Lo primero que llama la atención de una serie como Happy Valley es su verosimilitud. Aquí no encontramos personajes glaumorosos de vidas perfectas, sino a gente perfectamente normal con un físico mediocre. Catherine es una sargento de policía de una pequeña población inglesa que vive con el trauma del suicidio de su hija, que fue violada por su némesis, el criminal Tommy Lee Royce. La hija dio luz a su nieto y poco después se suicidó. El nieto es ya un adolescente que se hace muchas preguntas y la protagonista debe lidiar con este drama familiar en su complicado día a día. Catherine es una auténtica heroína, retratada como una mujer ya en edad de jubilación dotada de mucho coraje, pero con los pies en la tierra. De comportamiento rudo e incluso soez en ocasiones, es uno de los miembros más queridos del cuerpo policial de Yorkshire y en más de una ocasión sabe, a través de su experiencia y su intuición, de qué hilo tirar en los casos más complicados. Happy Valley aprovecha también para retratar cómo es la vida de la clase media británica, sus carencias y sus conflictos familiares, además de acercarnos al submundo de los pequeños criminales que pululan por la población. Una auténtica delicia que apuesta por el naturalismo a la hora de contar una historia policial muy verídica.
P: 8
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