Mientras desarrolla la elaborada trama de su novela, Luca de Tena nos va retratando a los distintos habitantes del psiquiátrico, gente que padece las más variadas y extrañas afecciones mentales, pero que en todo momento son tratadas con respeto y simpatía por el autor. El mismo sanatorio es como un protagonista más de la novela. Se trata de un inmenso edificio, que fue convento en el pasado, al que se le han ido añadiendo construcciones. En cierto modo representa los círculos del infierno de Dante, puesto que existen áreas para enfermos de diversa gravedad. Alice llegará a estar ingresada en la peor de ellas, donde compartirá estancias con los más dementes, aunque descubrirá que dentro de ellas existen habitaciones con seres aún más extraños y sufrientes. Salvando las lógicas distancias, en ciertos aspectos la estructura de Los renglones torcidos de Dios recuerda a la de El nombre de la rosa. Un detective que investiga en uno de esos espacios sometidos a vigilancia jerárquica que describió Michel Foucault en Vigilar y castigar y un director-abad que se opone al héroe e intenta desprestigiarlo a través de la doctrina en la que cree.
Además, otro de los logros de la novela es recoger el espíritu de una España que se encaminaba a un futuro incierto después de la muerte de Franco, incluyendo incluso a militantes de ETA en la trama, un aspecto que desaparece en su versión cinematográfica, pues el director intenta seguir ante todo la trama principal de la narración. La adaptación de Oriol Paulo, que ha sido un gran éxito en taquilla y ha conseguido, como efecto colateral, que el libro se haya convertido de nuevo en un best seller en nuestro país, es una película correcta, pero que queda muy por debajo de la obra de Luca de Tena, porque no logra transmitir del todo esa sensación de desasosiego permanente que sí consigue la novela. Es una obra que se contempla con interés porque retrata perfectamente a los personajes principales - ante todo Bárbara Lennie está estupenda en su papel - aunque en su simplificación de la trama se pierden magníficos secundarios. La película comienza muy bien, pero va perdiendo fuerza hacia la mitad, cuando se empieza a dar más importancia a sorprender al espectador con diferentes giros en la trama que en la trama en sí, siendo su último tercio decididamente aburrido, cambiando finalmente la espléndida conclusión de la novela por una mucho más ambigua.
P: 5
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