domingo, 16 de noviembre de 2025

TIBURÓN (1975), DE STEVEN SPIELBERG.

Recuerdo que cuando vi esta película, de niño, por primera vez - supongo que sería en una reposición en el cine - me impactó tanto que incluso lei la novela de Peter Benchley, que se publicó un par de años antes de que se estrenara la película y que contiene una serie de tramas (alguna de carácter un tanto erótico) que se eliminan de la versión cinematográfica. Porque al joven Spielberg lo que le interesa es transmitir esa especie de terror primitivo que se apodera del espectador ante la amenaza de un monstruo que permanece casi todo el tiempo invisible. Un monstruo real, que existe en nuestros océanos, por lo que adquiere una dimensión única, hasta el punto de que, después del estreno de la película y de haberse convertido en una de las más taquilleras de la historia, la gente tenía miedo de bañarse en el mar. Aquí el ritmo de la narración está medido con sabiduría por Spielberg. La trama comienza con un ataque nocturno del tiburón, una escena muy cruda que sirve para que el espectador entre en materia de manera directa. Luego contemplamos el debate entre los partidarios de cerrar las playas y los que, liderados por el alcalde, no quieren echar a perder la temporada turística. Después veremos una escena que hoy en día sería impensable: la muerte de un niño, a plena luz del día, por el ataque del tiburón. La última parte será la dedicada a la caza del escualo, que es donde la película alcanza ya una tensión insoportable, entre otras cosas porque el espectador ya ha adquirido un cierto cariño a los tres valientes personajes que se han embarcado en su búsqueda. Tiburón es una película modélica, realizada sin muchos medios pero con un talento inmenso. Dio lugar a una serie de secuelas que ni siquiera se acercan a la calidad del original.

P: 9

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