En muchas ocasiones, cuando el cine norteamericano quiere retratar el alma de los años cincuenta, traslada sus historias a los barrios que empezaban a surgir en las afueras de las grandes ciudades, barrios de casas individuales con una pequeña parcela en la que las clases medias podían empezar a vivir el sueño americano pagando una hipoteca en cómodos plazos. Se esperaba que los vecinos fueran familias blancas con varios hijos, educación exquisita y trabajos de oficina que requirieran traje y corbata. Cualquier elemento distorsionador de la vida del barrio - por ejemplo, una familia negra - era mal recibido. Ya nos enseñó David Lynch que bajo la apariencia de existencia perfecta laten los peores males y por esos derroteros transcurre este guion de los hermanos Coen, un proyecto que no rodaron en su primera época y que retomó George Clooney en una comedia negra bastante inspirada pero a la que le falta algo de ritmo narrativo - y un ensamblaje más sólido entre sus dos historias principales - para ser redonda. A destacar el papel que asume Matt Damon, muy alejado de los de gran héroe americano y que aquí encarna a un ser absolutamente egoísta, pero bastante estúpido. Aparece también Oscar Isaac en un papel que parece salido del mundo de Perdición de Billy Wilder. Dicho esto, Suburbicon se ve con agrado, pero da la impresión de que con ese material los hermanos Coen hubieran firmado una obra mucho más sólida cuando se encontraban en plena forma en los años noventa.
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