lunes, 26 de diciembre de 2022

INDIGNO DE SER HUMANO (1948), DE OSAMU DAZAI Y DE JUNJI ITO (2017). AUTOBIOGRAFÍA AUTODESTRUCTIVA.

Una novela como Indigno de ser humano solo puede ser escrita por alguien que haya vivido experiencias parecidas a las de su protagonista. Y es que Osamu Dazai fue la quintaesencia del escritor maldito y de culto en Japón, una especie de símbolo de la derrota absoluta del país tras la Segunda Guerra Mundial. La militancia marxista en la clandestinidad - por la que fue encarcelado y torturado en los años treinta - es su más contundente alegato contra el régimen militarista que llevó a su país al desastre. En cualquier caso Dazai, como su personaje, fue un inadaptado en cualquier circunstancia y sobrevivió a varios intentos de suicidio, consiguiéndolo por fin en 1948, a pesar de que había intentado firmar la paz consigo mismo con su último matrimonio.

El protagonista de Indigno de ser humano se percibe a sí mismo como un ser atormentado desde muy temprana edad, alguien que jamás encajará en la sociedad y que debe construirse una máscara para al menos dotarse de una apariencia de normalidad. Lo paradójico es que Yozo es un joven muy atractivo e irresistible para las mujeres. Esta presunta cualidad no va a hacer más que traerle problemas, puesto que es incapaz de mantener sus relaciones y termina transmitiendo a sus parejas sus más íntimos deseos de autodestrucción, quizá porque él mismo fue abusado por los sirvientes de su familia siendo niño. Durante toda su existencia Yozo no va a poder quitarse de encima su profundo sentimiento de vergüenza - una cualidad muy japonesa, pero que en él está ahogando de manera continuada cualquier ilusión vital - lo cual hace que sea incapaz no ya de integrarse, sino meramente de entender esa sociedad de la que intenta formar parte. Él se considera el más desgraciado entre los desgraciados:

"(...) no exageraría si dijese que el mundo está formado por personas desgraciadas. Pero estas personas se quejan a la sociedad de sus desventuras y la sociedad las trata con benevolencia y comprensión. Sin embargo, mi infelicidad procedía por completo de mis pecados y no tenía cómo reclamar a nadie."

Casi podemos decir que la novela de Dazai es un tratado acerca de la ansiedad y el miedo y que dicha angustia vital no puede sino transmitirse a un lector completamente estremecido al acercarse a la existencia de un personaje tan martirizado por su presunta falta de humanidad. Pero sería un enorme pecado leer esta novela sin acercarse inmediatamente después a la magistral visión que el maestro del manga de terror Junji Ito realizó de la misma. Ito recoge fielmente la estructura de la narración de Dazai, pero la enriquece con sus propias obsesiones, convirtiendo un relato angustiosamente existencialista en algo mucho más terrorífico. En la visión de Ito los fantasmas rodean continuamente a un Yozo que no puede evitar destrozar las vidas de las mujeres a las que se va acercando, acumulando así en su alma una cantidad de pecados tan enorme que se siente incapaz de expiarlos, por lo que se convence de que solo el infierno puede terminar siendo su destino. 

Acercarse a este manga tan prodigiosamente planificado y dibujado, respetuoso al máximo con la obra en la que se basa y a la vez inteligentemente enriquecida, es una experiencia alucinante y perturbadora, que nos revela el talento japonés para plasmar la crueldad. Solo con contemplar la maestría con la que Ito muestra las emociones de sus personajes a través de la expresión facial, el deterioro progresivo al que somete a su protagonista o la plasmación de los cuadros terroríficos que este concibe merece la pena acercarse a esta obra magistral.

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