va a creer usted, a mí o a sus propios ojos?") y se habilita un teléfono para que el afectado se empodere (otra de las grandes palabras grandilocuentes y vacías de contenido de nuestro tiempo) frente al inmenso problema que va a seguir ahí en los próximos años.

Cuando se le pregunta al gobierno por los casos de corrupción que empiezan a oler de forma insoportable, por los fallos en las pulseras de víctimas de violencia de género o por otros temas incómodos, las respuestas jamás serán concretas sino que remitirán a una conspiración de jueces y ultraderecha o negarán sistemáticamente los errores cometidos. Esta forma de actuar puede que salve al día a día, pero a medio plazo resulta demoledora para los intereses de los ciudadanos y del propio gobierno, ya que va a llegar el momento en el que tengan que responder, aunque sea delante de un juez. Nos han tocado vivir unos tiempos muy inquientantes, en el que la mentira descarada se ha instalado en la normalidad del discurso político y en el que empiezan a escucharse argumentos cada vez más aislacionistas en muchos países. Es un acierto que Granés dedique uno de sus capítulos a analizar a cada uno de los líderes políticos de la esfera hispanoamericana (incluyendo también a Donald Trump), llegando a conclusiones desoladoras con cada uno de ellos. Es lo que nos ha tocado vivir y el futuro no parece mucho mejor en un mundo cada vez más desesperanzado.

domingo, 9 de noviembre de 2025

CALLE RIVER, 99 (1953), DE PHIL KARLSON.

La vida de Ernie Driscoll está marcada por un combate de boxeo que protagonizó hace unos años. Esta es la escena con la que comienza Calle River, 99, mostrando esta pelea en la que el protagonista estuvo a punto de ganar el título, pero de la que salió perdedor y con una lesión en el ojo por la que tuvo que retirarse. Pronto nos damos cuenta de que el combate que estamos viendo - magníficamente filmado -  es una reproducción televisiva que el protagonista contempla como hipnotizado mientras su mujer le reprocha la vida austera que llevan. Y este va a ser el detonante de la trama de la película, una mujer irrespetuosa y poco agradecida que se siente atraída por un mafioso. Ernie descubre la infidelidad, justo en el momento en el que el mafioso ha protagonizado un robo con diamantes y está a punto de huir con ella. A partir de aquí se desarrolla una trama muy sorprendente que incluye un asesinato insólito. Al final Calle River, 99 es una obra modélica de cine negro con un protagonista (un taxista muy trabajador que anhela sus días de gloria en el ring), que es un tipo inocente que se ve arrastrado a enfrentarse a unos acontecimientos que le sobrepasan. Como suele suceder en las películas de este género, la sordidez de la ciudad es filmada de un modo casi documental.

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